Qué ha cambiado en la política de Trump hacia Venezuela desde su primer mandato (y cómo eso explica las actuales tensiones en el Caribe)
Desde que Trump regresó a la Casa Blanca han surgido dudas sobre los objetivos de su política hacia Venezuela. Estos son algunos de los elementos clave

Crédito: AFP via Getty Images
¿Qué quiere hacer Donald Trump con Venezuela?
Esa es la pregunta que millones de venezolanos, y probablemente cientos de analistas alrededor del mundo, se hacen desde que el mandatario republicano ganó las elecciones presidenciales en Estados Unidos en noviembre de 2024.
Y, hasta ahora, no tiene una respuesta clara.
En las semanas previas al regreso de Trump a la Casa Blanca el pasado enero, muchos pusieron sus esperanzas en que la nueva administración retomara la política de “máxima presión” que aplicó durante su primer mandato sobre el gobierno de Nicolás Maduro, especialmente a partir de enero de 2019, cuando el venezolano se juramentó para un segundo periodo tras unas cuestionadas elecciones.
En aquel momento, Washington encabezó una cruzada que llevó a más de medio centenar de países a desconocer a Maduro y se aplicaron fuertes sanciones a las exportaciones petroleras venezolanas.
Esta estrategia golpeó severamente la economía de Venezuela, pero no logró sacar del poder a Maduro.
La otra gran corriente apostaba a que Trump 2.0 sería más pragmático y simplemente negociaría con Maduro acuerdos favorables a los intereses estadounidenses en temas como la repatriación de migrantes o la operación en Venezuela de petroleras como Chevron.
Durante las primeras semanas del nuevo gobierno, dio la impresión de que primaría esta última visión: Trump envió a Caracas a Richard Grenell para negociar con Maduro la liberación de un grupo de estadounidenses detenidos en Venezuela y un acuerdo para que recibiera a los venezolanos deportados por EE.UU.

Sin embargo, acontecimientos recientes sugieren que Trump está retomando la estrategia de “máxima presión” e, incluso, alimentan la idea de que podría estar dispuesto a recurrir a una acción de fuerza para lograr un cambio en Venezuela.
En agosto, EE.UU. envió al Caribe una flotilla de barcos de guerra que incluye varios destructores de misiles guiados, un submarino de propulsión nuclear, aviones de reconocimiento P-8, 4.500 marinos, así como 10 cazas F-35 de última generación ahora estacionados en Puerto Rico.
El gobierno de Trump justifica este despliegue cerca de las costas de Venezuela como parte de una operación antidrogas para frenar el ingreso de fentanilo y cocaína a EE.UU.
El detalle reside en que, al mismo tiempo, señala a Maduro como un “jefe del narcotráfico”.
“Maduro utiliza organizaciones terroristas como el TdA (Tren de Aragua), (el cartel de) Sinaloa y el cartel de Los Soles para traer drogas letales y violencia a nuestro país”, dijo la fiscal general de Estados Unidos, Pam Bondi.
Entonces, ¿qué quiere hacer Trump con Venezuela?
Para responder esta pregunta, BBC Mundo conversó con Carrie Filipetti, quien fue subsecretaria de Estado de EE.UU. para Venezuela y Cuba durante el primer mandato de Trump y en la actualidad es directora ejecutiva de la Vandenberg Coalition, una ONG que promueve una política exterior para EE.UU. que esté por encima de las posiciones partidistas.
Filipetti explicó a BBC Mundo cinco cambios clave que permiten entender la actual política de Trump hacia Venezuela.
1. De política exterior a seguridad nacional

Un cambio fundamental -quizá el más importante- frente al tema de Venezuela entre los dos mandatos de Trump es el enfoque que le da la Casa Blanca.
“El presidente Trump parece estar abordando el tema de Venezuela como algo que afecta al pueblo estadounidense. No es como en el primer gobierno, cuando era un tema de política exterior”, dice Filipetti.
“El presidente Trump ahora lo considera un asunto de seguridad nacional, esa es su prioridad, una de las principales razones por la que ganó las elecciones y una gran promesa que hizo a los votantes”, prosigue.
“Este gobierno ha declarado que Maduro es el jefe de organizaciones terroristas extranjeras como el cartel de los Soles y, por tanto, lo responsabiliza directamente de las operaciones de esos grupos, incluido el Tren de Aragua (TdA) que está presente en varios estados como Utah, Colorado, Washington, Nueva York, entre otros.
“Este gobierno no ve a Maduro simplemente como alguien que se apoderó ilegalmente del poder en otro país, sino como alguien directamente responsable de muertes de estadounidenses, de narcotráfico y de la inmigración ilegal con fines delictivos”, agrega.
Numerosos expertos han señalado que Venezuela no juega un rol relevante en el envío de fentanilo hacia EE.UU. ni es uno de los principales productores de cocaína de América Latina (argumentos que también usa el gobierno de Maduro).
Consultada sobre esto, Filipetti apunta que aunque Venezuela no suministra ni produce fentanilo, decenas de miles de estadounidenses murieron en 2024 por sobredosis de cocaína.
La experta considera que, al verlo como un asunto de seguridad nacional, Trump hará todo lo posible frente al tema Venezuela, lo que -según cree- explica por qué EE.UU. ha estado más activo en la región de lo que muchos esperaban.
2. El auge del Tren de Aragua y el aumento de la inmigración

