Espejos gigantes en el espacio: la polémica idea para alimentar paneles solares las 24 horas
La idea es rechazada por científicos quienes aseguran que podría alterar los ritmos circadianos tanto de la fauna como de los seres humanos
El plan permitiría alimentar paneles solares durante más horas al día lo que se traduciría en una mayor producción de energía limpia a gran escala Crédito: Shutterstock
Imagínate mirar al cielo nocturno y ver cómo una constelación de satélites “enciende” la noche con luz solar real, redirigida desde el espacio hacia ciudades, plantas fotovoltaicas y zonas en emergencia. Eso es, en esencia, lo que propone el plan de espejos gigantes en órbita: reflejar el Sol para extender la generación solar, aliviar picos de demanda e iluminar áreas críticas sin desplegar infraestructura pesada.
La idea, impulsada por la startup Reflect Orbital con un satélite de prueba llamado Eärendil‑1 y una constelación proyectada de miles de unidades hacia 2030, divide a científicos y astrónomos por su impacto en el cielo nocturno y la vida silvestre, además de los retos económicos y regulatorios que implica un despliegue masivo en LEO.
Cómo funcionaría la “luz solar a demanda”
El concepto es directo: satélites con espejos orientables reflejan la radiación del Sol hacia zonas específicas de la superficie cuando ya es de noche en ese lugar, permitiendo que parques solares sigan produciendo electricidad y, potencialmente, iluminando áreas críticas en eventos de emergencia o aplicaciones urbanas puntuales. El plan arranca con Eärendil‑1, un demostrador con un espejo desplegable en órbita baja (~625 km), y plantea escalar hacia una constelación de miles de satélites capaces de dirigir haces de luz controlados a demanda, con trayectorias predecibles para evitar observatorios y minimizar interferencias.
En pruebas preliminares en tierra, reflejos controlados han mostrado que, con superficies reflectantes y geometría adecuada, puede lograrse irradiancia útil sobre paneles, pero llevar eso a órbita exige precisiones de puntería, estabilidad y áreas reflectantes mucho mayores para mantener niveles energéticos suficientes a distancia orbital. La empresa sugiere usos como extender ventanas de generación fotovoltaica, apoyar rescates y reducir picos de demanda, pero la escala necesaria para impactos de red significativos sigue siendo tema de debate técnico y económico.
Por qué la idea entusiasma a algunos
Quienes apoyan la iniciativa ven un modo de aprovechar más horas de Sol sin construir almacenamiento equivalente, inyectando energía “extra” en franjas nocturnas o crepusculares y suavizando rampas de demanda, lo que podría complementar baterías y otras tecnologías de respaldo. También señalan posibles beneficios en desastres naturales o cortes, donde un haz dirigido podría restablecer iluminación o energizar equipos críticos en lugares remotos sin logística pesada inmediata.
Además, la idea se inserta en la nueva ola de espacio comercial, donde constelaciones y hardware liviano han reducido costos de lanzamiento y operación, abriendo la puerta a servicios orbitales novedosos que hace una década parecían ciencia ficción, aunque aún con muchas incógnitas por resolver. La narrativa de “luz solar a demanda” y casos de uso demostrativos puede catalizar inversión y debate público sobre nuevas infraestructuras energéticas globales con componente espacial.
Las objeciones clave y el déjà vu histórico
Astrónomos y ecólogos alertan por la contaminación lumínica: múltiples espejos orbitando y reflejando luz en la noche podrían degradar observaciones científicas, borrar el cielo oscuro y alterar ritmos circadianos de fauna y humanos, revirtiendo avances en políticas de cielos oscuros. También preocupan el aumento de objetos brillantes y reflejos especulares impredecibles que agraven trazas en telescopios, así como el riesgo de congestión y basura espacial si la constelación escala a miles de unidades.
No es la primera vez que se intenta: en 1993, el proyecto ruso Znamya 2 desplegó un espejo de ~20 m para “iluminar” regiones oscuras, demostrando el principio pero enfrentando fallos y una escalabilidad limitada, y finalmente se abandonó la idea de una red de decenas de reflectores. Aun cuando se calcula que múltiples espejos podrían alcanzar brillos muy superiores a la Luna en áreas de decenas de kilómetros, mantener foco estable, seguridad orbital y beneficios netos sin efectos colaterales sigue siendo un gran desafío técnico y regulatorio.
¿Puede alimentar paneles solares de forma rentable?
Los promotores afirman que los espejos podrían suministrar una fracción significativa de la irradiancia solar diurna a parques fotovoltaicos por la noche, prolongando su producción y mejorando el factor de capacidad sin depender solo de baterías.
Críticos señalan que la atenuación por distancia, la dispersión atmosférica y el tamaño de espejo requerido implican superficies de gran escala y control fino, lo que encarece el sistema frente a alternativas terrestres como almacenamiento, respuesta a la demanda o redes más interconectadas.
Incluso con un rendimiento teórico interesante, coordinar miles de satélites para cubrir demandas regionales, evitar observatorios y cumplir con normativas internacionales de tráfico espacial supone capas de complejidad que pueden limitar aplicaciones a nichos muy específicos y eventos puntuales, más que a la base del sistema eléctrico.
Por ahora, el satélite demostrador y la autorización regulatoria serán el primer filtro real para medir precisión, huella luminosa, aceptación social y coste por kWh efectivo frente a soluciones tradicionales de flexibilidad y almacenamiento.
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