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Nuevas recomendaciones sobre vacuna contra la COVID-19 generan desavenencias entre funcionarios y gremio de la salud

Las nuevas directrices de la Academia Estadounidense de Pediatría contrastan con las del secretario de Salud, que desaconseja las vacunas para niños sanos

Nuevas recomendaciones sobre vacuna contra la COVID-19 generan desavenencias entre funcionarios y gremio de la salud

La Academia de Pediatras recomienda la vacunación contra la COVID-19 para niños de 6 meses a 2 años. Crédito: Shutterstock

La Academia Estadounidense de Pediatría (AAP) desvía sus consejos de vacunación de las recomendaciones emitidas por la administración de Trump, destacando la necesidad de vacunar a los niños de 6 meses a 2 años. Este giro significativo plantea desafíos en un clima de creciente escepticismo respecto a las vacunas.

Esto en un contexto tumultuoso para la salud pública, donde las directrices del Gobierno se han vuelto cada vez más confusas. Así, primera vez en 30 años, la AAP se está distancia sustancialmente de las recomendaciones del gobierno estadounidense sobre vacunas.

Las nuevas recomendaciones del grupo sobre la COVID-19, publicadas este martes, han contribuido a acentuar más el distanciamiento con el gremio médico.

Esto no va a ayudar, reconoció el Dr. James Campbell, vicepresidente del comité de enfermedades infecciosas de la AAP. Va a ser algo confuso, pero creemos que debemos tomar las decisiones correctas para proteger a los niños, añadió.

Puntualización de las divergencias

La Academia de Pediatras recomienda la vacunación contra la COVID-19 para niños de 6 meses a 2 años, así como también la vacunación para niños mayores, si los padres desean vacunar a sus hijos, recoge Associated Press.

Esto, sin embargo, difiere de las directrices establecidas por el secretario de Salud de Estados Unidos, Robert F. Kennedy Jr., que no recomienda las vacunas para niños sanos de ninguna edad, pero dice que los niños pueden recibirlas en consulta con los médicos.

Impacto en la salud infantil

Las nuevas directrices de la AAP contrastan con las del Secretario de Salud, Robert F. Kennedy Jr., que desaconseja las vacunas para niños sanos. La AAP, con 95 años de historia en recomendaciones de salud infantil, enfatiza la protección de los grupos más vulnerables, lo que incluye a los niños con problemas de salud preexistentes.

El Dr. James Campbell, vocero de la AAP, subraya que los niños de 6 meses a 2 años tienen un alto riesgo de complicaciones por COVID-19. La AAP sostiene que priorizar la vacunación en este grupo es crucial para la salud pública.

Desafíos, confusión y contradicciones

El nuevo enfoque de la AAP genera confusión en el contexto de las recomendaciones cambiantes de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) y el reciente cambio en la administración de salud. Mientras se validan nuevas estrategias de vacunación, la relación entre organizaciones de salud y el gobierno se vuelve más tensa.

Recordemos que hasta hace poco, los CDC, siguiendo las recomendaciones de expertos en enfermedades infecciosas, instaban a que se aplicaran dosis anuales de refuerzo de la vacuna contra la COVID-19 a todos los estadounidenses de 6 meses o más.

Pero el cambio de rumbo se da en mayo, cuando el secretario de Salud de EE.UU., Robert F. Kennedy Jr., reconocido activista antivacunas, anunció que las vacunas contra la COVID-19 ya no se recomiendan para niños sanos ni para mujeres embarazadas. Unos días después, los CDC emitieron una declaración indicando que los niños sanos podían recibir las vacunas, pero que ya no existía una recomendación de “debería”.

Respaldo científico avala recomendaciones de la AAP

La recomendación de la AAP, de vacunar contra la COVID-19 a todos los niños mayores de 6 meses, se basa en evidencia científica sólida que muestra que las vacunas de ARNm (Pfizer-BioNTech y Moderna) son efectivas y seguras en niños, previniendo enfermedades graves, hospitalizaciones y muertes.

Los ensayos clínicos incluyeron a miles de niños y demostraron una respuesta inmunitaria comparable a la de adultos jóvenes, con una efectividad del 90.7% para prevenir COVID-19 sintomático en niños de 5 a 11 años, sin riesgos graves de seguridad identificados. Además, monitoreos de seguridad a gran escala y estudios en tiempo real confirmaron que las reacciones adversas graves son muy raras y que los beneficios superan ampliamente los riesgos conocidos de la enfermedad en niños.

Por otro lado, Robert F. Kennedy Jr. ha cuestionado estas vacunas en niños, alegando falta de pruebas suficientes y señalando riesgos que no están respaldados por la evidencia científica revisada por expertos. Sus afirmaciones, como que habría más muertes en el grupo vacunado en ensayos clínicos, han sido desmentidas, ya que los datos muestran que no hay evidencia de riesgos neurológicos o incremento de accidentes cerebrovasculares en niños vacunados, y las muertes observadas no fueron relacionadas con la vacunación. Además, sus argumentos incluyen el uso de medicamentos como hidroxicloroquina e ivermectina como alternativas eficaces para tratar o prevenir COVID-19, lo cual no está respaldado por estudios clínicos rigurosos y ha sido refutado por la comunidad médica.

¿Hay alternativas a la vacuna?

Se han propuesto diversas alternativas y complementos a la vacunación para personas que no pueden o no desean vacunarse o como estrategias complementarias en salud pública. Entre las alternativas destacan:

  • Tratamientos con anticuerpos monoclonales. Son anticuerpos artificiales que imitan la respuesta inmune neutralizando virus, como el SARS-CoV-2, sin depender del sistema inmune del paciente. Esta opción está dirigida a personas con sistemas inmunológicos comprometidos, para quienes la vacunación no es efectiva. Estas terapias son seguras, pero deben ser administradas bajo supervisión médica y en contextos específicos.
  • Métodos alternativos para el control de calidad de vacunas (no sustituyen la vacunación, pero mejoran el proceso). Uso de métodos in vitro como la serología, ensayos en cultivos celulares o cuantificación directa de antígenos para evaluar la potencia y seguridad de las vacunas, evitando pruebas en animales. Estas técnicas aceleran y abaratan el proceso, sin afectar la seguridad o eficacia que garantiza la vacuna.
  • Estrategias para mejorar la aceptación y confianza en la vacunación. No son alternativas a la vacunación per se, pero incluyen intervenciones cognitivas, emocionales y sociales para abordar dudas y malentendidos sobre vacunas, además del uso de incentivos financieros y mensajes que respeten la autonomía individual. Estos métodos promueven la vacunación en lugar de sustituirla.

En cuanto a la seguridad, los anticuerpos monoclonales son seguros cuando se usan adecuadamente, pero no confieren inmunidad duradera ni reemplazan la protección colectiva que ofrece la vacunación. Los métodos in vitro para control de calidad buscan garantizar la seguridad y eficacia de las vacunas. Las intervenciones para mejorar aceptación no implican riesgos directos, sino que buscan reducir la reticencia y desinformación.

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