Vinculan reducción intensiva de la presión arterial con menor riesgo de demencia
Un estudio en China reveló que controlar intensamente la presión arterial reduce un 15% el riesgo de demencia y un 16% el de deterioro cognitivo

La presión arterial superior a 180/120 mm Hg se considera crisis hipertensiva o crisis. Crédito: chayanuphol | Shutterstock
Una investigación de gran escala realizada en comunidades rurales de China está arrojando nueva luz sobre la relación entre el control de la presión arterial y la prevención de la demencia. Publicado en la revista Nature Medicine, el estudio demuestra que tratar la hipertensión de forma intensiva no solo mejora la salud cardiovascular, sino que también podría ser clave para reducir el deterioro cognitivo a largo plazo.

Conocida como el “asesino silencioso”, la hipertensión ha sido durante años un factor de riesgo principal para ataques cardíacos, insuficiencia cardíaca y accidentes cerebrovasculares. Sin embargo, ahora también se perfila como una amenaza para la salud cerebral.
La nueva investigación aporta evidencia contundente sobre cómo el tratamiento eficaz de esta condición puede ayudar a prevenir la demencia, una enfermedad neurodegenerativa que afecta a millones de personas en todo el mundo.
El estudio involucró a casi 34.000 adultos mayores de 40 años que vivían en zonas rurales de China y que no estaban recibiendo tratamiento para la hipertensión. Estos participantes fueron divididos por comunidades en dos grupos, uno recibió atención intensiva y el otro, atención habitual.
El grupo de intervención fue atendido por trabajadores sanitarios comunitarios, conocidos localmente como “médicos de aldea”, quienes no son médicos, pero están entrenados para brindar atención básica.
Estos profesionales ofrecieron medicamentos antihipertensivos gratuitos o a bajo costo, monitoreo del tratamiento, y asesoramiento sobre hábitos de vida saludables como reducción del consumo de sal, control del peso y menor ingesta de alcohol.
El objetivo era claro, reducir la presión arterial por debajo de 130/80 mm Hg. En cambio, el grupo de control recibió atención tradicional con una meta menos exigente, mantener la presión por debajo de 140/90 mm Hg.
Niveles de presión arterial
La diferencia no solo se reflejó en los niveles de presión arterial logrados, sino también en los resultados cognitivos. Tras cuatro años, quienes recibieron el tratamiento intensivo mostraron una disminución del 15% en la aparición de demencia y una reducción del 16% en el deterioro cognitivo, en comparación con el grupo de atención habitual.
Para muchos expertos, estos resultados representan un avance crucial. Dan Jones, expresidente de la Asociación Americana del Corazón, afirmó que este estudio ofrece una base sólida para motivar a los pacientes a tratar su hipertensión con mayor rigor. “Ahora tenemos una razón más para actuar, y es una razón que afecta tanto al corazón como al cerebro”, declaró.

Aunque antes se había observado una correlación entre presión arterial baja y menos casos de demencia, los estudios previos eran limitados en escala y duración. Esta nueva investigación, en cambio, permite hablar con mayor certeza sobre una relación de causa y efecto.
El enfoque comunitario utilizado también ha llamado la atención a nivel global. Estudios anteriores en publicaciones como The Lancet y JAMA Cardiology ya habían señalado el potencial de los trabajadores de salud no médicos para manejar la hipertensión con éxito, incluso en contextos de bajos recursos.
La experiencia en China podría ofrecer lecciones valiosas también para países desarrollados, donde las tasas de control de la presión arterial son bajas. En Estados Unidos, por ejemplo, cerca del 75% de los adultos hipertensos no logran mantener sus niveles dentro del rango recomendado, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades.
Expertos internacionales consideran que este modelo, sencillo y accesible, podría tener aplicación más allá de las comunidades rurales. Aunque el estudio no permite afirmar si los beneficios se mantendrán a largo plazo, investigadores como Richard Oakley, de la Sociedad de Alzheimer del Reino Unido, ven motivos para el optimismo. “Lo que es bueno para el corazón, suele ser también bueno para el cerebro”, destacó.
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