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La disputa por “Mini” que perdió BMW ante BYD: así pasó

BMW intentó detener el uso de la palabra «Mini» por parte de BYD en el nombre comercial de su modelo Dolphin Mini, alegando una posible infracción de marca

MINI John Cooper Works

MINI John Cooper Works. Crédito: BMW. Crédito: Cortesía

En el universo del marketing automotriz, una sola palabra puede contener décadas de historia, miles de millones de dólares en posicionamiento de marca y una fuerte carga emocional. Así ha sido con “Mini”, el nombre que BMW ha resguardado celosamente desde que adquirió la icónica marca británica en los años noventa.

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Sin embargo, esa palabra de apenas cuatro letras también forma parte del nombre del Dolphin Mini, un hatchback eléctrico desarrollado por la automotriz china BYD, y eso fue suficiente para que se desatara una batalla legal silenciosa pero significativa.

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Todo comenzó cuando BYD lanzó versiones de su compacto Dolphin con la denominación “Mini” en algunos mercados internacionales. A ojos de BMW, eso representaba algo más que una simple coincidencia o un descriptor genérico.

El grupo alemán, dueño de la marca MINI (así, en mayúsculas), vio en ese movimiento una amenaza directa a uno de sus activos más valiosos.

Así, la empresa alemana interpuso solicitudes y reclamos formales ante los entes de registro de marcas en países como Brasil, Chile, México y Australia.

En todos esos territorios, BYD estaba comercializando o preparándose para comercializar su Dolphin Mini, un auto pequeño, urbano, de estética juvenil, exactamente el tipo de vehículo que BMW, con MINI, ha ofrecido durante décadas.

Un caso de nombres y percepciones

A simple vista, el asunto parece trivial. ¿Qué tanto puede importar una palabra como “mini”? Para BMW, mucho. MINI no es solo una marca, es una identidad visual, histórica y comercial.

Desde su relanzamiento bajo el paraguas alemán en el año 2000, MINI se ha transformado en sinónimo de exclusividad compacta, estilo europeo y tecnología premium en un formato reducido.

La disputa se intensificó porque, además de compartir el término “Mini”, los modelos de BYD y MINI compiten en categorías similares de tamaño, precios y propósito urbano. BMW lo consideró un riesgo para la claridad del mercado, temiendo que los consumidores pudieran asumir que el Dolphin Mini tenía alguna relación con MINI o, peor aún, que el nombre buscaba beneficiarse de la reputación establecida de la marca alemana.

Sin embargo, las autoridades de propiedad intelectual de los países donde BMW presentó sus argumentos no compartieron esa preocupación. De manera sistemática, las entidades encargadas rechazaron la postura del fabricante europeo y autorizaron a BYD a registrar la marca “Dolphin Mini” sin mayores impedimentos.

El encanto del Mini Cooper S Convertible
El encanto del Mini Cooper S Convertible. Crédito: BMW Group.
Crédito: Cortesía

El argumento central en esos fallos fue claro: la palabra “mini” es un término descriptivo y de uso común para referirse a objetos de menor tamaño. En ese sentido, no puede considerarse propiedad exclusiva de una marca, sobre todo si se usa como adjetivo y no como nombre principal.

Según documentos oficiales de uno de los organismos encargados, “no existe riesgo de confusión sustancial entre las marcas MINI de BMW y Dolphin Mini de BYD, ya que el nombre completo debe analizarse como una unidad, no desglosado en partes”.

La defensa de BYD y el contexto en América Latina

BYD, por su parte, respondió con un enfoque pragmático: “Dolphin Mini” no hace alusión a ninguna marca registrada. Es simplemente una manera de diferenciar una versión más compacta del Dolphin, su hatchback original.

En la mayoría de países, incluyendo Colombia, el modelo más pequeño ni siquiera lleva ese nombre. Se comercializa como “Seagull”, conservando la identidad de producto original.

Además, como bien sostuvieron los representantes legales de BYD, “Dolphin Mini debe analizarse como un conjunto indivisible, y ‘Mini’ simplemente indica una versión más pequeña”.

Esa claridad conceptual ayudó a la firma china a sortear las objeciones de BMW sin necesidad de emprender contrademandas o acciones legales ofensivas.

De hecho, cabe resaltar que BMW, si bien expuso sus argumentos ante oficinas de marcas, no ha iniciado demandas judiciales formales contra BYD por esta cuestión.

El Mini Cooper S Convertible al detalle
El Mini Cooper S Convertible al detalle. Crédito: BMW Group.
Crédito: Cortesía

Un antecedente incómodo para BMW

Esta derrota no es menor. Aunque no involucra indemnizaciones millonarias ni titulares escandalosos, marca un punto importante en la tensión creciente entre fabricantes tradicionales europeos y las nuevas potencias chinas del sector automotor.

BYD, además de ser uno de los mayores productores de vehículos eléctricos del mundo, ha demostrado tener una estrategia de expansión agresiva pero legalmente astuta.

BMW, por su parte, deberá reconsiderar cómo proteger su marca MINI en un mundo donde los términos genéricos y los descriptores comunes ya no ofrecen tanta exclusividad como antes.

“Mini” es ahora, según las autoridades, una palabra que puede usarse sin generar confusión, siempre que forme parte de un nombre compuesto y no se comercialice de forma aislada.

Esto genera un precedente que podría tener consecuencias a futuro. Si otras marcas comienzan a usar “Mini” como parte de sus denominaciones, BMW podría enfrentarse a una ola de situaciones similares, en las que la defensa de su identidad histórica se vea cada vez más complicada.

Un poco de historia: ¿Cómo llegó MINI a manos de BMW?

La historia de MINI comienza en 1959 en el Reino Unido, cuando fue lanzado como una respuesta al auge de los autos pequeños tras la crisis del canal de Suez. El compacto y económico vehículo se volvió ícono cultural británico en los años 60, tanto por su diseño como por sus éxitos en competencia, incluyendo el Rally de Montecarlo.

A lo largo de las décadas, MINI pasó por diversos propietarios, entre ellos British Leyland, Rover Group y otras firmas que fueron parte del cambiante panorama automotriz británico.

Fue en 1994 cuando BMW adquirió el grupo Rover, tomando el control de MINI en el proceso. Aunque BMW eventualmente vendió buena parte de Rover, decidió conservar MINI como una marca clave para su portafolio.

A partir de 2001, MINI fue relanzada como una submarca premium bajo la gestión alemana, con diseño actualizado, tecnología moderna y una fuerte campaña de posicionamiento global.

Desde entonces, ha sido uno de los activos estratégicos de BMW para atraer a un público joven, urbano y con inclinaciones por la movilidad compacta y estilizada.

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