Cuando los niños se convierten en innovadores: la escuela chárter que empodera a los estudiantes a través del emprendimiento
La escuela también cultiva habilidades valiosas de expresión oral y presentación a través de su feria anual Kids Business Fair
Estudiante de Alma Fuerte Public School mostrando un artículo creado con una cortadora láser. Crédito: Cortesía
En Alma Fuerte Public School en Pasadena, la energía se siente desde el momento en que uno entra al plantel: niños resolviendo problemas, experimentando, probando ideas y hablando con orgullo de las cosas que han creado. Lo que se está gestando aquí no es un impulso para convertir a los niños en emprendedores, sino algo más simple y poderoso: ayudarlos a descubrir su creatividad, su confianza y su capacidad de construir su propio futuro.
Este tipo de aprendizaje guiado es fundamental mientras entramos en una nueva era de inteligencia artificial y personalización en todas las profesiones, especialmente en el mundo de los negocios.
Los educadores de Alma Fuerte afirman que el aprendizaje práctico basado en el emprendimiento aumenta la confianza de los alumnos, su capacidad para resolver problemas, su iniciativa y su habilidad para completar tareas complejas. En otras palabras, cuando los niños aprenden a llevar una idea desde el concepto hasta su ejecución, desarrollan una autoeficacia que se extiende a todos los aspectos de su vida.
“A medida que avanzamos en el siglo XXI, la tecnología evoluciona más rápido de lo que podemos predecir”, señaló Adriani León, directora de escuelas comunitarias. “No se trata de enseñar una habilidad técnica específica, porque esas cambian. Lo que no cambia son las habilidades blandas: trabajo en equipo, liderazgo, resiliencia, adaptabilidad. Si nuestros estudiantes pueden comunicarse bien y adaptarse cuando algo no sale como lo habían planeado, pueden tener éxito en cualquier lugar.”
El programa de emprendimiento de Alma Fuerte evolucionó de manera orgánica a lo largo de sus ocho años, guiado por los intereses de los estudiantes y la creatividad de la comunidad. En sus inicios, los estudiantes preparaban jabón artesanal utilizando envases vacíos de condimentos como moldes. Instalaban una mesa en el mercado local y rotaban funciones: dar la bienvenida a los clientes, manejar el dinero y presentar su producto. Un padre incluso llamó para preguntar cuándo volverían a hacer jabón, ya que era muy popular en casa.
Lo que comenzó como un proyecto sencillo se ha convertido en una vibrante cultura de creación. Hoy, los estudiantes tienen acceso a máquinas de coser, materiales para hacer jabón y velas, una impresora 3D e incluso una cortadora láser Glowforge, lo que les permite diseñar y vender rompecabezas, llaveros, plumas personalizadas y mucho más. Tres veces al año, la escuela organiza ferias empresariales donde los estudiantes exhiben sus creaciones y se quedan con sus ganancias. Muchos regresan a casa con más de $100 por feria, y algunos incluso utilizan ese dinero para comprar útiles escolares, cubrir gastos del hogar o ayudar a sus familias.
Un alumno de sexto grado, Ronnie, llegó a ganar casi $200 con una sola invención. “Me gusta ser creativo y ayudar a mis amigos”, dijo. “Y el dinero ayuda mucho a mi familia.”
Katia, estudiante de octavo grado, ha ganado más de $180 en cada feria vendiendo productos artesanales navideños y plumas personalizadas que elabora junto a su mamá. “Honestamente,” dijo con una sonrisa, “me gusta quedarme con el dinero para mí.” Pero también reinvierte sus ganancias para mejorar su negocio: compró una caja registradora y materiales para seguir creciendo. “Con el dinero he podido organizarme mejor.”
Luego está Camila, también de octavo grado, quien inició un negocio de tutoría este otoño. Trabaja con estudiantes más pequeños de TK a quinto grado dos veces por semana y ha ganado más de $100 al mes. “Cuando veo que los niños mejoran, me hace feliz,” dijo. “Recuerdo cuando yo batallaba porque el inglés no era mi primer idioma. Ayudarlos se siente como devolver lo que recibí.”
Para Adriani, estas historias reflejan algo más profundo: jóvenes descubriendo que sus ideas importan. “Estos estudiantes literalmente han construido la escuela con nosotros”, expresó. “Sus intereses moldean nuestros programas.” Desde proyectos culinarios —respaldados por estudiantes que obtienen su tarjeta oficial de manipulación de alimentos— hasta una próxima cafetería dirigida por alumnos, Alma Fuerte está creando rutas que forman tanto habilidades laborales como autonomía.
La escuela también cultiva habilidades valiosas de expresión oral y presentación a través de su feria anual Kids Business Fair, una celebración comunitaria donde los estudiantes venden productos, prueban ideas y aprenden lo que significa sentir orgullo por su trabajo. Es una afirmación alegre de que los niños no sólo absorben conocimiento: están creando valor, resolviendo problemas y aprendiendo quiénes pueden llegar a ser.
No todos los estudiantes planean convertirse en emprendedores: algunos sueñan con ser abogados, maestros o artistas. Pero la educación emprendedora les da algo aún más poderoso que un plan de negocios: un sentido de posibilidad. La creencia de que, si un camino se cierra, pueden adaptarse y encontrar otro. La confianza de que sus ideas tienen valor.
Las escuelas públicas chárter se fundaron para reimaginar lo que la educación podría ser. Alma Fuerte muestra cómo se ve eso en la práctica: estudiantes aprendiendo a adaptarse, tomar iniciativa y construir su futuro, una idea a la vez.
Myrna Castrejón es la presidenta y directora ejecutiva de la Asociación de escuelas chárter de California (CCSA).