De acuerdo con cifras del Migration Policy Institute, para enero de 2025 había en EE.UU. unos 724.000 migrantes venezolanos que no contaban con visados tradicionales, sino que obtuvieron durante el gobierno de Joe Biden algún tipo de protección migratoria.
Así, el cambio de enfoque sobre el tema de Venezuela entre el primer y el segundo gobierno de Trump se relaciona con la llegada masiva a Estados Unidos de migrantes procedentes de ese país.
Pero -sobre todo- tiene que ver con la supuesta presencia de miembros del Tren de Aragua, una banda que surgió en cárceles venezolanas y a la cual se le atribuyen actividades criminales en Colombia, Perú, Chile, Ecuador, México, Panamá, Canadá, España y Estados Unidos, entre otros.
El gobierno de Trump acusa a Maduro de haber enviado deliberadamente a miembros del TdA como migrantes a EE.UU.
“El presidente Trump ha dejado claro que una de sus prioridades es la inmigración. Cree profundamente en las fronteras, en la soberanía de EE.UU.”, apunta Filipetti.
“Cuando el Tren de Aragua fue designado como organización terrorista extranjera, se debió a la percepción del gobierno estadounidense de que el TdA había convertido la inmigración en un arma y de que, por razones políticas, Maduro había promovido intencionalmente que miembros del TdA cruzaran la frontera hacia Estados Unidos para que ejercieran violencia contra estadounidenses”, explica.
“El Tren de Aragua ha sido una fuerza significativa en Venezuela durante bastante tiempo, pero creo que fue apenas en 2023 cuando comenzamos a ver cómo se expandía fuera de Venezuela, específicamente a Estados Unidos.
“Desde entonces, se han presentado acusaciones contra miembros del TdA en todo el territorio continental de EE.UU. Entonces, esto es muy diferente a 2019”, agrega.
Expertos como Daniel Brunner, un agente especial retirado del FBI que dedicó gran parte de su carrera a investigar organizaciones criminales como la Mara Salvatrucha, creen que el TdA tiene presencia en al menos una veintena de estados de EE.UU.
Sin embargo, en una entrevista con BBC Mundo en marzo, Brunner puso en duda que la llegada de miembros de esta banda a ese país forme parte de un proyecto concreto de expansión.
A inicios de su segundo gobierno, Trump deportó a El Salvador a unos 200 migrantes venezolanos a los que acusaba de pertenecer al TdA.
Luego de varios meses allí, esas personas fueron enviadas de vuelta a Venezuela, donde tanto el gobierno como sus familias han negado que los deportados tengan vínculos con esa banda criminal.
Por otra parte, un memorando de inteligencia de EE.UU. divulgado en mayo por la prensa estadounidense reveló que las agencias de espionaje de ese país no creen que Maduro controle las actividades de esa organización criminal.
Estos elementos no parecen afectar la visión, el discurso ni las medidas que la Casa Blanca está dispuesta a aplicar en este caso.
3. La disposición de EE.UU. a usar “ataques de precisión”

