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Dieta mediterránea combinada con ejercicio físico actúa como protectora contra la diabetes tipo 2

Esta combinación podría ser una estrategia viable y sostenible para la prevención de enfermedades cardiometabólicas en el largo plazo

Dieta mediterránea combinada con ejercicio físico actúa como protectora contra la diabetes tipo 2

Variedad de elementos que componen la dieta mediterránea. Crédito: Kai Försterling | EFE

Un ensayo clínico ha demostrado que la combinación de una dieta mediterránea baja en calorías y ejercicio físico actúa como un factor protector contra la diabetes tipo 2 en personas con sobrepeso. Este estudio, citado de EFE Salud, con la participación de aproximadamente 200 especialistas y una inversión de 15 millones de euros, se enfocó en la prevención de esta enfermedad crónica que afecta la salud y calidad de vida.

Publicado en Annals of Internal Medicine, el estudio PREDIMED (llamado así por proceder de PREvención con DIeta MEDiterránea) ha seguido a más de 4740 individuos de entre 55 y 75 años, sin historial de enfermedades cardiovasculares ni diabetes previa, asignándolos a programas con diferentes enfoques dietéticos y de actividad física.

Para el mismo, se introdujo un régimen intensivo que combinó una dieta mediterránea hipocalórica rica en fibra con actividad física enérgica, buscando maximizar la pérdida de peso y, así, disminuir el riesgo de diabetes.

Resultados reveladores

Tras seis años de seguimiento, los participantes del programa intensivo mostraron resultados positivos, como mayor adherencia a la dieta, incremento en la actividad física y reducción de peso. Además, hubo una disminución en la necesidad de medicamentos para el control de la glucosa.

El riesgo absoluto de desarrollar diabetes entre los participantes del programa intensivo fue del 9.5%, en comparación con el 12% del grupo que siguió las pautas iniciales, demostrando una reducción del 31% en nuevos casos de diabetes.

Los hallazgos sugieren que los componentes de la dieta mediterránea y el ejercicio físico no solo son compatibles, sino que actúan sinérgicamente para combatir la diabetes tipo 2. Esta combinación podría ser una estrategia viable y sostenible para la prevención de enfermedades cardiometabólicas en el largo plazo.

Otros beneficios de la dieta mediterránea

Además de ser un patrimonio inmaterial de la humanidad por la UNESCO, la dieta mediterránea ofrece múltiples beneficios para la salud. Entre ellos destacan:

  • Mejora la esperanza de vida, reduciendo la mortalidad especialmente en personas con sobrepeso u obesidad en un 9%.
  • Disminuye el envejecimiento prematuro de las células por su capacidad antioxidante.
  • Previene enfermedades cardiovasculares debido a su bajo contenido en grasas saturadas y alto en grasas saludables como el aceite de oliva.
  • Reduce la obesidad y el síndrome metabólico al ayudar a controlar niveles de colesterol y triglicéridos.
  • Ofrece protección contra enfermedades asociadas a la edad, incluyendo patologías neurodegenerativas y deterioro cognitivo.
  • Disminuye la incidencia de diabetes tipo 2 gracias a la regulación de glucosa en sangre.
  • Fortalece el sistema inmunitario con vitaminas, minerales y omega-3 presentes en sus alimentos.
  • Mejora la salud ósea, ayudando a mantener la masa ósea y prevenir fracturas.
  • Favorece el bienestar físico en general mediante una alimentación basada en alimentos frescos, poco procesados y ejercicio regular.
  • Mantiene equilibrada la microbiota intestinal por su alto contenido en fibra y probióticos naturales.

Además, esta dieta ayuda a controlar el peso, reduce la inflamación y puede retardar el avance de enfermedades como el Alzheimer. También contribuye a una mejor calidad de vida al promover un estilo de vida saludable basado en la interacción social y la actividad física.

Cómo medir la efectividad

La efectividad de la dieta mediterránea y el ejercicio en el día a día se puede medir a través de diferentes métodos y herramientas que evalúan tanto cambios en la composición corporal como en los niveles de actividad física y salud general.

1. Control de la intensidad y la frecuencia

El seguimiento de la frecuencia cardíaca durante el ejercicio permite determinar si se mantiene en las zonas objetivo para intensidad moderada o vigorosa, según la edad y condición física, utilizando monitores de frecuencia cardíaca o métodos subjetivos como la percepción del esfuerzo.

2. Registro de actividad física

Llevar un diario de entrenamiento o usar dispositivos tecnológicos, como pulseras o relojes inteligentes, ayuda a registrar los pasos, la duración, la distancia y la intensidad de las actividades diarias, permitiendo una evaluación comparativa en el tiempo.

3. Metas y puntuaciones

El uso de cuestionarios validados, como el IPAQ, permite categorizar los niveles de actividad física en bajo, moderado o alto, según criterios objetivos como MET/minutos semanales y la cantidad de días activos.

4. Cambios fisiológicos

Las mejoras en la capacidad aeróbica, fuerza muscular y resistencia, se pueden medir mediante pruebas específicas de condición física, como tests de resistencia, fuerza muscular y capacidad cardiovascular.

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