Cómo se vive en Culiacán a un año del arresto de “El Mayo” Zambada
Calles solas, negocios cerrados y un ambiente donde se respira el miedo es lo que se vive en Culiacán, Sinaloa desde hace un año

La sensación de encierro se ha extendido entre los habitantes. Crédito: Fernando Llano | AP
La vida en Culiacán ya no es igual. A un año del arresto de Ismael “El Mayo” Zambada, líder histórico del Cártel de Sinaloa, las calles viven entre el silencio, la incertidumbre económica y un miedo que se ha normalizado.
La causa: la guerra entre las facciones de Los Chapitos y La Mayiza ha dejado cifras alarmantes de muertos, transformó la vida cotidiana y dejó ruinas económicas en casi todos los sectores.
La violencia no es nueva para Culiacán, pero desde la entrega de “El Mayo” a las autoridades estadounidenses hace exactamente un año, el tejido social se rompió aún más.
En las calles, antes llenas de bullicio, ahora se observan más cortinas metálicas abajo que comercios abiertos.
El presidente de la Asociación de Empresarios del Centro de Culiacán (ADECEM), Julio César Silva, señala que los sectores más afectados han sido el comercio, los servicios, el ramo inmobiliario y la venta de vehículos. “Muchas personas se fueron de la ciudad, vendieron o abandonaron sus casas. Hay un abandono palpable”, dice.
El cierre definitivo de Applebee’s es una de las evidencias más importantes de la crisis; pasó de estar lleno de comensales a quedar vacío por falta de clientes, según señala el diario Milenio.
Lo mismo sucede con los restaurantes de mariscos, que cierran uno a uno debido a la falta de clientes y el miedo que inunda a los pobladores.
“Estamos secuestrados”
La sensación de encierro se ha extendido entre los culiacanenses. “Nos cambió la vida. Se nos acabó la libertad definitivamente, nos dio un giro de 180grados en la manera de convivir, de estar secuestrados” afirma María Isabel Cruz Bernal, representante del colectivo de búsqueda Sabuesas Guerreras.
“Estamos secuestrados en nuestros hogares. Ya no podemos visitar a la familia por la noche ni salir a una discoteca”.
La captura de “El Mayo” Zambada desató una lucha por el control del territorio entre las dos principales facciones del cártel, y la violencia escaló a un nivel que la ciudadanía no anticipó. Desde levantones masivos de jóvenes hasta cuerpos colgados en puentes, el miedo se ha vuelto parte del día a día, afirma el sitio Infobae México.
“Antes eran personas ligadas al narco. Ahora levantan a jóvenes que no tienen nada que ver. Es un juego de poder entre los dos bandos”, añade Cruz Bernal, quien estima que hay más de 2,500 personas desaparecidas en la región, el doble de lo que reconoce oficialmente la Fiscalía estatal.
El toque de queda no es oficial, pero es real. Por la noche, las calles del centro están desiertas. Uno de los icónicos restaurantes, el Panamá, conocido por abrir las 24 horas, ahora cierra sus puertas al atardecer.
Cruz Bernal narra que ya no se escuchan tantos corridos ahí en Culiacán como antes se escuchaban. “Es más, ya ni carros hay, había muchos, ya no hay tantos, ya no hay carros de lujo. Los que quedan son puros viejitos aquí”, declaró al medio citado.
Los bares y cafeterías operan con horario restringido o definitivamente han cerrado. Algunos negocios, sin embargo, han optado por resistir. Tal es el caso de Rosa Moka, cafetería que decidió abrir sus puertas en medio del conflicto.
Un grupo de 21 empresarios creó el Patronato de Revitalización del Centro Histórico, que ha logrado organizar eventos culturales y peatonalizar la zona, hoy vigilada por la Guardia Nacional, con apoyo del Instituto Sinaloense de Cultura y la Universidad Autónoma de Sinaloa.
Este esfuerzo dio frutos: en mayo, el Paseo del Ángel fue declarado el primer Barrio Mágico de Sinaloa, lo que da un atisbo de esperanza al estado a exactamente un año de la captura de “El Mayo” Zambada.
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