Durante el primer gobierno de Trump, era frecuente que los expertos desestimaran la posibilidad de que EE.UU. apelara a la fuerza militar para lograr un cambio de gobierno en Venezuela.
“Eso no va a ocurrir. En Venezuela no está en juego el interés ni la seguridad nacional de EE.UU.”, solían repetir.
En este segundo gobierno, esa valoración parece haber cambiado.
Estados Unidos no solamente ha desplegado una importante flotilla militar en el Caribe cerca de Venezuela, sino que además ya ha ejecutado cinco ataques en aguas internacionales contra lanchas rápidas que supuestamente transportaban cargamentos de drogas, causando al menos 21 muertes, según la prensa estadounidense.
Además, el gobierno de Trump no ha descartado realizar operaciones contra los carteles que operan por “vía terrestre” en Venezuela, dejando abierta la posibilidad de que fuerzas estadounidenses ejecuten acciones dentro de territorio venezolano.
Para Filipetti, la disposición a realizar este tipo de misiones “de precisión” es una de las grandes novedades del nuevo gobierno de Trump.
“La Operación Martillo de Medianoche [durante la cual EE.UU. atacó en junio las plantas nucleares de Irán] realmente lo demuestra. Muchas personas y países se sorprendieron al ver al presidente Trump emprender una operación tan amplia. Y resultó un gran éxito al lograr su objetivo final y, también, al generar apoyo del público estadounidense”, opina.
“El presidente Trump habla con frecuencia de la paz a través de la fuerza: creo que mucha gente entiende la parte de la paz, y lo que demostró ahora es la parte de la fuerza.
“Tras esa operación quedó claro que un ataque de precisión contra un objetivo militar específico puede garantizar una paz y una seguridad más amplias y evitar que la violencia se apodere de la región. Y creo que él se toma muy en serio esa lección.
“Entiende que esos ataques de precisión no equivalen a una gran operación militar a largo plazo. Entonces, estamos viendo eso ahora en términos de ataques con drones a estas lanchas venezolanas también”, agrega.

Entonces, ¿estaría Trump dispuesto a lanzar ataques sobre el territorio venezolano?
“No lo sabemos”, responde Filipetti. “Y eso es lo que más me preocuparía si fuera Maduro”.
“Presenciamos un cambio total en las reglas de enfrentamiento en la región y no hemos tenido este tipo de concentración de fuerzas en la zona durante bastante tiempo. No hemos utilizado ataques con drones en estas circunstancias en el pasado”, apunta.
“Eso significa que es realmente imposible predecir qué hará el presidente”.
En todo caso, no hay un consenso entre los expertos sobre lo que se puede esperar de la flotilla desplegada en el Caribe.
Algunos destacan que es insuficiente para lanzar una invasión a gran escala de Venezuela, mientras otros apuntan que es demasiado grande (y costosa) como para ser usada simplemente como un acto de propaganda o un intento de intimidación sin consecuencias reales.
“Cuando se acumula poder en una región determinada, sobre todo cuando aún tenemos una guerra en Europa y en Medio Oriente, y nos preocupa una guerra en el Pacífico, todos los activos estadounidenses, dondequiera que estén, deben ser esenciales para los fines para los que se despliegan”, señala Filipetti.
“No tenemos el tiempo ni los recursos para simplemente exhibirlos. Debe haber alguna razón para su presencia. Y al observar el poder y la capacidad colectiva desplegada en el Caribe, queda claro que esta no es una fuerza destinada exclusivamente a desmantelar un par de lanchas rápidas venezolanas”, agrega.
En relación con el posible uso de la fuerza contra el gobierno de Maduro, Filipetti destaca otra factor que favorecería esa posibilidad: la respuesta aparentemente tibia que tuvieron Rusia y China -aliados de Maduro- ante el bombardeo de las instalaciones nucleares de Irán.
“Si Rusia y China no hicieron casi nada para apoyar a Irán después del Martillo de Medianoche, surge la pregunta de qué harían para proteger y defender a Maduro. Y la historia reciente sugiere que harían muy poco. Quizás le ofrecerían un lugar donde quedarse, pero no me imagino que llegaran con la fuerza real para mantener a Maduro en el poder. Simplemente, él no es una prioridad para ellos”, opina.

