Jornaleros dejan cuerpo y alma en limpieza de calles tras el Incendio Eaton
Sin importar la terrible calidad del aire, trabajaron para remover los árboles y ramas que tiraron los feroces vientos
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Jornaleros en plena faena limpiando los restos que dejaron los fuertes vientos que animaron el incendio Eaton de Altadena. Crédito: Pasadena Community Job Center | Cortesía
Cuando los jornaleros escucharon rugir el viento y cruzar en ráfagas que iban y venían formando escalofriantes remolinos, no imaginaron que venían unos incendios de tal magnitud que arrojarían muerte y destrucción en Los Ángeles.
“Al día siguiente cuando llegamos al Centro para Jornaleros en Pasadena, vimos que había dos árboles tirados a la vuelta, y al ver todo los destrozos que dejaron los vientos, decidimos solidarizarnos y organizarnos para limpiar las calles”, dice Manuel Vicente, director de la Radio Jornalera de la Red Nacional de Jornaleros (NDLON).
Así fue como integraron 15 brigadas de trabajo con los jornaleros, los hombres, en su mayoría inmigrantes indocumentados, que acuden de lunes a sábado, apenas amanece al Pasadena Community Job Center en busca de trabajo.
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Bernardo Osorio, quien lleva seis años como jornalero, se enteró por medio de un grupo de WhatsApp integrado por compañeros de NDLON, y acudió de inmediato a ofrecerse como voluntario en la limpieza.
Debido a su experiencia de trabajo con varias compañías, fue puesto como líder de una de las brigadas de limpieza.
“A cada líder nos asignaron cierta cantidad de gente y dos camiones. La meta era limpiar las calles de árboles y ramas tiradas para evitar que los drenajes se taparan y ayudar al flujo de vehículos”, dice Bernardo.
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Los huracanados vientos habían dejado las calles de Pasadena muy sucias y dañadas.
“Al principio éramos puros jornaleros, pero de inmediato la gente respondió y se sumaron cientos de voluntarios a la limpieza con escobas, rastrillos y palas. Llegamos a ser cuadrillas de hasta 50 personas”.
Explica que parte de su trabajo como líderes de grupo era cuidar la seguridad de los voluntarios y no cruzar a las áreas quemadas. Sus esfuerzos de barrido y recolección de basura se concentraron en Pasadena.
“Íbamos bien protegidos. Nos dieron cascos, botas, lentes, mascarillas, playeras con un color naranja fosforescente y guantes”.
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Precisa que la maquinaria solo la usaban los jornaleros con experiencia; y en su caso, a pesar de estar acostumbrado al trabajo físico duro, cuenta que en ocasiones terminaba con dolor de cabeza y la garganta irritada.
Hay que recordar que los jornaleros voluntarios estuvieron trabajando en la limpieza de las calles de Pasadena, a la par que los bomberos trataban de controlar el Incendio Eaton de Altadena. Por lo tanto, esos primeros días, el aire estaba cargado de gases contaminantes e impurezas.
La jornada más intensa de trabajo, la vivieron los jornaleros, fueron los primeros 10 días, después de que estalló el Incendio Eaton el 8 de enero.
“Empezábamos con una reunión a las seis de la mañana para hacer un plan de trabajo. Teníamos una súper organización; y la limpieza la llevábamos a cabo entre las nueve de la mañana y las tres y cuatro de la tarde”.
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Bernardo, quien hace 37 años emigró de México a Los Ángeles, fue duramente afectado por el Incendio Eaton no porque las llamas hayan arrasado con su vivienda sino porque daba mantenimiento a diez casas en Altadena que fueron devastadas por el fuego.
“Perdí muchos trabajos”, dice Bernardo, quien compensó esa pérdida con el orgullo de trabajar apoyando a la comunidad en la limpieza de sus calles.
“Me siento de maravilla porque dimos una muestra de solidaridad en un momento de crisis; y pusimos ejemplo de que los jornaleros somos gente trabajadora, que paga impuestos y levanta a este país”.
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Luis Enrique Astorga, un jornalero de 58 años también fue líder de una cuadrilla de limpieza, revela que nunca imaginó el daño que iba a causar el aire.
“Y fue sorprendente ver como el incendio bajo del cerro hacia las partes bajas de Altadena”, dice.
Este hombre, inmigrante mexicano, quien apenas hace dos años se sumó a las filas de los jornaleros de Pasadena, dice que desde el primer día sintieron el agradecimiento y el apoyo de una comunidad que se volcó para ayudarlos en la limpieza, y con donativos.
