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Consumir refrescos va más allá de la ingesta excesiva de azúcar: induce a la depresión

Hallazgos indican que un incremento en el consumo de refrescos se relaciona con un 8% más de probabilidad de depresión mayor

Consumir refrescos va más allá de la ingesta excesiva de azúcar: induce a la depresión

La reducción del consumo de azúcares puede mejorar la salud mental. Crédito: Dragana Gordic | Shutterstock

Es por demás conocido que el consumo de refrescos está vinculado a la obesidad, la diabetes, las enfermedades cardíacas, los accidentes cerebrovasculares y el cáncer, pero un nuevo estudio sugiere que incluso un consumo moderado de refrescos puede alterar el microbioma intestinal y elevar el riesgo de depresión, especialmente en mujeres. Esta investigación aporta insights críticos sobre la salud mental y el consumo de azúcares.

El estudio, publicado por el Journal of the American Medical Association (JAMA), incluyó 405 pacientes con trastorno depresivo mayor y 527 controles sanos, en su mayoría mujeres. Se utilizaron modelos estadísticos para evaluar las relaciones entre el consumo de refrescos y los diagnósticos de depresión.

Los hallazgos indican que un incremento en el consumo de refrescos se relaciona con un 8% más de probabilidad de depresión mayor. Este efecto fue más pronunciado en mujeres, que mostraron un aumento del 16% en las probabilidades de padecer dicha condición.

Riesgo del consumo de refrescos

La investigación resalta que el consumo de refrescos está asociado no solo con la depresión, sino también con diversas enfermedades crónicas. La falta de diversidad en el microbioma intestinal en mujeres con depresión podría estar conectada a este patrón.

El exceso de azúcar en los refrescos no es absorbido por el intestino y esto promueve la proliferación de ciertos géneros bacterianos. Estas bacterias suelen causar inflamación y reducir la integridad de la barrera epitelial intestinal, lo que debilita el sistema inmunitario de la mucosa, manteniendo las bacterias y sus productos dentro del lumen intestinal.  

La mayor abundancia de bacterias proinflamatorias promueve la inflamación sistémica y la neuroinflamación, lo cual se relaciona con la ansiedad y los déficits de aprendizaje.

Esto, a su vez, se ha relacionado con bacterias como AtopiumEggerthella y Bifidobacterium, que son más abundantes en la depresión mayor que en los controles sanos.

Reducción de la ingesta de azúcares

Las recomendaciones actuales para el consumo de azúcares con el fin de prevenir problemas de salud mental sugieren limitar su ingesta a menos del 10% de la ingestión energética total diaria, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).

El consumo excesivo de azúcares, especialmente los añadidos y refinados, está relacionado con picos y caídas bruscas en los niveles de glucosa en sangre. Estos cambios pueden generar síntomas como ansiedad, irritabilidad, y afectar el estado de ánimo debido a respuestas hormonales e inflamación crónica que afecta funciones cerebrales.

Por ello, se recomienda priorizar alimentos integrales, reducir el consumo de alimentos ultraprocesados y leer las etiquetas para evitar azúcares ocultos.

Además, la reducción del consumo de azúcares puede mejorar la salud mental contribuyendo a estabilizar el estado de ánimo, disminuir el riesgo de depresión y mejorar la resistencia al estrés. Esto está relacionado con la menor inflamación corporal y una reducción en los efectos nocivos del azúcar sobre la química cerebral y el sistema nervioso.

Estas recomendaciones están alineadas con la evidencia científica reciente que muestra una relación directa entre el consumo de azúcar y el riesgo de ansiedad y otros trastornos mentales.

Necesidad de políticas restrictivas

Los autores abogan por políticas que restrinjan la comercialización y disponibilidad de refrescos, junto con programas educativos para informar a la población sobre los riesgos asociados. Se sugiere que un consumo moderado podría no ser seguro.

El estudio subraya la urgencia de desarrollar estrategias efectivas de prevención y educación dirigidas a mitigar los efectos negativos del consumo de refrescos en la salud mental. Se recomienda investigar más acerca de intervenciones para modificar el microbioma intestinal y su relación con el consumo de estas bebidas.

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