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Política migratoria quiebra familia en Carolina del Norte con autodeportación de padre tras 30 años en EE.UU.

Tras 30 años en Estados Unidos y 17 años de matrimonio, Fidel tomó la dolorosa decisión de autodeportarse

Jenni, Mackenzie, Fidel, e Isabella Rivera.

Jenni, Mackenzie, Fidel, e Isabella Rivera. Crédito: American Families United | Cortesía

Desde su regreso al poder, Donald Trump encabezó una dura política migratoria, incluso, firmó una serie de órdenes ejecutivas destinadas a reformar profundamente el sistema migratorio del país.

Bajo ese agresivo discurso, los casos de familias separadas se han incrementado en todo el país. Una de esas tragedias la vivió la familia Rivera, de Carolina del Norte, quien tras meses de amenazas y miedos, acabó por sucumbir.

Así, hace unos días, Jenni Rivera, profesora de matemáticas de Raleigh, vio a Fidel, su esposo de 17 años y mejor amigo, abordar un avión con destino a México después de que las leyes de inmigración dejaran a su familia sin otra opción que la separación.

Con lágrimas e incertidumbre sobre el futuro próximo, Fidel dejó a sus dos hijas,  sin ninguna otra opción: “No se trata de mí, se trata de mi familia… mi esposa y mis hijas son ciudadanas estadounidenses. Solo quiero lo mejor para ellas. Todo padre debería poder estar con su familia”.

En una página que reflejó el largo compendio de casos similares, Fidel Rivera abordó un vuelo de regreso a México. Tras 30 años en Estados Unidos y 17 años de matrimonio, tomó la dolorosa decisión de autodeportarse, dejando atrás a su esposa y a sus hijas Mackenzie (17) e Isabella (15), en lugar de seguir viviendo bajo el temor constante de ser detenidos y deportados.

De acuerdo al testimonio ante la organización American Families United (AFU), Fidel no quiso que sus hijas se unieran al listado de un centenar de niños ciudadanos estadounidenses, desde recién nacidos hasta adolescentes, que se quedaron varados sin padres debido a las medidas migratorias de este año.

 “Fidel es un ser humano increíble”, dijo Jenni. “No quería verlo arrestado y retenido en un centro de detención, sabiendo lo que ocurre en esos lugares. Si le quebrantaban el espíritu o si salía diferente, simplemente no podría soportarlo”.

Al igual que 1.4 millones de parejas de estatus migratorio mixto en Estados Unidos, la familia Rivera ha vivido con la realidad de que casarse con un ciudadano no garantiza automáticamente un estatus legal, lo que deja a las familias atrapadas entre vivir con miedo o vivir separadas.

“Vivimos encerrados en una caja durante tanto tiempo. Cada decisión que tomábamos estaba condicionada por el miedo a que se llevaran a Fidel”, explicó Jenni. El reciente aumento de las medidas migratorias ejerció una presión insoportable sobre la familia. “No podíamos seguir viviendo con esa ansiedad. Estaba destruyendo mi salud y no iba a permitir que me robara los años que me quedaban para disfrutar de la vida”. Para Fidel, lo más difícil de irse es perderse los momentos cotidianos con sus hijas, especialmente sus partidos de fútbol.

“Lo que más voy a extrañar son los partidos de fútbol con mis hijas. Ahí es donde encontré mi paz”, dijo Fidel. “En los partidos no pienso en los problemas del trabajo, no pienso en lo que tengo que arreglar en casa. Simplemente veo jugar a mis hijas y es como si estuviera en otro planeta. Eso es lo que más voy a extrañar”.

Fidel trabajó durante los últimos 17 años como electricista muy respetado para una empresa cerca de Raleigh, una de las ciudades de más rápido crecimiento del país. Jenni es una experimentada profesora de matemáticas en un momento en que los profesores de matemáticas escasean a nivel nacional.

Aunque la esposa y las hijas de Fidel permanecerán en Estados Unidos por ahora, Jenni ya planea jubilarse anticipadamente para poder salir del país y estar con su esposo.

“Voy a usar todos mis ingresos de jubilación y me iré de este país para gastarlos en otro lugar. Venderemos esta casa y compraremos algo más, y no será aquí”, dijo Jenni. “Estados Unidos está perdiendo dinero con familias como la nuestra. Eso no tiene sentido”.

Pese a ello, así como los Rivera, la separación familiar y el “secuestro” de niños son los miedos que diariamente enfrentan los migrantes que acuden a sus centros de trabajo, locales de recreación o los tribunales, debido a las redadas en las que agentes enmascarados del Servicio de Control de Inmigración y Aduanas (ICE) emplean una brutalidad desmedida para arrancarlos de los brazos de sus seres queridos y llevarlos a centros de detención.

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