Pasar más de 8 horas sentado puede aumentar el riesgo de hígado graso
La evidencia científica indica que estar sentado mucho tiempo está vinculado a riesgos metabólicos

El hígado graso está fuertemente asociado con un aumento del riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares y diabetes Crédito: Shutterstock
Hay hábitos que seguramente, sin estar consciente, te pueden llevar ser proclive a padecer de alguna enfermedad o condición. Uno de los estados más frecuentes es el sedentarismo, un factor de riesgo importante para el desarrollo de hígado graso, también conocido como esteatosis hepática.
La inactividad física prolongada puede llevar a la acumulación de grasa en el hígado, incluso en personas que no consumen alcohol en exceso. Ello porque dificulta la regulación del metabolismo de las grasas y puede aumentar la resistencia a la insulina, lo que contribuye a la acumulación de grasa en el hígado.
Aunque parezca de lo más superfluo, pasar más de 8 horas sentado al día podría aumentar tu riesgo de hígado graso.
Pasar 8 horas o más sentado aumenta el riesgo de desarrollar hígado graso, especialmente la enfermedad del hígado graso no alcohólico (EHGNA).
La evidencia científica indica que estar sentado mucho tiempo está vinculado a riesgos metabólicos como aumento de la grasa corporal, presión arterial alta y niveles elevados de glucosa y colesterol, factores que favorecen el hígado graso.
Estudios con grandes poblaciones han demostrado que más de 8 horas diarias sentado, sin realizar actividad física, incrementa significativamente este riesgo, incluso en personas con peso normal.
Por otro lado, realizar de 60 a 75 minutos diarios de actividad física moderada puede compensar los efectos negativos de estar sentado mucho tiempo. Practicar ejercicio regularmente reduce la grasa hepática y la inflamación crónica vinculada al sedentarismo, siendo el método más efectivo para prevenir o mejorar el hígado graso.

Condición de hígado graso
Los principales riesgos de padecer hígado graso incluyen el desarrollo de complicaciones hepáticas graves como cirrosis, insuficiencia hepática y cáncer de hígado. Además, el hígado graso está fuertemente asociado con un aumento del riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares, diabetes tipo 2, síndrome metabólico, hipertensión y alteraciones en los niveles de colesterol y triglicéridos en sangre.
Factores específicos que incrementan la probabilidad de presentar hígado graso y sus complicaciones son:
- Obesidad, especialmente acumulación de grasa en la cintura.
- Diabetes tipo 2 y resistencia a la insulina.
- Síndrome metabólico, que incluye presión arterial alta y lípidos anormales en sangre.
- Edad media o avanzada, y antecedentes familiares.
- Consumo excesivo de alcohol (para la variante alcohólica).
- Factores genéticos y algunos trastornos metabólicos, como hipotiroidismo o apnea obstructiva del sueño.
- Consumo de ciertos medicamentos o exposición a toxinas, aunque son menos comunes.
El hígado graso puede dañar el hígado durante años sin síntomas claros, siendo detectado frecuentemente en exámenes rutinarios. La gravedad varía desde acumulación simple de grasa (esteatosis) hasta esteatohepatitis (inflamación) que puede progresar a fibrosis, cirrosis e incluso cáncer hepático.
Además del daño hepático, la enfermedad del hígado graso no alcohólico (EHGNA) está relacionada con un gran aumento del riesgo de enfermedades cardiovasculares, incluyendo aterosclerosis e insuficiencia cardíaca, que son causas importantes de mortalidad en estos pacientes.
El control de los factores de riesgo como obesidad, diabetes y hábitos alimenticios es fundamental para evitar la progresión de la enfermedad y sus complicaciones.
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