Reunificación de padres e hijo en la era Trump

Pese a las políticas antiinmigrantes, padres de familia han logrado visas de turistas para poder ver a sus hijos inmigrantes

26 padres de familias se reunieron con sus hijos, trabajadores inmigrantes.

26 padres de familias se reunieron con sus hijos, trabajadores inmigrantes. Crédito: Araceli Martínez Ortega | Impremedia

Mientras esperaba por sus padres, a Julio César Alvarado le sudaban las manos.

“Estoy alegre, contento y nervioso”, dijo mientras sostenía un ramo de rosas rojas.

El nerviosismo no era para menos. A Julio César se le hacían eternos los minutos para abrazar a sus padres, a quienes desde hace diez años no veía. Emigró muy joven de Sinaloa de Leyva, un pueblo localizado al norte del estado mexicano de Sinaloa, en busca de oportunidades de trabajo a California.

Cuando su padre Aniceto Alvarado de 72 años y a su madre María Guadalupe de 60 años, aparecieron por la puerta del salón del  Centro para Adultos Mayores de la Ciudad de Lynwood en el condado de Los Ángeles, la emoción fue indescriptible.

Emotiva reunificación de padres e hijos en la ciudad de Lynwood, California.
Crédito: Araceli Martínez Ortega | Impremedia

Hijo y padres se fundieron en un largo y emotivo abrazo mientras las notas musicales de El Sinaloense, la melodía que es casi como un himno para los oriundos de Sinaloa, sonaba por todo lo alto.

“Nos vamos a consentir mutuamente. Es mi hijo varón más chico”, dijo María Guadalupe Moreno, enlazada al querubín de su familia.

No menos entusiasmado estaba Miguel Ángel Castro quien junto con su hijo Miguel de 15 años aguardaban ansiosos el momento de ver a su padre.

“Tengo 20 años que no lo veo. Mi hijo apenas lo va a conocer”, dijo Miguel Ángel.

El apretón de brazos que se dieron los tres hombres cuando se vieron las caras, fue enorme.

El abuelo se reúne con su hijo y su nieto en la ciudad de Lynwood, tras más de dos décadas de separación.
Crédito: Araceli Martínez Ortega | Impremedia

El padre y abuelo José Ignacio Cenadio Castro de 73 años no tuvo palabras para expresarse. Simplemente se quedó mudo. No daba crédito al reencuentro.

El hombre, quien es viudo, viajó desde Sinaloa de Leyva para reunirse con su hijo.

Los padres de Julio César como el de Miguel Ángel fueron parte de un grupo de 26 progenitores que se reunificaron con sus hijos trabajadores inmigrantes en Los Ángeles gracias al esfuerzo hecho por la Fraternidad Sinaloense de California, y por Paloma Lizárraga, una joven sinaloense, que organizó la travesía.

Foto del recuerdo de los padres de familia que llegaron a reunirse con sus hijos inmigrantes.
Crédito: Araceli Martínez Ortega | Impremedia

Reunificación de padres e hijos

La ciudad de Lynwood fue el lugar que sirvió como escenario para la reunificación familiar.

“La Fraternidad Sinaloense y la Ciudad de Lynwood somos los anfitriones. Es una satisfacción que todavía podamos reunir a las familias que tienen aquí a sus hijos trabajando, y que por muchos años no los han visto”, dijo Rita Soto, alcaldesa de Lynwood, quien también es originaria de Sinaloa, México.

“Nosotros hemos abierto las puertas de la ciudad para ayudarles en todo lo que podamos y hacer posible este reencuentro”.

Madre e hija logran reencontrarse tras más de una década de no verse en persona.
Crédito: Araceli Martínez Ortega | Impremedia

Paloma Lizárraga, la sinaloense que fue un factor clave para que 26 padres de familia se reunirán con sus hijos en Los Ángeles, dijo que tienen cinco años haciendo estos viajes de reencuentro, y cada uno ha representado un reto.

“Siempre venimos con la expectativa de lo que puede pasar al hacer el cruce fronterizo. En esta ocasión, por todo lo que está pasando, veníamos con mucho nervio porque sus hijos son inmigrantes. Por suerte, el cruce fue rápido y no tuvimos ningún problema”.

Dijo que no solo es el miedo a que les pongan obstáculos para entrar al país que cuidarlos para que no se vayan a caer, o sufran algún accidente.

“Un grupo de tres personas venimos acompañándolos en todo el trayecto porque estos padres son todos de la tercera edad, y nos hacemos cargo de ellos desde que nos los entregan en el aeropuerto”.

