María Corina Machado: un Premio Nobel controvertido
Venezuela no necesita un salvador externo, sino un liderazgo interno fuerte e independiente frente a la dictadura

María Corina Machado, líder opositora de Venezuela y Premio Nobel de la Paz 2025 Crédito: Matias Delacroix | AP
Por años, María Corina Machado ha sido una de las voces más firmes, constantes y valientes en la lucha por la democracia en Venezuela. Su historial de oposición al autoritarismo del chavismo, su defensa de los derechos humanos y su incansable trabajo por unas elecciones libres han cimentado su reputación como una líder comprometida con un cambio político profundo. No sorprende, entonces, que se le haya otorgado el Premio Nobel de la Paz, un reconocimiento que valida no solo su trayectoria personal, sino también el sufrimiento y la resistencia del pueblo venezolano.
El contexto no podía ser más simbólico: ella y Edmundo González tuvieron una victoria electoral clara y legítima frente a un régimen que, en lugar de aceptar su derrota, ha respondido —una vez más— con represión, persecución y censura. Este premio, más que una distinción individual, representa un llamado internacional a respetar la voluntad del pueblo venezolano.
Sin embargo, el gesto de María Corina de dedicar el Nobel a Donald Trump ha generado una controversia tan profunda como innecesaria. La figura de Trump, con su historial de amenazas de intervención militar en Venezuela y su retórica beligerante, representa para muchos latinoamericanos —incluidos muchos demócratas venezolanos— la antítesis de los principios de autodeterminación y soberanía.
Dedicárselo a Trump desdibuja el mensaje de la lucha democrática que ella ha encarnado. Aunque es legítimo que María Corina reconozca a quienes, desde su perspectiva, han ayudado a visibilizar la crisis venezolana, vincular el Nobel a una figura tan divisiva y con una visión intervencionista debilita su posición y le resta legitimidad frente a una comunidad internacional que sigue observando a Venezuela con una mezcla de esperanza y preocupación.
Más que apoyos externos con agendas propias, la fuerza del cambio en Venezuela debe nacer —como ha nacido— desde el mismo pueblo venezolano. Es ese pueblo el que ha resistido, el que ha marchado, el que ha votado a pesar del ventajismo, y el que sigue esperando una transición pacífica y legítima.
María Corina haría bien en recalibrar su discurso. No necesita apoyos tóxicos para seguir siendo la voz de millones. No necesita a Trump para seguir siendo una figura de respeto internacional. Lo que necesita, ahora más que nunca, es mantenerse firme al lado de su pueblo, lejos de los extremos, y cerca de los principios democráticos que la hicieron merecedora del Nobel en primer lugar.
El premio es suyo, pero también de Venezuela. Y Venezuela no necesita un salvador externo: necesita un liderazgo interno fuerte e independiente para enfrentarse a la dictadura.
*María Luisa Arredondo es editora de Latinocalifornia.com y autora del libro “La vida después del cruce”.