Traumas vividos por niños en las redadas constituyen una experiencia con efectos a largo plazo
Una psicóloga analiza la saña y brutalidad sin límites de agentes de ICE y de la Patrulla fronteriza
Foto de archivo. Crédito: AP
“¿Are you OK mami?”, pregunta Rafael Veraza a su hija, después de que ambos fueron rociados con gas lacrimógeno y se sumaron a la extensa lista de inmigrantes o ciudadanos de origen latino víctimas de agentes de inmigración (ICE) o la Patrulla Fronteriza (CBP).
El 8 de noviembre, en el estacionamiento de un Sam’s Club, en Cicero, Illinois, Veraza, su esposa y su hija fueron rociados con la sustancia química que alcanzó el rostro de la bebita, Arianna, de un año. La niña estaba sentada en su silla, en el asiento trasero.
En aquella ocasión, ocho ciudadanos estadounidenses entre nueve personas fueron arrestados en La Villita. Supuestamente, los agentes habían sido atacados por disparos.
“Los traumas vividos por niños y adultos detenidos de forma violenta por agentes de ICE constituyen una experiencia altamente estresante con potencial de generar trastornos psicológicos de larga duración”, declaró la psicóloga terapeuta Paula Ruiz.
Para la experta, cuando estas experiencias traumáticas no son atendidas mediante intervención terapéutica oportuna, pueden derivar en alteraciones emocionales, cognitivas y conductuales que afectan el desarrollo y funcionamiento en la vida adulta.
Asimismo, destacó que se ha observado “que algunos agentes pueden desarrollar respuestas desensibilizadas o actitudes con rasgos psicopáticos, caracterizadas por la falta de empatía, la impulsividad y el uso excesivo de la fuerza”.
“Dichas conductas sugieren un deterioro en la capacidad de autorregulación emocional y en la conciencia del daño psicológico que sus acciones provocan en las víctimas”, afirmó.
Gas lacrimógeno contra una bebé
Numerosas denuncias e informes sobre el uso excesivo de la fuerza y las tácticas agresivas empleadas por agentes del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) de Estados Unidos durante arrestos, detenciones y protestas se han documentado en vídeo y a través de testimonios de testigos en diversas ciudades estadounidenses, como Los Ángeles, Chicago, Oregón, Nueva York o Washington.
Un video grabado con un celular mostró el momento en que, según Rafael Veraza, él y su familia fueron rociados con gas pimienta, cerca del barrio Little Village (La Villita), de Chicago.
El agente roció el automóvil de Veraza desde el frente del auto hacia atrás. A él le roció toda la cara. La sustancia irritante alcanzó a los ojos de su pequeña hija, Arianna.
La subsecretaria del DHS, Tricia McLaughlin, publicó una declaración en redes sociales, negando el uso del gas lacrimógeno, argumentando: “No. No hubo control de multitudes ni se utilizó gas pimienta en el estacionamiento de Sam’s Club. Sin embargo, durante el fin de semana en Chicago, las fuerzas del orden fueron atacadas a tiros, les arrojaron ladrillos, las atropellaron con vehículos y sufrieron otros ataques…”.
Perturbador caso de una niña
El 4 de noviembre, la Red de Respuesta Rápida de Los Ángeles (LARRN), una coalición de más de 50 organizaciones, grupos y más de 1500 voluntarios en todo el condado de Los Ángeles, denunció la presencia de agentes federales el día de las elecciones en un estacionamiento de los Dodgers -cercano a una tienda Home Depot- en Cypress Park y la inquietante detención de un hombre adulto y una bebé.
Un miembro de LARRN grabó un video de agentes federales enmascarados que detuvieron a Dennis Quiñones. En el video se observa a los agentes federales fuertemente armados alejándose con la bebé de un año en su propio automóvil.
Funcionarios federales informaron que Quiñónez, quien al parecer tiene antecedentes penales por violencia doméstica en el condado de Los Ángeles, desde 2014, y no puede poseer armas legalmente, afirmó que el arma pertenecía a un amigo.
Las autoridades también indicaron que Quiñones supuestamente admitió haber arrojado piedras a los agentes porque creía que eran oficiales del ICE.
