Detrás de la linda sonrisa de Ana de la Reguera se esconde un carácter explosivo
Y si "tiene hambre" es aún peor.
Detrás de la sonrisa que suele lucir en sus apariciones públicas y al margen de su gran sentido del humor, la actriz Ana de la Reguera esconde un fuerte temperamento que siempre sale a relucir con las personas impuntuales o, como bien sabe un pobre conductor que la recogió tras una dura jornada de trabajo, cuando está hambrienta.
“Te diré cuándo se me sube la fama: si alguien me hace esperar; ahí sale mi peor lado. De hecho, pobre del chófer que me llevó anoche de una grabación. Le pedí que me llevara a unos tacos y se perdió, yo me desesperé con él. Después de casi una hora de dar vueltas logró dar con el lugar. Cuando salí de comer, me arrepentí de haberme enojado”, reconoce la intérprete en una entrevista a la edición mexicana de Vanity Fair.
Pero por mucho que ella atribuya en parte esos repentinos enfados a su fama, lo cierto es que, en sus inicios en el mundo de la interpretación, la por entonces jovencísima Ana ya apuntaba maneras en lo que al carácter irritable se refiere.
“Cuando comenzaba en esto le menté la madre a un productor del que no diré el nombre. Es que cuando era muy joven, me trataron muy mal, pero yo no me dejaba”, alega en tono jocoso.
Para los que no quieran verse nunca en la incómoda situación de ser el motivo del enfado de la actriz, lo mejor es no abordar nunca un tema tan delicado -al menos para ella- como su aspecto físico.
“Hay un ‘supuesto’ piropo muy recurrente con el que la gente se mete en problemas, que es cuando me dicen: ‘¡Te ves mejor en persona!’. ¿Quieren decir entonces que me veo horrible en pantalla?. O te dicen: ‘Te ves mejor en el cine’. Mejor no digan nada, nadie sale bien librado de ahí”, explica al tiempo que trata de restar dramatismo al asunto.