NVIDIA y la guerra de chips: el impacto en autos autónomos
Tras años de guerra comercial, EE.UU. permite que NVIDIA reanude la venta de su chip H20 en China. La decisión revela que la tensión tecnológica tiene límites

Así es el interior del Cadillac OPTIQ-V 2026. Crédito: Cadillac. Credit: Cortesía
Durante más de cinco años, la relación entre Estados Unidos y China ha estado marcada por una guerra comercial centrada en semiconductores y tecnología de inteligencia artificial (IA).
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Las restricciones impuestas por la administración de Donald Trump, que buscaban frenar el acceso de Pekín a chips avanzados, han puesto en jaque tanto a fabricantes chinos como a empresas estadounidenses, evidenciando que la confrontación tecnológica no es un juego de suma cero.
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Hoy, el giro estratégico en la política de Washington ha dejado claro que incluso la primera potencia mundial necesita cuidar su industria. El chip H20 de NVIDIA, bloqueado durante meses, volverá a comercializarse en China.
Este componente, esencial para el entrenamiento de sistemas de conducción autónoma, se ha convertido en una pieza clave para la industria automotriz mundial, aunque nunca llegue a instalarse directamente en los vehículos.
Detrás de este permiso hay una señal de pragmatismo: los beneficios económicos y la estabilidad de la cadena de suministro de semiconductores han pesado más que la retórica de confrontación.
Y es que el futuro de la movilidad, con millones de coches autónomos en desarrollo, depende de la capacidad de procesar enormes volúmenes de datos, tarea para la que el H20 es insustituible.
Una decisión que sacude la guerra comercial
El cambio de postura de la Casa Blanca fue adelantado por Financial Times y marca un respiro para NVIDIA y la tensión comercial global. Durante el último ejercicio fiscal cerrado en enero de 2025, China representó el 13% de los ingresos de la compañía, con unos $17,000 millones de dólares.
El veto estadounidense amenazaba con recortar $15,000 millones de dólares adicionales este año, poniendo en riesgo su posición en el tercer mayor mercado de la empresa, solo por detrás de Estados Unidos y Taiwán.
La historia del H20 es un ejemplo de adaptación estratégica. Al no poder vender sus chips más potentes, NVIDIA diseñó esta GPU como una versión “limitada” que cumplía con los límites de exportación de Washington.
Aun así, su demanda en China se disparó un 50% trimestre a trimestre tras su lanzamiento en 2024, impulsada por empresas como Tencent, Alibaba y ByteDance, que dependen de potencia de cálculo para IA y servicios digitales.
En abril, el Departamento de Comercio endureció las normas y cortó el suministro, lo que provocó una caída del 6% en las acciones de NVIDIA y dejó a los gigantes tecnológicos chinos sin sus pedidos. Hoy, con la autorización parcial restablecida, la empresa ha pedido a TSMC la producción de 300,000 unidades para atender la demanda acumulada, según Reuters.
¿Por qué este chip importa para la industria automotriz?
Aunque el H20 no se instala en los vehículos, es el corazón de la fase de entrenamiento de la conducción autónoma. Los sistemas de IA que deciden cómo reaccionará un coche ante un peatón, un semáforo o una situación de riesgo necesitan procesar millones de escenarios antes de llegar a la calle.

Cuatro aportes clave del H20 a la movilidad:
- Entrenamiento masivo para conducción autónoma: Permite simular millones de entornos de tráfico en plataformas como NVIDIA DRIVE, acelerando el desarrollo de coches autónomos. Mercedes-Benz, Tesla y Volvo utilizan estos sistemas para que sus vehículos “aprendan” sin riesgos en el mundo real.
- Procesamiento avanzado de visión por computadora: Analiza datos de cámaras, LiDAR y radares, fundamentales para los sistemas ADAS y los futuros robotaxis.
- Simulación en entornos virtuales hiperrealistas: Con NVIDIA Omniverse, los fabricantes prueban software de conducción en escenarios virtuales, reduciendo costos y acelerando la homologación de nuevas funciones.
- Optimización para chips a bordo: Todo el entrenamiento realizado en el H20 se traduce en mejoras para chips como NVIDIA DRIVE Thor u Orin, que sí viajan en los vehículos autónomos.
Sin esta capacidad de cómputo, el avance hacia la movilidad sin conductor sería mucho más lento y costoso.
La presión de Trump y el riesgo de un pulso sin fin
La administración de Donald Trump ha intentado equilibrar dos objetivos contradictorios: limitar la capacidad tecnológica de China y proteger los intereses de sus propias empresas.
Algunos asesores insisten en que mantener un bloqueo total aceleraría la independencia tecnológica de China, motivando a gigantes como Huawei o Moore Threads a desarrollar sus propios chips de IA.
Pero el riesgo para las compañías estadounidenses es claro: perder acceso a un mercado multimillonario y romper la cadena global de suministros.
La reciente reunión en Estocolmo entre el secretario del Tesoro, Scott Bessent, y el viceprimer ministro chino, He Lifeng, apunta a un intento de distensión comercial, que podría incluir una reunión cara a cara entre Trump y Xi Jinping antes de que termine el año.

Mientras tanto, NVIDIA ya prepara una nueva GPU, conocida internamente como B30, basada en la arquitectura Blackwell, diseñada para cumplir con los requisitos de exportación y competir con soluciones chinas emergentes.
El precio estimado del B30 oscilará entre $6,500 y $8,000 dólares, frente a los $10,000 a $12,000 dólares del H20, buscando una oferta atractiva y “a prueba” de futuros vetos.
Consecuencias para la cadena de suministro global
La guerra tecnológica entre Estados Unidos y China ha demostrado que ni siquiera la primera potencia mundial puede sostener un pulso ilimitado sin afectar a sus propias empresas.
Para la industria automotriz, la decisión de permitir ventas del H20 evita retrasos en el desarrollo de conducción autónoma, un sector donde la velocidad de innovación es crucial para competir con Europa y Asia.
Para la economía global, la medida reduce la presión sobre TSMC y los fabricantes de semiconductores, que han estado operando al límite ante la incertidumbre regulatoria.
Para la política interna, Trump equilibra el mensaje de mano dura con China con la protección de intereses corporativos y empleos en Silicon Valley.
Aun así, la competencia tecnológica no ha terminado. Cada paso de relajación puede ser seguido de nuevas restricciones si Washington percibe avances peligrosos para su seguridad nacional.
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