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Inmigrante tiene 6 meses arrestado y pide desesperadamente su deportación: “No aguanto un día más”

El hombre lleva casi seis meses en una celda migratoria en Texas y pide irse ya. Prefiere la deportación antes que seguir encerrado un día más

El gobierno de Trump planea ampliar la capacidad de los centros de detención con $45,000 millones, mientras el ICE supera ya las 60,000 personas detenidas.

El gobierno de Trump planea ampliar la capacidad de los centros de detención con $45,000 millones, mientras el ICE supera ya las 60,000 personas detenidas. Crédito: Eric Gay | AP

Juan Manuel Fernández-Ramos ha perdido la cuenta de los días que lleva detenido en el Centro de Detención IAH Polk, en Livingston, Texas. Lo único que tiene claro es que no quiere seguir ahí.

“Yo voy a pedir mi deportación, no aguanto aquí un día más”, asegura este cubano de 30 años, encerrado desde hace casi seis meses tras una detención por manejar ebrio a solo tres minutos de su casa en Tampa. La falta fue “menor”, pero las consecuencias, devastadoras.

En la celda A1, donde comparte espacio con otros siete hombres, mexicanos, cubanos y un beliceño, el tiempo parece haberse detenido. Según describe un reportaje publicado en El País, apenas tienen una mesa, un televisor, un baño sin puertas y un calor sofocante que se cuela en los uniformes rojos y naranjas marcan la rutina de los internos.

Cada día comienza con un desayuno escaso y termina, muchas veces, con discusiones, insomnio y el deseo de escapar, aunque sea mediante la deportación.

Juan tiene hasta el 19 de agosto para dejar el país, pero sigue preso

Juan ya no espera un milagro judicial y el 7 de julio tuvo su última audiencia ante un juez migratorio. Pagó $15,000 a un abogado en un intento desesperado por salir, pero no hubo caso: no calificaba para asilo. “Me encabroné y le dije al juez que hiciera lo que quisiera conmigo”, contó.

El abogado le sugirió optar por la salida voluntaria, un camino promovido por el gobierno de Donald Trump bajo la promesa de que podrían volver en el futuro, legalmente, con ayuda de una app oficial y un pago de $1,000. Juan accedió: pagó $500 más para ser liberado y tendrá hasta el 19 de agosto para abandonar Estados Unidos por su cuenta. Pero aún sigue esperando.

Cuando unos se van… Otros llegan

Mientras tanto, la vida dentro del centro sigue siendo una batalla diaria. Las condiciones higiénicas, mínimas. “Esto es lo más feo que he visto en mi vida”, afirma Juan Manuel, asegurando haber perdido más de 13 kilos desde su ingreso.

Las duchas, los alimentos y hasta la temperatura parecen diseñados para quebrarlos. “No es un calor normal”, agrega. “Aquí los gordos se ponen flacos, y los flacos no se ven”.

Su compañero Alejandro García, un stripper cubano detenido por una pelea en Texas, ya no soporta la convivencia. “Aquí nos fajamos por todo, hasta por un calzoncillo”, dice. También pidió su deportación, aunque en su caso, teme volver a Cuba. Preferiría México, pero las autoridades no le ofrecen esa opción.

Otros como Emmanuel Hernández (Belice) y Jaime Navarro (México) temen por su vida si son devueltos a sus países. Emmanuel fue víctima de violencia en Guadalajara y Jaime asegura haber sido torturado por grupos criminales.

El gobierno de Trump planea ampliar la capacidad de estos centros con $45,000 millones, mientras el ICE supera ya las 60,000 personas detenidas, muy por encima de las 41,500 que permite el Congreso. En Livingston, las celdas como la de Juan seguirán llenas. Y cuando uno se va, otro toma su lugar.

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