“Llegué a manejar hasta 60 personas que nos dedicamos a limpiar calles y banquetas de los estragos del viento. Nada dentro de las propiedades, todo era afuera. Si encontrábamos cables caídos, dábamos el reporte a la compañía de luz, pero no lo tocábamos”.
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Al terminar cada día la jornada de limpieza, Luis Enrique dice que daban gracias a Dios y se tomaban un foto de grupo.
Como a Bernardo, el Incendio Eaton también le arrebató parte de su trabajo.
“Se llevó las casas de dos de mis patronas. Yo les daba mantenimiento a sus yardas. Aunque mi especialidad es la insulación con spray, los jornaleros sabemos hacer de todo, plomería, pintura, limpieza de yardas, mudanzas”.
Tanto Bernardo como Luis Enrique coinciden en que recolectaron de calles y aceras, seis millones de libras de basura verde, básicamente ramas que cayeron a causa del vendaval.
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Luis Enrique también se siente muy satisfecho porque de manera entusiasta, los jornaleros le echaron la mano a la comunidad que los necesitaba; pero a la vez está agradecido con la gente y organizaciones que les tendió la mano con donativos.
“En esos días no nos faltó el agua, la comida y los productos esenciales”.
Bernardo guarda la esperanza de que los gobernantes se tienten el corazón y ayuden a pasar una reforma migratoria en especial para los trabajadores que llevan 20 y 30 en el país.
“Obviamente para quienes tienen record limpio y demuestren que han pagado impuestos”.
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Recuento del apoyo
Manuel Vicente sostiene que los jornaleros aportaron 28,500 horas de trabajo voluntario, y tras que el Centro se convirtió en el epicentro de recepción y entrega de donativos a los afectados por los incendios de Los Ángeles, asistieron con comida y productos esenciales a 27,000 familias.
“Repartimos asistencia financiera en diferentes montos a 180 familias afectadas por los incendios y más de 500 pallets (tarimas) de comida, agua y productos esenciales”.
Luego de la certificación en desastres que les dio CalOSHA (División de Seguridad y Salud Ocupacional de California) a más de 175 jornaleros, están listos para comenzar la próxima semana a realizar limpiezas en las áreas afectadas por los incendios.
“La respuesta de los jornaleros, ante la tragedia provocada por los incendios, demuestra que somos solidarios, y que no somos los criminales y los violadores por los que no quieren hacer pasar. Estuvimos en la segunda línea de respuesta al desastre, en la limpieza y reconstrucción”, afirma.
Dice que con sus acciones han dado un golpe sobre la mesa; y aún más, “vamos a ser parte importante de la recuperación no solo de Altadena sino de Pacific Palisades”.
Expone que los jornaleros han salido a solidarizarse aún cuando algunos perdieron sus empleos cuando se les quemaron las casas de sus patrones, y otros hasta perdieron sus casas de alquiler en los incendios.
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Hay más por venir
Pablo Alvarado, codirector ejecutivo de NDLON, dice que bajo el lema de Somos Más, “Hay más por Venir”, más brigadistas recibirán capacitación de OSHA, más inmigrantes serán educados para conocer y hacer valer sus derechos constitucionales; y se organizarán más comités de autodefensa en todo el país.
Hace ver que pondrán más presión sobre los líderes locales para que apoyen políticas Santuario que desconecten a la policía local de la aplicación de las leyes federales de inmigración.
“Así es como podemos protegernos a nosotros mismos y a nuestras familias. La forma de enfrentar estos tiempos difíciles es contraatacar. Y luego contraatacar un poco más. Solo el pueblo salva al pueblo”.
Expone que la limpieza de árboles caídos y otros escombros causados por la tormenta y los incendios en Pasadena y Altadena está casi terminada, con jornaleros y voluntarios que limpiaron más de 3,000 toneladas de escombros en las primeras tres semanas.
“El centro de ayuda de NDLON en el Centro de Empleo Comunitario de Pasadena ha pasado de estar disponible las 24 horas del día a tener un ritmo más constante, mientras continúa apoyando a nuestros vecinos y brindando oportunidades a nuestros trabajadores”.
Enfatiza que el centro para jornaleros fue el corazón de los esfuerzos de respuesta al desastre, donde más de 10,000 voluntarios se unieron para ayudar a decenas de miles de personas afectadas por los incendios.
“Una vez más, el modelo de solidaridad, servicio y amor puesto en acción, el modelo por el que viven los jornaleros inmigrantes, demostró su eficacia en una crisis”.