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Lengua Ozempic: nuevo efecto secundario del medicamento

Ozempic no solo reduce el hambre, también altera el gusto, muchos pacientes reportan sabores metálicos y rechazo a sus alimentos favoritos

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Crédito: Shutterstock

El uso de medicamentos para la pérdida de peso como Ozempic está provocando cambios que van más allá de la talla del pantalón o el número en la balanza. Cada vez más pacientes y médicos reportan un efecto secundario poco conocido pero muy frecuente, una alteración radical del sentido del gusto, conocido popularmente como “lengua de Ozempic”.

Aunque el principal mecanismo de estos fármacos es suprimir el apetito y ralentizar la digestión, los especialistas ahora reconocen que también afectan la forma en que el cerebro procesa el placer relacionado con la comida. Esto puede provocar que alimentos antes deseados se vuelvan desagradables o incluso incomibles. El doctor Daniel Rosen, especialista en obesidad con sede en Nueva York, ha observado cómo algunos carnívoros empedernidos abandonan de golpe el filete, las salchichas y otros cortes favoritos, describiendo un sabor “metálico” que vuelve imposible disfrutar de esos platos. En contraste, algunos vegetarianos bajo tratamiento han empezado a tener antojos de carne, algo completamente opuesto a sus hábitos anteriores.

Esta transformación no es exclusiva de pacientes anónimos. Celebridades como Emily Simpson, estrella de The Real Housewives of Orange County, han compartido cómo la medicación les hizo perder el placer de comer porque “nada sabe bien”. Incluso el reconocido cirujano plástico Dr. Terry Dubrow interrumpió su tratamiento durante las fiestas para poder volver a disfrutar de la comida.

La “lengua de Ozempic” se está haciendo cada vez más conocida, especialmente mientras crece el acceso a estos medicamentos en Estados Unidos. El expresidente Donald Trump ha prometido reducir los costos de los fármacos para bajar de peso, relatando que un amigo suyo pagó apenas 88 dólares por Ozempic en Londres, mientras que en Nueva York le costaba más de 1.300 dólares. Una reciente orden ejecutiva busca corregir esta disparidad, haciendo que más estadounidenses puedan acceder al tratamiento.

Sin embargo, el acceso masivo también podría venir acompañado de un aumento de estos efectos secundarios. Una investigación de la Universidad de Arkansas reveló que muchos usuarios han comenzado a rechazar alimentos como refrescos, granos refinados, carne de res, cerdo, café, alcohol y jugos azucarados. En cambio, han incrementado su consumo de frutas, vegetales de hoja verde y agua. Aunque los investigadores no precisan la causa exacta, el Dr. Rosen sugiere que el origen está en la neuroquímica del placer alimentario, los medicamentos GLP-1 disminuyen la respuesta de dopamina que se produce al comer, reduciendo así la satisfacción que normalmente se asocia con ciertos alimentos.

“Ver una hamburguesa jugosa ya no provoca el mismo deseo, y el primer bocado no produce el estallido de sabor que antes motivaba a seguir comiendo”, explica Rosen. “El sistema de recompensa cerebral se ve afectado, y por eso muchos describen la comida como insípida o con sabor a metal”.

Además, algunos pacientes desarrollan una sensación de sabor ácido o amargo, consecuencia del vaciamiento gástrico más lento que estos medicamentos provocan. Esto puede generar reflujo y dejar un regusto desagradable en la boca, especialmente en la parte posterior de la garganta.

En foros como Reddit, cientos de usuarios comparten sus experiencias con este fenómeno. Algunos reportan una mayor sensibilidad a alimentos picantes, incluso a niveles suaves. Otros ya no toleran la sal, los dulces o el café. Una usuaria explicó que desde que toma Ozempic no puede ni siquiera disfrutar de una bebida energética o un pequeño trozo de pastel, porque le resultan excesivamente dulces o artificiales.

Para muchos, estos cambios son desconcertantes. Pero el Dr. Rosen destaca que también pueden tener efectos positivos, si el objetivo es perder peso, consumir menos calorías y optar por alimentos más saludables puede ser un resultado bienvenido, aunque llegue acompañado de una experiencia gastronómica menos placentera. En sus palabras, “es un equilibrio, pero quienes han lidiado con la obesidad la mayor parte de su vida están dispuestos a aceptarlo”.

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