Denuncian severa desnutrición de niños en Gaza
Afirman que lo que se vive no es una crisis alimentaria sino una hambruna; y que no es una guerra entre Israel y Hamás sino un genocidio

Denuncian hambruna en Gaza. Crédito: Mariam Dagga | AP
Tras casi dos años de guerra entre Israel y Hamás, Gaza está en ruinas, y más de 60,000 personas han muerto, y 18,000 de ellas con niños, según el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, (UNICEF), por lo que varios expertos denunciaron que la hambruna ha colocado a los menores en una desnutrición severa que pone en riesgo su salud y sus vidas.
Por esto, la UNICEF pidió la semana pasada que se incremente el tráfico humanitario y comercial hacia Gaza para combatir el aumento vertiginoso de las tasas de mortalidad que acompañan a los bloqueos de la ayuda, la guerra y el hambre.
Durante la videoconferencia “Alimentar a los niños de Gaza: cuando el hambre es un imperativo moral”, organizado por American Community Media, un experto en hambruna, un periodista y un investigador de Amnistía Internacional hablaron de la grave situación que se vive en Gaza.
Alex de Waal, director ejecutivo de la World Peace Foundation, experto en hambruna y atrocidades masivas de la Facultad Fletcher de Derecho y Diplomacia de la Universidad de Tufts, dijo que entre noviembre de 2023 y diciembre de 2024, dijo que se alcanzó el nivel de hambruna en Gaza, mientras que la IPC (The Integrated Food Security Phase Classification) y FEWS NET (Famine Early Warning System network) advirtieron que estos umbrales estaban a punto de superarse.
“Estados Unidos presionó a Israel para que proporcionara más asistencia y mantuviera la hambruna por justo por debajo de ese umbral”.
Sin embargo, señaló que en los últimos meses han visto un empeoramiento de la situación, un asedio y un colapso total de la disponibilidad de alimentos.
“Esto comenzó a principios de marzo y a mediados de mayo, cuando se permitió la entrada de algunos alimentos. Pero para entonces, las reservas de alimentos habían bajado tanto que era necesario no solo dar suficiente comida para todos, sino también dar más”.
Precisó que el 20% más pobre de la población, es el que está realmente en riesgo, y son los últimos en obtener alimentos del mercado o de la distribución general.
Por tanto, dijo que el IPC dijo hace diez días, que se estaba desarrollando el peor escenario posible de hambruna.
“Es como cuando vas a tu cita con el médico y tienes fiebre alta. El médico no necesita solicitar pruebas para determinar si estás muy enfermo. Puede dar el diagnóstico de inmediato”.
Destacó que estamos en ese punto de escalada, y a medida que se intensifique, el número de niños, en particular los que pasan hambre, aumenta rápidamente cada día, y será mucho más difícil estabilizar la situación y normalizarla.
“La Fundación Humanitaria para Gaza ha logrado que las Naciones Unidas dispongan de unos 400 centros y un sistema fiable que da confianza de que, incluso si no reciben alimentos hoy, los recibirán mañana”.
Pese a ello, mencionó que los cuatro centros de distribución segura de la Fundación Humanitaria para Gaza se encuentran muy lejos.
“La seguridad solo está garantizada en la medida en que los alimentos y los artículos están seguros hasta su llegada. La gente no tiene seguridad. Más de 800 personas han muerto intentando conseguir comida. Así, los pobres y vulnerables no pueden obtener alimentos. Son los fuertes los que los consiguen”.
Una situación muy grave
Budour Hassan, investigadora de Amnistía Internacional sobre Israel y Palestina desde 2022, dijo que la situación en Gaza, incluso antes del 7 de octubre, era realmente grave, al menos en términos de las restricciones de entrada y suministro de alimentos impuestas por Israel.
“La situación que hemos presenciado desde entonces no tiene precedentes para los palestinos, al menos en términos de escala, pero es algo que hemos visto manifestarse durante décadas. Y ahora estamos presenciando lo peor”.
