Mujer colombiana relata la misteriosa desaparición de su hija en México y la dolorosa búsqueda
Sharick Staicy Bonilla Díaz dijo a su madre que iba a un parque ubicado a media calle de su casa, pero desde entonces no se sabe nada de ella
La geolocalización del celular de la joven la ubicó por última vez en la frontera entre México y EE.UU. Crédito: Fiscalía de Morelos | Cortesía
Janeth Díaz llegó al municipio de Jiutepec, Morelos, buscando un refugio. Había escapado de Bogotá en 2021 tras años de violencia intrafamiliar ejercida por el padre de sus tres hijas. Creyó que, al cruzar la frontera, podría cerrar ese capítulo oscuro. Pero el 30 de octubre de este año su vida volvió a quebrarse: Sharick Staicy Bonilla Díaz, una de sus hijas, desapareció sin dejar rastro. Desde entonces, Janeth revive el mismo miedo que pensó haber dejado atrás.
Su historia comenzó en Colombia, donde durante años insistió en salvaguardar su integridad y la de sus hijas. En entrevista con el sitio La Silla Rota, recuerda que el padre de las niñas se negó repetidamente a firmar los permisos para que salieran del país. Fueron años de abogados, papeleo y ahorros invertidos hasta lograr traer primero a Geraldine, la menor, y hace apenas siete meses a Sharick. Mientras Janeth estaba ya en México, su expareja presionó para obligarla a regresar y, en varias ocasiones, le arrebató a las niñas a sus padres. Ese ambiente la convenció de que no podía volver.
En un lapso de cuatro años, Janeth logró reunirse con sus dos hijas. Geraldine llegó primero y Sharick lo hizo en abril. “Ella no sabía que yo iba a ir por ella, fue de sorpresa”, relata. En Morelos buscaban empezar de nuevo y recuperar la tranquilidad que la violencia les negó en Colombia.
El día de la desaparición, Sharick salió de casa a las 12:30 de un jueves. Vestía tenis y una sudadera. Le dijo a su madre que iría al parque, a media calle, y volvería para el almuerzo. A las dos de la tarde, cuando la comida estaba servida, la adolescente no regresó. Janeth le escribió insistentemente y luego salió a buscarla por el parque, la biblioteca y las calles cercanas, hasta darse cuenta de que su hija no estaba en ninguno de sus lugares habituales.
A las 2:30 de la tarde, con la esperanza de obtener una respuesta, Janeth le envió a Sharick una foto por WhatsApp. La joven contestó: “Ma, borre esa foto que me está boleteando”. Minutos después, envió otro mensaje asegurando que estaba en Cuautla. La madre no entendía cómo había salido de Jiutepec sin avisar.
Los mensajes se volvieron extraños
Sharick hablaba de “conseguirse una pieza (habitación)” y de querer vivir sola. Janeth intentó calmarla, ofreciéndose a acompañarla si deseaba mudarse. Pero la comunicación se cortó a las 11:30 de la noche, tras un último intento de pedirle una foto o un audio.
El celular dejó de responder. Al día siguiente, a las 8:10 de la mañana, llegó un saludo breve que Janeth reconoce como el último mensaje auténtico de su hija.
Esa misma noche, casi a medianoche, el teléfono de Sharick volvió a escribir, pero ya no era ella. El mensaje llegó al celular de su hermana Geraldine. Quien enviaba los textos pedía primero 27 dólares y después 82; decía que la adolescente estaba en Nuevo Laredo y que la “estaba ayudando”. Mandó una foto de Sharick, que fue borrada de inmediato, y un audio en el que apenas se escuchaba: “Hola, Geral, yo estoy bien”. Luego, silencio total.
Desesperada, Janeth y su pareja comenzaron una búsqueda por su cuenta en hoteles, zonas de tolerancia, puntos de venta de drogas y colonias peligrosas. Consultaron incluso a un hacker y a una vidente. Nada funcionó. “Es desesperante. No saber si comió, si durmió bien, si le están haciendo daño”, dijo a La Silla Rota.
Cuando acudieron a la Fiscalía de Morelos, entregaron información completa: número telefónico, ubicaciones, redes sociales, contactos y testimonios. La respuesta inicial fue desalentadora, pues las autoridades asumieron que se trataba de una simple pataleta o que la joven se había ido con un novio. Janeth insiste en que su hija no conocía la zona, no se movía sola y no tenía amistades.
Semanas después, la fiscalía le mostró las sábanas de geolocalización del celular de Sharick. Los registros revelaron que desde el momento en que salió del parque aquel 30 de octubre, el aparato salió de Morelos. Para las seis de la mañana del viernes 31, ya se encontraba en la frontera entre México y Estados Unidos. El dispositivo permaneció activo hasta el lunes 3 de noviembre, cuando la señal se apagó definitivamente.
Datos del Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas señalan que Morelos acumula 2,071 desapariciones desde 1952 hasta el 19 de noviembre de 2025. Solo entre enero y octubre se registraron 231 nuevos casos, un aumento de 20% respecto a 2024. La mayoría de las víctimas son mujeres adolescentes y hombres jóvenes, un reflejo de la creciente vulnerabilidad de estos grupos, incluidos menores migrantes que huyen de contextos de violencia.
En medio de ese panorama, Janeth intenta sostenerse. Revisa una y otra vez cada paso y cada decisión, sin encontrar respuestas. “Quizás por eso cayó en una red. No sé. Pero yo la traje para que estuviera bien, no para esto”, lamenta.
A miles de kilómetros de la violencia que la expulsó de Colombia, la desaparición de Sharick la confronta con un dolor que creyó haber dejado atrás para siempre.
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