La esquizofrenia fue abordada rápidamente a través de telesalud en la pandemia
Un estudio de Harvard muestra desigualdades raciales en el acceso a telesalud mental durante la pandemia, destacando la necesidad de monitorear esta afección
Con la irrupción de la pandemia de COVID-19, la telesalud mental emergió como una herramienta esencial para mantener el acceso a los servicios de salud mental, especialmente en poblaciones vulnerables. Sin embargo, un reciente estudio de la Facultad de Medicina de Harvard, liderado por Sharon-Lise Normand, Ph.D., revela importantes disparidades en la adopción de esta modalidad, particularmente entre grupos raciales y étnicos minoritarios en el estado de Nueva York. La investigación, basada en datos de Medicaid, analiza las prácticas de 261 agencias que atendieron a 30.990 beneficiarios con esquizofrenia durante los períodos previo y pandémico, revelando diferencias significativas en la velocidad y alcance de la adopción de telesalud.
El análisis abarcó datos entre marzo de 2019 y marzo de 2021, distinguiendo dos fases clave: el año anterior a la pandemia y el primer año de esta. De las agencias estudiadas, solo el 2% nunca implementó servicios de telesalud mental, mientras que la mayoría (95%) alcanzó un uso del 10% en visitas acumuladas en un promedio de 18 días. A pesar de este progreso generalizado, los resultados reflejan desigualdades importantes en la rapidez con que ciertos grupos accedieron a estos servicios. En particular, los beneficiarios pertenecientes a minorías raciales y étnicas experimentaron un acceso más lento en comparación con los beneficiarios blancos, incluso después de considerar factores como la severidad de la pandemia en distintas áreas geográficas.
Las agencias operadas por el estado demostraron ser significativamente más rápidas en adoptar la telesalud en comparación con las agencias independientes. Este hallazgo subraya el impacto que las políticas estatales y la infraestructura organizativa pueden tener en la capacidad de respuesta ante crisis de salud pública. Sin embargo, esta capacidad no siempre se tradujo en equidad para los beneficiarios. La probabilidad de que un beneficiario asiático, negro o latino tuviera una visita de telesalud fue consistentemente menor en comparación con los beneficiarios blancos. Aunque estas brechas se redujeron durante los períodos de mayor gravedad de la pandemia, las disparidades persisten como una preocupación fundamental.
El estudio también destaca la necesidad de un monitoreo constante en la implementación de innovaciones de salud pública entre las poblaciones vulnerables. Según los autores, es crucial investigar si factores como la raza y la etnia influyen en la velocidad de adopción de tecnologías críticas como la telesalud. Esta recomendación cobra especial relevancia en un contexto donde la telesalud no solo es una solución para emergencias, sino también una herramienta con el potencial de transformar la atención médica a largo plazo.
La pandemia expuso las desigualdades estructurales en los sistemas de salud de maneras nunca antes vistas. La telesalud mental, aunque prometedora, no es inmune a estas desigualdades. Este estudio no solo documenta los desafíos en su adopción, sino que también llama a la acción para garantizar que las innovaciones en salud sean accesibles para todos, sin importar su origen racial o étnico.
En conclusión, los hallazgos de Harvard son un recordatorio de que la equidad debe ser una prioridad central en la planificación y ejecución de servicios de salud, especialmente en tiempos de crisis. Monitorear y abordar las barreras de acceso será fundamental para garantizar que los avances tecnológicos beneficien de manera equitativa a todas las comunidades. La telesalud tiene el potencial de cerrar brechas históricas en el acceso a la salud mental, pero solo si se aborda de manera intencional y con un compromiso claro hacia la inclusión.
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