Papeles: los bestsellers eternos

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El encuentro mundial sobre Futuro en español que deliberó en Medellín me devolvió el casete a los primeros bestsellers que despaché.

“Como nací a temprana edad”, pronto empecé a encarretarme con la herramienta con la que levantaría para los garbanzos: la luenga lengua.

Para empezar por el principio como diría mi gurú, Perogrullo, cuando evoco mis primeros teterados en español me “arrecuerdo” de mi madre.

Le doy gracias por haberme prestado su hotel de cinco estrellas durante nueve meses sin cobrarme intereses agiotistas, por puro amor al arte de la maternidad, y por haberme instalado las ¡30! vocales y consonantes en el disco duro. (Con el tiempo han desaparecido algunas consonantes. ¡Qué tristeza!).

Luego apareció la señorita Esilda Bahos, del kinder de Berlín-Aranjuez que convirtió vocales y consonantes en letras de carne y hueso.

La señorita Esilda nos presentó a don Evangelista Quintana, autor de La Alegría de leer. No está bien contar plata delante de los pobres pero debo confesar que conservo el libro primero, gracias a Editorial Voluntad que la reedito para no dejársela al olvido.

Don Evangelista escribió su obra en dueto con doña Susana, su “dulce enemiga”. El macho alfa se ocupaba de las páginas pares, misiá Susanita, de las impares.

De buenas a primeras terminé leyendo en letra Palmer frases que ni Alzheimer ha podido borrar: Mi mamá me mima, el enano bebe, Lola no baila ni bebe, el pato no tiene pelo.

Y para que le duela a la cobarde envidia, el mismo libro de la Alegría incluye la urbanidad de Miguel Antonio Carreño.

En mi pequeña biblioteca, la urbanidad del ilustre vecino (Caracas 1812-1874) se encuentra al lado de algunos de mis autores de humor preferidos: Aristófanes, Molière, Marx (Groucho, no Carlos), Chaplin, Woody Allen, Octavio Amórtegui, Klim.

La urbanidad de quien fue ministro de hacienda de Venezuela es una fiesta. Para muestras algunos botones: “También son actos asquerosos e inciviles el eructar, el limpiarse los labios con las manos después de haber escupido, y sobre todo el mismo acto de escupir que solo las personas poco instruidas en materias de educación creen imprescindible…”.

Otra perla que lo hace acreedor a figurar en las grandes ligas del humor: “Sólo entre personas que se tratan con íntima confianza, puede ser tolerable el acto de cruzar las piernas”.

Dios me perdonará, “es su oficio”, pero dejé para lo último el tercer bestseller de mi infancia: el catecismo del padre Astete. El padre Gaspar es el mejor tuitero que conozco. Recordemos su definición de fe: ”Es creer lo que no vemos porque Dios lo ha revelado”. Solo Moisés, el primer tuitero, lo aventaja en contundencia con el primer párrafo del Génesis: “En el principio creó Dios el cielo y la tierra”.

Si me hubieran preguntado los asistentes al foro Futuro en español en qué momento se jodió Colombia, respondería, para dármelas de listo, que cuando archivamos los bestsellers mencionados.

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