La experta considera que existe una falsa dicotomía cuando la gente se pregunta si el despliegue militar de EE.UU. en el Caribe forma parte de una acción antinarcóticos o de una operación para sacar a Maduro del poder.
“Es una falsa dicotomía debido a la forma en que tanto el presidente Trump como el secretario de Estado, Marco Rubio, se han referido a Maduro, incluso antes del inicio del gobierno”, dice. “Ellos han dicho que consideran su salida del poder como una operación antinarcóticos”.
Con respecto a Maduro, Filipetti cree que habría un doble objetivo: “lograr que deje de traficar con drogas y que entre en un proceso de transición hacia la democracia”.
El mandatario venezolano y los miembros de su gobierno han negado estar implicados en el narcotráfico y han denunciado un intento de amedrentarlos con miras a sacarlos del poder.
Filipetti cree que el mensaje que se envía con el despliegue de la flotilla va más allá de Venezuela y que también contiene un mensaje para los carteles de la droga mexicanos, contra los cuales hasta ahora no ha habido una decisión de atacar.
“Mi expectativa es que lo esté utilizando para intentar forzar la toma de decisiones en muchos países de la región para que detengan el narcotráfico”, apunta.
4. Edmundo González y las elecciones del 28 de julio
Los cambios ocurridos en la política venezolana también tienen un efecto en la política estadounidense sobre Venezuela.
“En 2019, se siguió un proceso muy constitucional con Juan Guaidó como presidente interino. Pero en este caso, se trata del proceso más constitucional posible, ya que existe un presidente debidamente elegido [con el voto popular] en Venezuela: Edmundo González”, sostiene Filipetti.
“Él y María Corina Machado son líderes con el pleno respaldo del pueblo venezolano. Así que ahora contamos con otra entidad apoyada por el pueblo con la que podemos interactuar. Ya no se trata de una operación de cambio de régimen, porque Maduro fue quien participó en ella al usurpar la autoridad de Edmundo González tras su elección como presidente de Venezuela”, agrega.
EE.UU. y otros gobiernos consideran a González como ganador de las elecciones presidenciales del 28 de julio de 2024.
En esos comicios, el Consejo Nacional Electoral proclamó a Maduro como ganador, pero no fue capaz de mostrar los resultados detallados por mesas, que avalaran su victoria.

5. La desconfianza de Trump hacia Maduro
Durante los gobiernos de Donald Trump, EE.UU. ha negociado con grandes adversarios como los talibanes en Afganistán o el gobierno de Irán.
Trump, personalmente, ha dialogado con el presidente de Rusia, Vladimir Putin, y con el de Corea del Norte, Kim Jong-un.
Entonces, ¿por qué no hacer el intento con Nicolás Maduro?
“Una de las razones por la que ahora vemos este despliegue militar en el Caribe, en lugar de una negociación, es porque el presidente Trump sabe por experiencia propia que Maduro no va a participar en esos acuerdos de buena fe”, señala Filipetti.
“Hemos visto a lo largo de los años -ya sea durante la primera administración de Trump o durante el gobierno de Biden-, que Maduro no hizo ninguna de las concesiones necesarias para demostrar que realmente estaba dispuesto a actuar de buena fe: continuó arrestando y deteniendo a opositores políticos venezolanos; arrestó y mantuvo como rehenes a varios ciudadanos estadounidenses”, expone.
La experta indica que el gobierno de Biden hizo concesiones significativas a Maduro con gestos como la liberación de los sobrinos de la primera dama, Cilia Flores, que cumplían condena por narcotráfico en EE.UU.; o la liberación del empresario colombiano Alex Saab, quien estaba detenido en Miami bajo cargos de conspiración para lavar dinero y era señalado por EE.UU. y otros países de ser uno de los testaferros de distintos entramados de corrupción dentro del gobierno venezolano.
“Maduro nunca respondió de la misma manera, ni a los estadounidenses ni a la oposición venezolana”, afirma Filipetti.
Cabe destarar que, en su momento, el gobierno de Maduro acusó al gobierno de Biden de no haber cumplido con todos los acuerdos.
Estas circunstancias, en todo caso, hacen que Filipetti crea que es muy difícil -aunque no imposible- que se establezca algún tipo de negociación entre Washington y Caracas.
“Creo que el presidente Trump estaría muy dispuesto a dialogar con el régimen de Maduro en el futuro si quedara claro que negociarían de buena fe. Obviamente, nunca lo han hecho antes.
“Tendrían que hacer concesiones significativas para que el presidente los tome en serio en este momento. Pero creo que así es como Trump ve su administración, como una que logra acuerdos que antes eran imposibles de considerar en todos los ámbitos”, concluye.

Haz clic aquí para leer más historias de BBC News Mundo.
Suscríbete aquí a nuestro nuevo newsletter para recibir cada viernes una selección de nuestro mejor contenido de la semana.
También puedes seguirnos en YouTube, Instagram, TikTok, X, Facebook y en nuestro nuevo canal de WhatsApp.
Y recuerda que puedes recibir notificaciones en nuestra app. Descarga la última versión y actívalas.
- Qué busca Trump con el insólito despliegue militar de EE.UU. en el Caribe y su “ataque letal” a un bote procedente de Venezuela
- Por qué EE.UU. ofrece por Nicolás Maduro una recompensa superior a la que dio para capturar a Osama Bin Laden
- “Tuvimos excesiva confianza en que los jefes militares de Venezuela iban a hacer algo para sacar a Maduro”