La Opinión, 99 años como escuela de grandes periodistas
Felicidades a los nuevos dueños y a la nueva generación de periodistas que mantienen vivo al diario

Sitio de Internet de La Opinión. Credit: Archivo | Impremedia

En mi mente, esta ilustración publicada en 1959, en el 33 aniversario del periódico, continúa resumiendo la esencia de ese fabuloso sueño hecho realidad llamado La Opinión. Rinde igualmente merecido honor a su creador, Ignacio E. Lozano.
El sueño sigue. El sueño vive.
Feliz 99 aniversario. ¡Viva La Opinión!
La Opinión fue una escuela donde grandes periodistas mexicanos y de otros países iniciaron una gran carrera.
Gabriel Navarro, el gran cronista cinematográfico de los inicios del periódico, en un relato escrito el 16 de septiembre de 1940 habla precisamente de esos periodistas del comienzo del diario y de lo que fue para ellos La Opinión.
“Regino Hernández Llergo vino a poner escuela de periodismo… conocía como ninguno el valor de la noticia…tenía un caudal inagotable de ideas. Pero en La Opinión aprendió mucho. Ahora que es director y propietario de la mejor revista de México, lo confiesa él mismo. Y si no lo confesara de palabra, ya sería suficiente para admitirlo el que todos sus paseos anuales tienen como punto final Los Ángeles; y para él, Los Ángeles es principalmente La Opinión. No hay que darle vueltas”.
Para el mismo Gabriel Navarro, que describe esa primera redacción de La Opinión que “tenía entonces mucho de manicomio, como las redacciones de todos los periódicos. Cada cual acariciaba una obsesión fantástica y luminosa, que habría de hacerlo célebre o rico; todos soñaban con un futuro mejor, y veían su paso por Los Ángeles como un mero accidente en la preparación de ese futuro”.
“La Opinión ha sido como un laboratorio en el cual se experimenta, se ensaya, se corrige y se prueba una vez más, lo que luego ha de ser un patrimonio permanente, una vanidad satisfecha, una salvaguardia para los años que ponen nieve en la cabeza y en el corazón”.
De José Pagés Llergo, Gabriel Navarro escribió lo siguiente:
“Su admiración por este diario, que fue su cuna intelectual, no se traduce en meras palabras. Cada seis meses obtiene unas vacaciones, viene a Los Ángeles y de la estación del ferrocarril se hace traer a la redacción de La Opinión, de la cual sale solamente para volver a embarcarse en el tren que ha de llevarlo de retorno a la capital. Una noche decía: —¡Parece que aquí me cortaron el ombligo”!
Y a mí, en una entrevista que le hice en 1986 en la ciudad de México, Pagés Llergo me dijo:
La Opinión “fue mi escuela. Más que mi escuela de periodismo, La Opinión fue mi escuela de humanismo. Mi escuela de hombre. Yo aprendí a ser hombre allá, en La Opinión, y aprendí a ser humano en La Opinión. Aprendí a condolerme de la gente, a ayudar a la gente en La Opinión, por ese ambiente en el cual me moví”.
Pagés Llergo y su primo Regino regresaron a México en 1936. En 1937, fundaron juntos una revista llamada Hoy, después otra llamada Mañana, y después, por separado, don Regino fundó Impacto, y Pagés Llergo fundó Siempre, revistas políticas de enorme prestigio en México que continúan en circulación hoy en día.
Pero antes de la fundación de Siempre en 1953, Pagés Llergo dio rienda suelta a su inquietud reporteril iniciada en La Opinión, yéndose a Europa y Japón de cronista y reportero de Hoy durante la Segunda Guerra Mundial. Y en esos andares logró entrevistar a Hitler, a Mussolini, a Franco, al príncipe Hirohito y vio “caer los edificios de Varsovia bajo el fuego de los aviones nazistas,” según relata Navarro.
Navarro relató igualmente que “un pensador lo ha llamado “el periodista más joven y talentoso de México”. Y muchos otros lo han llamado “El profesor Pagés, maestro de maestros,” que compartió enseñanzas con característica generosidad.
Queda el recuerdo que el mismo Pagés Llergo revela que La Opinión le hizo ver la madera periodística que llevaba dentro, le enseñó el oficio y lo encaminó a ayudar a la gente.
Además de estos dos ejemplos ilustres, podrían relatarse y destacarse los talentos de innumerables colaboradores, y periodistas que La Opinión ha tenido durante toda su existencia.
Dicho todo esto sin olvidar a los centenares, millares de personal de apoyo que han ayudado a llevar al éxito al periódico, junto con los millares de negocios que colaboraron con su publicidad, los voceadores y expendedores del diario, y principalmente los millones de lectores que han llevado a La Opinión a ser lo que es, una institución en la comunidad latina de Estados Unidos.
Yo siempre dijo que la universidad me dio una licenciatura pero que La Opinión me dio una maestría y algo más en periodismo. Mis grandes maestros en periodismo fueron Alfredo González W., Rodolfo B. García y Nicolás Ávila. Mi maestro y ejemplo de humanismo fue Horacio Martínez y mi brújula y guía permanente fueron los amables lectores de La Opinión.
Un ejemplo del sentir y pensar del lector que fue mi guía lo retrata aquel lector que nos escribió al periódico para comentarnos que un buen día, yendo a su trabajo, se encontró con que solamente tenía el dinero justo para comprarse un café o el periódico. Escogió La Opinión, escribió. Así de sencillos, amables y generosos fueron nuestros lectores, cómo no seguir su ejemplo en la hechura del que ellos consideran “su periódico”, “su pan de cada día”, como lo describiera Amalia González en testimonio que ofreciera con motivo del 75 aniversario de La Opinión.
Muchas felicidades Leticia Eugenia, Pepe, Mónica y Pancho por este 99 aniversario de La Opinión, creación de su ilustre abuelo, que fue protegida y agrandada por su querido padre y llevada a la modernidad y a la era digital por ustedes.
Y muchas felicidades a los nuevos dueños del periódico, a la nueva generación de periodistas y demás personal que mantiene viva y vigente La Opinión, a pesar de los grandes cambios que ha tenido la industria periodística.
(*) J. Gerardo López, editor ejecutivo de La Opinión de 1995 al 2004.