216 niños murieron en la primera temporada de gripe en EE. UU

EE.UU. vivió su temporada de gripe más letal en 15 años con 216 muertes pediátricas, impulsadas por la baja vacunación y la desinformación

13% de los niños que murieron de gripe esta temporada tienen daño cerebral CDC

La vacunación sigue siendo la principal herramienta para prevenir la gripe y sus consecuencias más graves.  Crédito: Bonn_A | Shutterstock

La temporada de gripe más reciente en Estados Unidos ha dejado una huella en la salud infantil, al registrar 216 muertes pediátricas, la cifra más alta en los últimos 15 años. Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), esta fue la primera temporada de gripe clasificada como de “alta gravedad” desde la de 2017-2018, afectando a todos los grupos etarios por igual. La última vez que se registró una cifra comparable fue durante la temporada 2009-2010, cuando se reportaron 236 muertes pediátricas asociadas a la influenza, en el contexto de la pandemia de gripe H1N1.

Las cifras actuales reflejan un retroceso en materia de prevención, impulsado por el creciente escepticismo hacia las vacunas, fenómeno que preocupa profundamente a las autoridades sanitarias. En el estado de Nueva York, 25 menores fallecieron por complicaciones derivadas de la gripe, el número más alto jamás reportado en una sola temporada. De acuerdo con el comisionado de salud del estado, Dr. James McDonald, solo uno de esos niños había recibido la vacuna contra la gripe. Otros cinco eran bebés menores de seis meses, por lo que aún no eran elegibles para la inmunización. McDonald expresó su inquietud sobre el rol que ha jugado la desinformación en este escenario, argumentando que las campañas antivacunas, muchas veces impulsadas en redes sociales.

Este aumento de casos graves y fallecimientos ocurre en un contexto hospitalario desafiante. Durante el invierno, múltiples hospitales del país informaron un notable incremento en los ingresos de menores con complicaciones severas por gripe, entre ellas neumonía, deshidratación e incluso insuficiencia orgánica. La Academia Estadounidense de Pediatría reportó que, en apenas un mes, las hospitalizaciones de niños entre 5 y 17 años aumentaron en un 145%, pasando de 959 casos el 4 de enero a 2.348 el 1 de febrero.

Más allá de los fallecimientos, la magnitud general de la temporada ha sido extraordinaria. Se estima que más de 47 millones de personas contrajeron gripe en Estados Unidos, lo que resultó en 610.000 hospitalizaciones y aproximadamente 26.000 muertes en total. Estos números superan ampliamente los de temporadas recientes y confirman la gravedad del brote, que muchos expertos ya consideran el peor en más de una década.

Una de las razones detrás de este escenario es la caída sostenida en la vacunación contra la influenza. Los CDC señalaron que en la temporada 2023-2024 apenas un 55,4% de los menores entre seis meses y 17 años recibió al menos una dosis de la vacuna, un descenso respecto al 57,4% de la temporada anterior y muy por debajo del 63,7% reportado en 2019-2020. Este declive ha sido vinculado al aumento de la desinformación médica, que circula con fuerza en plataformas digitales y a menudo se ve amplificada por figuras públicas, incluso por algunos responsables políticos.

La doctora Anita Patel, especialista en cuidados críticos pediátricos en el Hospital Infantil Nacional de Washington D.C., reconoció recientemente que esta ha sido la temporada de gripe más dura que ha presenciado en más de diez años. “La muerte es, sin duda, la consecuencia más trágica, pero muchos niños sanos han terminado en respiradores”, advirtió.

Frente a esta crisis, investigadores de la Escuela de Salud Pública Mailman de la Universidad de Columbia han subrayado la urgencia de desarrollar estrategias eficaces contra la desinformación. Entre sus propuestas se encuentra el “prebunking”, una técnica que enseña a los usuarios a detectar contenidos falsos antes de que estos logren influir en sus decisiones. Su mensaje es claro, las redes sociales, epicentro de la desinformación actual, también deben formar parte activa de la solución.

Mientras se analiza la temporada 2024-2025, la preocupación es evidente, sin un cambio drástico en la percepción pública de las vacunas y sin una mejora en las tasas de inmunización, los niños seguirán siendo víctimas evitables de enfermedades prevenibles.

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