“Necesitamos poner fin al secuestro de Kilmar Ábrego y traerlo a casa”: senador que se reunió con salvadoreño deportado indebidamente por Trump
El senador demócrata por Maryland insiste en pedir la libertad del salvadoreño tras lograr reunirse con él

Crédito: Reuters
El día después de lograr reunirse con Kilmar Ábrego García en El Salvador, el senador estadounidense Chris Van Hollen quiso lanzar un mensaje claro nada más bajarse del avión en Washington: “Ahora necesitamos poner fin al secuestro de Kilmar Abrego y traerlo a casa”.
El político demócrata volvió a llamar a los gobiernos estadounidense y salvadoreño a poner en libertad a Ábrego, encarcelado en El Salvador pese a que no cuenta con antecedentes criminales y los tribunales de Estados Unidos han resuelto que fue deportado irregularmente.
El caso de este salvadoreño se ha convertido en el centro del pulso entre el gobierno de Donald Trump y los detractores de la campaña de deportaciones iniciada por mandatario estadounidense en su segunda presidencia.
El Departamento de Justicia admitió inicialmente ante un tribunal federal que su deportación se había debido a un “error administrativo”, pero más tarde insistió en acusarlo de pertenecer a la banda criminal salvadoreña MS-13 y ha desoído hasta ahora los requerimientos judiciales para retornarlo al país, incluido el del Tribunal Supremo, que concluyó que en su deportación que no se garantizó el derecho al debido proceso y ordenó al gobierno “facilitar” su regreso a Estados Unidos.
A su regreso de El Salvador, el senador Van Hollen se comprometió a continuar con sus esfuerzos por devolver a Ábrego “a casa”, pese a que la Casa Blanca ha asegurado que “nunca volverá a vivir en Estados Unidos”.
“En este caso no se trata de un solo hombre, se trata de proteger los derechos constitucionales de todos los que viven en Estados Unidos”, concluyó Van Hollen, que estuvo acompañado en el aeropuerto de Washington por la esposa de Ábrego, Jennifer Vázquez Sura.
Qué contó el senador de su encuentro con Ábrego

Van Hollen contó que las autoridades salvadoreñas se resistieron a permitirle encontrarse con Ábrego. Según dijo, le costó varios intentos y le transmitió su petición también al vicepresidente de El Salvador, Félix Ulloa, con el que se reunió.
Tras la negativa, contó, se dirigió en auto al Centro de Confinamiento del Terrorismo (Cecot), la polémica cárcel de máxima seguridad en la que se encontraba recluido Ábrego, pero fue interceptado en las inmediaciones por militares que le impidieron seguir adelante.
Según su relato, cuando se disponía a abandonar el país, se le comunicó que podría reunirse con el preso, que fue trasladado hasta el hotel donde se alojaba.
Allí se encontró con Ábrego, que le dijo que en su celda en el Cecot había “unos 25 prisioneros”.
Contó que había sufrido “burlas” de algunos de los otros presos y que pensar en su familia le daba las fuerzas para soportar lo que Van Hollen describió como un “calvario y una pesadilla”.
El senador dijo que Ábrego fue transferido hace 9 días a una prisión en la localidad de Santa Ana en la que había “mejores condiciones”, pero en la que sigue totalmente incomunicado con el mundo exterior.
Según el senador, Ábrego no puede recibir noticias de fuera de la cárcel ni ha podido comunicarse con su familia y abogados.
El preso se alegró de conocer que el Tribunal Supremo de Estados Unidos había fallado que su deportación fue irregular y de saber que sus compañeros en un sindicato de trabajadores del metal de Maryland están haciendo campaña por su liberación: “Eso le hizo sonreír”, dijo Holland.
El senador interpeló directamente al gobierno de Trump. “Si quieren hacer afirmaciones sobre el señor Ábrego García y la MS-13, deberían presentarlos en el tribunal y no en las redes sociales, no en ruedas de prensa”
“Comparezcan ante el tribunal o cállense”, les dijo.

Las reacciones al encuentro del senador y Ábrego
El presidente de El Salvador republicó en X las fotos del senador reuniéndose con Ábrego García y pareció burlarse de la preocupación por el bienestar del recluso.
Bukele comentó que Ábrego García “había resucitado milagrosamente de los ‘campos de exterminio’ y la ‘tortura'” en el “paraíso tropical de El Salvador”.
“Ahora que se ha confirmado su salud, tiene el honor de permanecer bajo custodia de El Salvador”, añadió el presidente, que en un reciente encuentro con Trump en el Despacho Oval se refirió a Ábrego como “terrorista”, pese a que nunca ha sido condenado por ningún delito.
La Casa Blanca calificó la visita de Van Hollen como “desagradable” y dijo que demostraba que los demócratas están del lado de “un terrorista de la MS-13 que es un inmigrante ilegal”, mientras que el presidente Trump está del lado de los estadounidenses respetuosos de la ley.
Por qué ganó tanta importancia el caso de Ábrego

Ábrego es un trabajador de la industria metalúrgica y padre de familia salvadoreño que vivía en el estado de Maryland con su esposa y sus hijos hasta que, a mediados de marzo, fue detenido y enviado al Centro de Confinamiento del Terrorismo (Cecot), la megaprisión de El Salvador.
De acuerdo con documentos judiciales, Ábrego llegó indocumentado a Estados Unidos en 2011. Tenía 16 años.
Según su abogado, Simón Sandoval-Moshenberg, llegó a país huyendo de las amenazas en su contra de las pandillas en El Salvador. “Desde 2006, miembros de las pandillas lo habían acosado, golpeado y amenazado con secuestrarlo y matarlo con el objetivo de coaccionar a sus padres para que sucumbieran a la extorsión”.
Aunque en 2019 un juez de Inmigración consideró a Ábrego García un posible miembro de la MS-13, el joven apeló la decisión y alegó que la acusación se basaba solo en una denuncia anónima.
El tribunal finalmente estableció que no debía ser deportado a El Salvador, al considerar que era creíble su temor a ser perseguido y torturado allí.
Como resultado de esa decisión, el joven salvadoreño fue liberado y desde entonces había vivido en Maryland con su esposa, una ciudadana estadounidense, y el hijo de ambos.
Hasta que agentes de inmigración lo detuvieron hace algunas semanas y fue deportado a El Salvador pese a la orden judicial que impedía su deportación.
La juez federal Paula Xinis resolvió que el gobierno no había presentado evidencias de su supuesta pertenencia a la MS-13, que se basaban en “una única acusación y sin fundamento”, por lo que ordenó al ejecutivo disponer su regreso a Estados Unidos.
El gobierno despidió entonces al abogado del Departamento de Justicia que había admitido que la deportación de Ábrego se debió a un “error administrativo” y recurrió al Tribunal Supremo, que se pronunció de urgencia y mantuvo que el gobierno debe “facilitar” la liberación de Ábrego y “asegurar que su caso se maneja como lo hubiera sido de no haber sido enviado indebidamente a El Salvador”.

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