“Mi hijo es ciudadano [estadounidense]”, dijo recientemente en rueda de prensa, su madre, María. “No había ninguna razón para que ICE los detuviera”.
Por varias horas, María no supo del paradero de su hijo ni de su nieta, hasta que recibió una llamada de un numero desconocido, que era de la Patrulla Fronteriza, quien le pidió reunirse con ellos para que le entregaran a la niña.
“Estoy devastada, por lo que le ha pasado a mi hijo y exijo explicación”, declaró María. “Queremos a mi hijo en casa. Su hija lo necesita”.
Para la psicóloga Paula Ruiz, generalmente un niño que es expuesto a un trauma de ese nivel, simplemente no lo puede manejar porque todavía no puede comprender o analizarlo como un adulto.
“Las secuelas vienen después, a través del llanto y la ansiedad; pueden desarrollar también desórdenes postraumáticos”, indicó. “Por ejemplo se empiezan a hacer del dos y el uno; tal vez pierden control de sus esfínteres y si ya podían ir solos al baño, tienen una reversa tremendísima. Los niños traumatizados, en edad escolar, tienen problemas relacionales”.
Terrorismo contra hispanos
Gaspar Rivera, director del Centro de Investigación y Educación Laboral de UCLA, abordó la crueldad de los operativos de ICE y de la Patrulla Fronteriza, donde muchos niños son víctimas inocentes.
“Los agentes utilizan perfiles raciales y la apariencia física para detener a inmigrantes, lo que genera traumas en los niños, afectando su asimilación y creando resentimiento”.
Manifestó que el uso de fuerza excesiva en la detención, arresto y deportación de inmigrantes ante la mirada de sus hijos indefensos contradice por completo todos los valores cívicos y morales sobre los cuales fue fundado Estados Unidos.
“Esta nación fue fundada con valores de comunidades inmigrantes”, dijo. “Desde el principio se le daba la bienvenida a inmigrantes que venían con el deseo de superación y prosperidad en esta nación. Pero, lo que está ocurriendo ahora es algo que es contrario a esas bases tanto ideológicas como cívicas y morales. Esto contradice el sueño y la visión de los fundadores”.
Por otra parte, destacó la falta de compasión, misericordia y en cierta manera, “hasta un odio” contra una comunidad latina que lo único que quiere es sobrevivir, trabajar y vivir como todos los demás que han venido a Estados Unidos.
“La única diferencia es que unos llegaron más temprano y otros más tarde”, expresó. “En cierta manera es un acto de terrorismo porque están yendo en contra de una comunidad específica, porque los ataques y redadas han sido más generalizados contra las victimas hispanas”.
Los casos de violencia contra niños se multiplican
El 14 de septiembre, en una calle de Chicago, dos niños quedaron abandonados en la calle después que ICE se llevó a los padres.
Luego, el 23 de septiembre, Febe, de solo seis años y Ángelo Pérez, de nueve, de Texas, estaban dormidos en sus camas cuando los agentes de inmigración llegaron por su madre.
Un agente le dijo a su madre, Kenia, que los Servicios de Protección Infantil los recogerían y los colocarían en un hogar de crianza si no encontraba a alguien que los cuidara.
Poco más de un mes después, el domingo 19 de octubre, fuerzas del orden estatales y federales llevaron a cabo un operativo de estilo militar en un evento hípico familiar en Wilder, Idaho.
Aproximadamente 400 personas, incluyendo muchos niños, fueron aterrorizadas en el evento.
Anabelle Romero, ciudadana estadounidense fue esposada y separada de sus hijos, de siete y 14 años.
El 15 de octubre, durante una parada de control de tráfico, una madre fue separada de su esposo y de su bebé, en Fitchburg, Massachusetts.
Presuntamente, autoridades federales del ICE tenían como objetivo a Juliana Milena Ojeda-Montoya, a quien señalaron como una “”extranjera ilegal, criminal y violenta” buscada por un presunto apuñalamiento.
Durante la detención y arresto, el esposo pareció sufrir un ataque epiléptico, mientras sostenía al niño en sus brazos.
La madre intentó proteger al niño que lloraba de espanto.
Después de casi dos horas, la mujer fue puesta en custodia y el hombre -a quien los agentes del ICE sacaron del cuello de su auto- fue liberado con el bebé.