“Los bomberos nunca llegaron”: sobreviviente de Incendio Eaton
Una familia recuerda el trauma sufrido y pide la ayuda de la comunidad para reconstruir su vida
A poco más de una semana de escapar del Incendio Eaton de Altadena, Oscar Rodríguez está agradecido con Dios por estar con vida, pero aún se encuentra aterrado, en estado permanente de alerta y en modo de supervivencia.
“Estoy traumado. Siento que esto no se acaba, y que si empiezan de nuevo los vientos, van a traer las brasas a Pasadena donde viven mis padres y los de mi novia”, dice.
“El jueves, dos días después de que comenzó el incendio, fui a ver a mis padres, y como loco me puse a mojar alrededor de su casa; y en las casas de los vecinos para prevenir que el fuego los alcance”, dice.
Óscar, un terapista ocupacional y artista de la serigrafía de 40 años de edad, vivía con su compañera y madre de su bebé de tres meses en Altadena, una área no incorporada del condado de Los Ángeles.
La casa en la que habitaba, rodeada de grandes árboles de roble, quedó convertida en cenizas. Se encontraba sobre la Santa Anita Avenue y la calle Marigold de Altadena.
Puedes apoyar a esta familia con donativos a: Support Kiersten and Oscar’s New Beginning post Eaton Fire.
La tragedia se asoma
Óscar dice que la tarde del martes 7 de enero, alrededor de las seis de la tarde, salió a comprar pollo para cenar con su compañera.
“Bajé en el carro unas cuantas calles y al salir hacia la calle Lake, miré el incendio. Le hablé por teléfono a mi pareja, y le dije que se fuera preparando con la bebé para desalojar y llevarla a la casa de sus padres que viven en Pasadena”.
Debido a que ha pasado toda su vida entre Pasadena y Altadena, dice que no se preocupó mucho porque está familiarizado con los incendios, que suelen ser pequeños y controlados rápidamente en la zona donde vive
“Siempre estoy preparado con mangueras; y con linternas y lámparas porque siempre se nos va la luz cuando los vientos son fuertes”.
La lucha por salvar la casa
Cuando regresó a su casa como a las siete de la noche, su esposa se fue a la casa de sus padres, y él permaneció junto con su cuñado que llegó para acompañarlo.
“Nos quedamos sin luz entre las 8:40 y 9:20 de la noche. Ya habían empezado los vientos huracanados. Decidimos quedarnos para defender la casa”.
Resolvieron permanecer en los carros en la calle monitoreando el incendio, pero de tanto en tanto salían a echarle agua a la casa por fuera.
“Cuando llegaba el viento frío, nos helábamos y nos metíamos a los carros; luego venían olas de calor y junto con el aire, secaban todo rápido”.
Calcula que a unas cinco cuadras había bomberos y elementos del Sheriff, pero como a las una, dos de la mañana, dice que salieron huyendo.
“Nosotros nos quedamos esperando a que llegaran helicópteros, aviones a auxiliarnos. Los bomberos nunca llegaron. Ni tampoco alertaron a la gente a que se saliera de sus casas. En esa zona viven muchos adultos mayores. Después supimos que los bomberos no tenían personal”.
Sálvese quién pueda
Poco antes de las cinco de la mañana, cuando ya el incendio Eaton estaba muy cerca de su vivienda y no podían ver a seis pies delante de ellos, pensaron que ya no había más que hacer.
“Ya no podíamos respirar. El aire nos estaba ahorcando. Era como si nos estuvieran aventando brasas. Se venían unas olas de aire con bolas de fuego que parecían cometas. Tratábamos con las mangueras de apagarlas, pisotearlas, pero empezaron a pegarnos en la cara. Mi pelo me empezó a oler a quemado”.
Óscar dice que en toda su vida, viviendo en esa área, nunca había visto un incendio de esa magnitud, y empezó a sentir miedo.
Se acordaron de sus vecinos, un joven y su padre que estaban dormidos en una casa contigua.
“Una señora de la tercera edad en pánico trataba de hablarles. Mi cuñado pateó la puerta y los despertó. El muchacho nos pidió ayuda para sacar a su perro y su gato, incluyendo su caballo”.
Recuerda que abandonaron el lugar, su cuñado y él iba guiando en su carro al jinete con su caballo que cabalgaba detrás de ellos, y en otro carro iba el padre y la anciana. Mientras conducían tratando de encontrar la salida, apenas si podían ver. El humo era muy denso.
“En el camino mientras les abríamos paso, vimos muchos árboles y postes de electricidad caídos. Cuando los sacamos de lo feo, nos despedimos. Días después me dio gusto ver que el muchacho del caballo dio una entrevista de televisión. Gracias a Dios estaba bien”.
Óscar y su cuñado permanecieron en sus carros en un estacionamiento en Pasadena hasta que el humo los corrió del lugar. Luego ayudaron a sus padres y a sus suegros a salir del área, porque aunque sus casas, no corrían peligro, la calidad del aire era muy mala.
Gracias al apoyo del grupo Fuerza Regida que pagó una semana de hospedaje para 50 familias afectadas por el incendio de Eaton, Óscar y su esposa han pedido tener un techo en un hotel de la ciudad de Montebello.
Pura ruina
“Yo regresé a escondidas de los sheriff al lugar donde estaba mi casa, a través de un camino de callecitas. Me quedé paralizado al encontrar la destrucción, cuadras y cuadras de casas calcinadas, carros humeando, mucho olor a plástico, a llantas quemadas y a incendio eléctrico. Era como si hubiera explotado una bomba”.
Se llevó una sorpresa cuando encontró que en medio de las casas calcinadas, algunas propiedades estaban intactas. “Una tercera parte de mi propiedad estaba cubierta por robles, que son alimento para los incendios, pero esos árboles están protegidos y no se pueden derribar”, dice.
Lo más duro para Óscar fue cuando entre los restos carbonizados de lo que fue su hogar, se tropezó con la cuna de su niña.
“No pudo contener el llanto. Salí a la calle. Ya no quise seguir. Fue muy triste, ver que no quedaba nada de una casa construida en 1910, a la que les fuimos invirtiendo un poquito con cada cheque de mi trabajo como terapista para que quedara funcional”.
Sin seguro
Debido a que su hogar estaba en una zona de alto riesgo de incendios, ninguna compañía de seguros, le quiso dar cobertura mientras no removiera los árboles, lo cual tampoco podía hacer por ser especies protegidas.
Óscar no tiene idea de cómo va a reconstruir su vivienda, y de cuál es el siguiente paso. Todavía está aturdido, procesando la tragedia experimentada, y en estado de alerta.
“Toda la ayuda que hemos tenido hasta ahora ha sido de la comunidad. Mi pareja ha tratado de comunicarse con FEMA, pero no ha podido entablar comunicación”.Por lo pronto, han abierto una cuenta en el sitio GoFundMe para solicitar donativos. Para apoyarlos, visita: Support Kiersten and Oscar’s New Beginning post Eaton Fire.