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3I/ATLAS: Qué dicen los científicos sobre el “cometa alienígena” que intriga al mundo

El origen interesterlar del 3I/ATLAS ha ocasionado que algunos sectores especulen sobre su posible origen alienígena

3I/ATLAS ha sido monitorizado por la NASA y no existe probabilidad de que pueda llegar a acercarse lo suficiente a la Tierra como para generar peligro

3I/ATLAS ha sido monitorizado por la NASA y no existe probabilidad de que pueda llegar a acercarse lo suficiente a la Tierra como para generar peligro Crédito: Shutterstock

El 3I/ATLAS no es “otro cometa” más, es un visitante interestelar con pasaporte foráneo que está cruzando el vecindario solar dejando un rastro de preguntas, imágenes espectaculares y teorías que coquetean con la ciencia ficción.

Mientras algunos aseguran que es una posible “nave nodriza”, las observaciones apuntan a algo mucho más fascinante (y terrenal): un cometa natural hiperactivo, con jets dirigidos al Sol, una coma bien definida y una órbita hiperbólica que confirma que viene de fuera y se irá para siempre. ¿Lo bueno? No representa peligro para la Tierra y aun así está regalando una oportunidad científica única para entender la química y la dinámica de estos rarísimos mensajeros de otros sistemas estelares.

Qué es 3I/ATLAS y por qué importa

3I/ATLAS, también listado como C/2025 N1 (ATLAS), fue detectado por el sistema ATLAS y confirmado como interestelar por su órbita hiperbólica: su excentricidad supera con creces 1, lo que prueba que no está ligado gravitacionalmente al Sol y que viene “de fuera” del vecindario solar. Es apenas el tercer visitante interestelar conocido, después de ‘Oumuamua y 2I/Borisov, así que cada dato que aporta funciona como una cápsula del tiempo sobre cómo se forman y evolucionan los cometas en otros sistemas estelares. Las mejores estimaciones actuales lo perfilan como un cometa activo con núcleo helado, coma desarrollada y emisiones de gases típicas de cometas, incluyendo un chorro visible que se disparó hacia el Sol al calentarse, captado por telescopios en Tenerife.

Además de su naturaleza exótica, destaca por parámetros extremos: se desplaza en una trayectoria muy hiperbólica, con velocidades superiores a las de sus predecesores interestelares, y un perihelio relativamente interior entre las órbitas de la Tierra y Marte, donde su actividad cometaria se intensifica. Esta combinación lo convierte en un objetivo de alto valor científico para telescopios y sondas que buscan química primordial, como CO₂ inusualmente abundante y otras especies volátiles que ya se han reportado en análisis de grandes observatorios.

¿Nave nodriza o simple cometa?

Un pequeño grupo de investigadores ha sugerido, como ejercicio especulativo, que 3I/ATLAS podría ocultar tecnología alienígena o ser una “nave nodriza” capaz de liberar sondas, ideas similares a las que ya circularon con ‘Oumuamua. Sin embargo, la comunidad científica mayoritaria ha sido tajante: el objeto se comporta como un cometa, muestra jets, coma y variabilidad fotométrica compatibles con sublimación y dinámica esperables, sin evidencia que apunte a maniobras artificiales. Voces autorizadas en NASA han reiterado que “parece un cometa, hace cosas de cometa y todo indica que es un cometa natural”, desinflando la narrativa de una sonda hostil o un “cisne negro” tecnológico.

También es clave subrayar que 3I/ATLAS ha sido monitorizado por redes profesionales y agencias, y no hay señales de trayectoria dirigida ni de peligrosidad; de hecho, fue incluido en ejercicios de seguimiento precisamente como banco de pruebas, no por representar amenaza, y su geometría de paso impide acercamientos críticos a la Tierra. En síntesis, las hipótesis de “mothership” son atractivas para titulares, pero chocan con la métrica observacional que, cuadro a cuadro, respalda un origen natural.

Cuándo pasa cerca de la Tierra y qué podremos ver

La máxima aproximación a la Tierra sucederá el 19 de diciembre, a aproximadamente 1.8 UA, una distancia demasiado grande para generar preocupación y que limita cualquier expectativa de visibilidad espectacular a simple vista. Estimaciones de brillo la sitúan alrededor de magnitud 11–12 en su mejor momento, lo que implica que hará falta telescopio pequeño y cielos oscuros para detectarlo, sin promesas de un show al estilo de los grandes cometas de temporada.

De todos modos, su paso ofrece oportunidades únicas: instrumentos y misiones podrían estudiar cómo su cola responde al viento solar en proximidad al perihelio y si interactúa con entornos planetarios, por ejemplo, con detectores de partículas de sondas cercanas a su plano de paso. Para los aficionados, lo más razonable será seguir reportes de efemérides y mapas de localización actualizados, recordando que el ángulo con el Sol y la geometría post-conjunción condicionarán las ventanas de observación desde cada hemisferio.

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