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El declive de Estados Unidos y el “Corolario Trump”

No es sorprendente que la otrora potencia mundial dé la espalda a quienes fueran sus aliados en diversas partes del mundo

El gobierno de Donald Trump intenta recuperar el control del continente americano.

El gobierno de Donald Trump intenta recuperar el control del continente americano. Crédito: Alex Brandon | AP

El profundo declive de Estados Unidos y la pérdida de su otrora hegemonía se hacen patentes de muchas maneras en los últimos tiempos. El desgaste de su infraestructura, el declive de sus ciudades, sus liderazgos erráticos, la desprofesionalización en el servicio público, los múltiples problemas sociales, la epidemia de adicción a las drogas sintéticas, la enorme polarización política y económica, así como el deterioro del sistema educativo y el nivel de vida en ese país, reflejan la realidad de un imperio en franca decadencia. Estados Unidos ya no es lo que era antes y su papel en el mundo se encuentra bastante disminuido. Por ello, Trump ganó dos veces la presidencia al prometer “volver a hacer a América grande”. En la era presente, dicha nación pierde su influencia en varias regiones del mundo y se repliega para concentrarse mayormente en su propio continente.

No es entonces sorprendente que la otrora potencia mundial dé la espalda a quienes fueran sus aliados en diversas partes del globo terráqueo. Tampoco sorprende que abandone su papel como supuesto redentor y policía del mundo, ni su liderazgo en el sistema internacional—que dicha nación llegó a crear y a encabezar para su beneficio después de la Segunda Guerra Mundial. En este contexto, Estados Unidos da un viraje fundamental en su política exterior y vuelve a mirar hacia adentro, concentrándose en lo que llama el “hemisferio occidental”. La reafirmación de la Doctrina Monroe en lo que hoy se denomina el “Corolario Trump”—como parte toral de la actual ‘Estrategia de Seguridad Nacional’—parece ser la pieza clave que define un nuevo orden y papel de Estados Unidos en un mundo multipolar en el cual va pierdiendo influencia a pasos agigantados.

Así, recordando que supuestamente “América es para los americanos”, la administración trumpista intenta recuperar el control del continente, empezando por Groenlandia, declarando una emergencia nacional (con todo lo que ello implica), librando una especie de guerra contra lo que ahora denomina “narcoterrorismo” y prometiendo reconquistar el Canal de Panamá. Así, desde Washington, Trump amenaza a México con una intervención militar y se intenta imponer un cambio de régimen en Venezuela, al tiempo en que se incautan buques petroleros y se bombardean embarcaciones en aguas internacionales con la excusa del combate al tráfico de fentanilo—droga ahora considerada como “arma de destrucción masiva” para abonar a la legitimación del militarismo en América.

La realidad es que la nueva política exterior estadounidense no parece tener nada que ver con el tráfico de drogas, sino que más bien parece derivar de un intento desesperado por retomar el control de todas las áreas perdidas del continente y eliminar la influencia que ahora ejercen otras potencias (principalmente China) en América. Venezuela, su petróleo, su tierra y sus otros recursos, son ahora, para Estados Unidos, una prioridad. Si Trump no puede sacar a Maduro del poder y no recupera las zonas de influencia perdidas en América se moriría la Doctrina Monroe. Por ello, vivimos en tiempos muy peligrosos. Estados Unidos mantiene un gran poder militar y hará lo que sea por conservar su doctrina y su poder hegemónico en América. Si no es con las enormes presiones del cerco militar y del embargo, los ataques escalarían muy posiblemente a las tierras de Venezuela directamente. Y el siguiente objetivo quizás sería México. Aún no sabemos a ciencia cierta cómo se hará realidad el corolario Trump en el resto del continente en tiempos de declive de Estados Unidos y el fin de un orden liberal.

Vivimos tiempos de profundo cambio y el futuro de México parece incierto en medio de una crisis de liderazgo en el país vecino. No obstante su enorme riqueza, sus recursos tan abundantes y su gran poder armamentista, Estados Unidos se desmorona por dentro, la polarización económica y social son extremas, reinan las contradicciones y quienes toman las decisiones más importantes en esa nación no parecen ser personas serias, ni capaces, ni profesionales. El país es ahora mismo dirigido por influencers, presentadores de televisión y personajes sin autoridad moral, cuestionados por el escándalo, los conflictos de interés y los compromisos con actores que reclaman tierra y poseen intereses estratégicos fuera del continente. Así las cosas en América, que no parece hoy por hoy ser un lugar pacífico ni seguro para todos los americanos.

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