Indicó que Amnistía publicó un informe que afirmaba que Israel estaba cometiendo genocidio contra los palestinos en Gaza en diciembre de 2024, basado en un patrón de conducta de las fuerzas israelíes, y también en una gran cantidad de declaraciones.
“Analizamos más de 100 declaraciones de funcionarios israelíes cuyo papel es fundamental para la continuación de las operaciones militares en Gaza. Uno de los aspectos que estudiábamos fueron los patrones de infligir daños a las condiciones de vida del grupo. Nos centramos en esta mezcla mortal de hambre y enfermedad, especialmente en febrero y marzo de 2024, que era más tangible y visible en el norte de la Franja de Gaza, la zona de la que se ordenó a la gente salir muy temprano durante el genocidio”.
Dijo que ahí se impusieron restricciones aún más severas a la entrada de alimentos y suministros médicos, y aunque obviamente las dificultades para acceder a los alimentos eran generalizadas para todos en ese momento, la situación en el Norte era particularmente mala y temprana.
“En marzo, febrero y marzo, presenciamos que las fuerzas israelíes permitían la entrada a Gaza de camiones con harina y otros tipos de ayuda o suministros comerciales al amanecer, mientras la gente moría de hambre y desesperación”.
Dijo que quedó claro que se estaba produciendo un proceso de deshumanización, en una zona muy unida, y un área muy pequeña de 365 kilómetros cuadrados, con vínculos familiares muy estrechos.
“Existe un tejido social muy fuerte, cohesión, unión y apoyo comunitario, pero luego empiezas a ver los cambios en la sociedad una vez que la necesidad de sobrevivir individualmente o de salvar a la familia, y la lucha por los escasos recursos permitidos empieza a surgir”.
Compartió el testimonio de una mujer que amamanta a su bebé de cuatro meses y se siente culpable por haber dado a luz, y porque además tiene otro hijo de tres años.
“Una vez, tuve que golpear a mi hijo para que se durmiera porque lloraba muchísimo y no podía hacer nada para ayudarlo. Pasamos tres días sin comer porque la cocina comunitaria de nuestro campamento para desplazados internos ya no funcionaba”.
Afeef Nessouli, un periodista, quien estuvo del 27 de marzo al 3 de junio como voluntario en Gaza por parte de GLIA, una organización de solidaridad médica, dijo que cuando llegó ya había hambre.
“Tenía un amigo que ya había perdido probablemente 45 kilos; había pasado de ser un hombre corpulento a un hombre con una cara que no se ve”.
Confió que la situación era tan delicada, y GLIA le pidió ser voluntario como coordinador de logística porque se necesitaba gente en el terreno ayudando.
Así que dijo que pudo corroborar con los médicos con los que trabajaban todos los días, que muchos pacientes luchan con lesiones por explosiones mientras también estaban en los huesos.
“Estás hablando de personas que fueron sacadas de los escombros o que recibieron disparos, o un dron los golpeó, pero ya estaban en los huesos”.
Indicó además que el 83% de las tierras agrícolas no son cultivables y 83% de las flotas pesqueras están acabadas por la destrucción israelí.
“Los precios se han disparado y no hay suficiente dinero”.
Dijo que él mismo cuando estuvo en Gaza perdió 12 libras.
“En Gaza la gente está siendo torturada ante tus ojos. Para mayo, ya no había comedores comunitarios. Todos mendigaban todo el tiempo”.
Dijo que no hay alimentos frescos, salvo latas de atún a 10 o 15 dólares cada una, o harina que costaba cientos de dólares, y finalmente, se acabó.
“Todos tienen hambre. Los hombres inestables mental y psicologicamente y armados son los primeros en acosar a la gente para conseguir comida, lo cual es bastante obvio y comprensible”.
Dijo que si llevas casi un año y medio pasando hambre y hambre extrema, hay mucha gente dispuesta a hacer lo que sea para conseguir comida para sus hijos.