Paloma Lizárraga, la joven sinaloense, factor clave en la reunificación de padres e hijos.
Crédito: Araceli Martínez Ortega | Impremedia

Los padres de familia tomaron un vuelo de la ciudad de Culiacán a Tijuana; y luego de cruzar la frontera andando, viajaron en camionetas hasta Lynwood, donde se encontraron sus hijos.

“Vienen padres de todo Sinaloa como Choix, El Fuerte, Guasave, El Rosario, y Sinaloa de Leyva”.

La maestra Rosa Higuera, Paloma Lizárraga y la alcaldesa de Lynwood, Rita Soto, las mujeres detrás de la reunificación de familias de Sinaloa, México.
Crédito: Araceli Martínez Ortega | Impremedia

Guía y apoyo

Paloma se encarga de asesorar a los familiares y a los mismos padres con el trámite de la visa de turista.

“Mi apoyo es guiarlos en el proceso, acompañarlos al consulado de Estados Unidos para la visa. Prepararlos para la entrevista sobre las preguntas que les pueden hacer. Los llevo de la mano con el cónsul. Y no todos son aceptados. Hay visas que son rechazadas por el cónsul. No sabemos por qué, porque les preguntan lo mismo”.

 Paloma dijo que los padres tienen que declarar que sus hijos son indocumentados, y el cónsul decide si les da la visa.

“Mi recomendación es que sean honestos en las entrevistas, y las autoridades valoran eso, y aunque con la visa de turista, pueden quedarse hasta por seis meses, les aconsejo que no se excedan de ese tiempo y cumplan con todas las reglas para que no la vayan a perder”.

Este grupo de 26 padres de familia sinaloenses que se reunieron con sus hijos que no pueden viajar a México por su estatus migratorio, es el primero en el segundo mandato del presidente Trump.

Un encuentro entre lágrimas de padres e hijos en Lynwood, California.
Crédito: Araceli Martínez | Impremedia

“Las entrevistas para la visa fueron en febrero, cuando ya era presidente”, dijo la organizadora del viaje.

Explicó que los hijos gastan en el costo de la visa que es de $185, más los boletos de avión y los gastos de traslado. 

“Nosotros nos les cobramos, pero los hijos nos donaron $50 para apoyar con los gastos de viaje a las tres personas que los acompañamos desde Culiacán hasta entregarlos a los padres con sus hijos en Lynwood”.

Agregó que en esta ocasión como en otras veces, la Fraternidad Sinaloense los apoyó con la carta invitación para presentarla ante las autoridades de migración.

“Lo mejor que me dejan estos viajes de reencuentro de padres e hijos son sus bendiciones. Los papás me bendicen todo el camino, y a veces, uno está pasando por momentos difíciles en lo personal, y recibir sus bendiciones, es la mayor satisfacción.

“Muchas veces después de su viaje, cuando regresan a México, me escriben o me llaman para bendecirme otra vez y decirme que nunca van a olvidar que los ayudé a reunirse con sus hijos, y que siempre, van a estar agradecidos”.

Madre e hijo se unen en fuerte abrazo tras no verse por décadas.
Crédito: Araceli Martínez Ortega | Impremedia

Pura felicidad

“Estoy bien feliz”, dice Chary Iribe, quien tenía nueve años y tres meses, de no ver a su mamá Rafaela Soto de 73 años. 

“Yo soy la única hija y la más chica que vive fuera de México. En estos 15 días que va a pasar conmigo, la voy a llevar al mar, a las montañas y a ver a la nieve”, dice Chary, llena de sentimiento por el reencuentro con la autora de sus días.

“Mi mamá está como en shock por este encuentro, y lo primero que me ha pedido es que la lleve a San Pedro, porque la familia de mi papá ahi vivió y quiere conocer”, dice.

Entre ella y sus hermanos cooperaron para los gastos del viaje y la visa.

Rafaela, quien toda su vida fue panadera en Culiacán, confesó sentirse muy contenta.

“Se me hizo ver a mi hija y a mi yerno”, dijo llena de gozo.

Feliz encuentro entre madre e hijo.
Crédito: Araceli Martínez Ortega | Impremedia

Junto con sus tres hijos, Mizael Verdugo, vino desde Las Vegas a recoger a su mamá Francisca Félix a quien no veía desde hace 21 años.

“Estoy feliz. ¡Imagínense!, dijo sonriendo mientras abrazaba a su madre ,quien viajó desde Guasave, México.

“¿Cómo va a consentir a su mamá?

“¡No hombre! ella me va a consentir a mí. ¡Extraño el sazón de ella! ¡tantos años! Yo la voy a llevar a donde quiera comer fuera y a pasear, pero también quiero que me haga mis comidas preferidas”, dijo Mizael, todo entusiasmado estrechando a la mujer que le dio a la vida, y que llegó a pesar que quizá no la volvería a ver.

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