Represión contra inmigrantes deja consecuencias en los niños de Chicago
Los niños han sido víctimas del gas lacrimógeno que lanzan funcionarios de ICE para detener inmigrantes
 
			Agentes de ICE han ingresado a las escuelas buscando a estudiantes inmigrantes. Crédito: Rebecca Blackwell | AP
“Mami, mami, mami”, repetía mientras se aferraba a su madre. Molly Kucich estaba haciendo la compra cuando recibió la llamada de su esposo, presa del pánico. Oyó palabras que la paralizaron: “redada de inmigración” y “gas lacrimógeno”. Abandonó su carrito y condujo apresuradamente hacia sus hijos.
Ese viernes de octubre, su hijo y su hermano de 14 meses estaban entre cientos de niños de Chicago atrapados en la ofensiva migratoria de la administración Trump. Desde entonces, padres, maestros y cuidadores han enfrentado el reto de explicar a los menores lo sucedido, equilibrando la información y la protección de su infancia.
“Un niño pequeño no debería saber qué es una bomba de gas lacrimógeno”, comentó Kucich. Los niños jugaban en las barras de mono frente a la Escuela Primaria Funston, cuando una camioneta blanca pasó por Logan Square, barrio históricamente hispano y en proceso de gentrificación. Automóviles la seguían mientras los conductores tocaban la bocina alertando a los vecinos.

Caos en la calle y miedo entre los pequeños
De repente, desde el todoterreno volaron botes de gas lacrimógeno. La nube, primero blanca y luego verde, sumió la calle en confusión. Algunos corrieron, otros gritaron a los agentes que se fueran. Las sirenas resonaron mientras los padres maniobraban sobre aceras y calles para alcanzar a sus hijos.
El hijo de Kucich se encontraba a media cuadra, almorzando en el Café Infantil Luna y Cielo, donde los niños aprenden español jugando. Su niñera lo acompañaba casi todos los días. Allí, los pequeños hicieron amistades y el hermano menor dio sus primeros pasos, mientras la propietaria y las cuidadoras intentaban protegerlos del caos.
La propietaria, Vanessa Aguirre-Ávalos, ciudadana estadounidense, vio cómo las niñeras, algunas con permisos legales y otras ciudadanas, temblaban de miedo. Una de ellas le suplicó: “Si me llevan, asegúrate de que los niños lleguen sanos y salvos a casa”. La camioneta finalmente se alejó y los padres llegaron a recoger a sus hijos.
El impacto psicológico se hizo evidente. El hijo de Kucich, quien es blanco, comenzó a preocuparse por su niñera guatemalteca. Se sobresalta al escuchar sirenas y su madre contactó al pediatra para solicitar apoyo psicológico. Otro caso similar ocurrió con la hija de Andrea Soria, quien susurraba a sus muñecas: “Tenemos que portarnos bien o ICE nos atrapará”.

Los testimonios evidencian un trauma colectivo. “Estos niños están traumatizados”, dijo Aguirre-Ávalos. “Aunque ICE detenga sus operaciones, el daño emocional permanecerá”. Ese mismo día, la maestra Liza Oliva-Pérez fue testigo del caos mientras caminaba por la calle. Un helicóptero sobrevolaba, y agentes lanzaban gas lacrimógeno sin previo aviso.
La operación, conocida como “Midway Blitz”, comenzó en septiembre. Agentes armados patrullan camiones sin identificación y han irrumpido en apartamentos por la noche, deteniendo incluso a ciudadanos estadounidenses. La administración alega que sus oficiales han sido atacados y que la violencia contra la policía debe cesar, justificando la represión en Logan Square y el uso de gas lacrimógeno frente a la multitud.
 
			 
		 
		 
		 
		