¿Presidente o candidato? el riesgoso camino de Trump al estar ya en campaña para su reelección en 2020
Donald Trump ya completó el papeleo para su reelección
El mismo día que juró como presidente de Estados Unidos, Donald Trump hizo tiempo para otro acto oficial: completó el papeleo para poder ser candidato a la reelección en 2020.
Fue algo totalmente atípico.
Sus cinco antecesores dieron ese paso cuando ya había pasado buena parte de su primer mandato de cuatro años, no al primer día.
En su carta a la Comisión Federal Electoral el 20 de enero, Trump aclaró que aquello no constituía un “anuncio formal de su candidatura para la elección de 2020”.
Pero tampoco quiso dejar pasar el tiempo para competir en esos comicios o para protagonizar avisos publicitarios y actos al estilo de una campaña electoral en los primeros meses de su gobierno.
“Es como una presidencia de reality TV: siempre está en campaña”, dice Joshua Sandman, un profesor de ciencia política en la Universidad de New Haven, Estados Unidos, experto en comportamiento presidencial, en diálogo con BBC Mundo.
Y esto puede significar ventajas tanto como riesgos para Trump.
“Lo que hace mejor”
Trump ha participado en varios actos tipo mítines electorales desde que asumió, así como en eventos de recaudación de fondos partidarios.
Solo entre julio y septiembre su campaña recaudó US$11.6 millones , según informó el diario The Washington Post .
Pero también gastó US$5.6 millones en el mismo trimestre, incluyendo más de US$1 millón en costos legales, en momentos en que familiares y colaboradores de Trump son objeto de investigaciones, consignó el periódico.
Este lunes, el presidente viaja a Carolina del Sur para asistir a un acto privado para recolectar fondos para la campaña del gobernador republicano Henry McMaster.
En agosto, durante otro acto de campaña en Phoenix (Arizona), acusó de deshonestidad a los medios de comunicación y tocó uno de los temas más polémicos de su anterior campaña, el muro en la frontera con México, al indicar que paralizaría el gobierno si el Congreso no financiaba su construcción (una amenaza que la Casa Blanca luego desactivó).
El público presente en el recinto coreó las siglas de su país en inglés, “¡U.S.A.!”, y fuera la policía usó gas lacrimógeno para dispersar una protesta contra Trump.
Unos días antes y en medio de la polémica por la violencia racista que estremeció a la ciudad de Charlottesville, la campaña para la reelección del presidente había lanzado un aviso diciendo que sus “enemigos” buscan obstruirlo.
Además, Trump participó ya en junio en un primer evento como mandatario para recaudar fondos para el Partido Republicano.
Todo esto ocurre mientras varios escándalos sacuden su presidencia, incluida una investigación para determinar si la campaña de Trump en 2016 conspiró con Rusia, y los índices de aprobación del mandatario muestran niveles récord por lo bajos.
En este contexto, los analistas creen que Trump apunta a la reelección para intentar disuadir a otros que puedan ponerse en su camino, ya sea compitiéndole en una interna partidaria o pidiéndole que renuncie a presentarse.
“La forma en que ha trabajado como presidente ha causado muchas controversias, y no quiere mitigar sus posibilidades de volver a presentarse. Entonces toma la iniciativa para intentar evitar que alguien diga que no debería hacerlo”, dice Sandman.
Por otro lado, Trump busca mantener movilizada a su base electoral y recuperar el apoyo de aquellos que lo votaron pero ahora lo critican, y para lograrlo apuesta al modo campaña.
“Es lo que hace mejor”, dice a BBC Mundo James Campbell, un profesor de ciencia política en la Universidad de Búfalo, EEUU, experto en elecciones y política presidencial.
Sin embargo, el reciente fracaso en lograr la candidatura a senador por Alabama de un republicano apoyado activamente por Trump, mostró las limitaciones que el presidente puede tener para convencer a votantes de su propio partido.
La lucha interna
Claro que Trump está lejos de ser el primer presidente en gobernar con la mirada en las urnas, algo que incluso tiene un nombre en este país: la “campaña permanente”.
Mientras fue presidente de EE.UU. entre 1993 y 2001, el demócrata Bill Clinton tenía un equipo de encuestadores para medir lo que pensaba la gente y cómo presentar medidas de gobierno.
Sin embargo, el modo en que lo está haciendo Trump también puede jugarle en contra.
“No ha sido capaz de ser más conciliador y tratar de unificar a la gente, incluso de su propio partido. Eso puede resultarle contraproducente y alienar gente que necesita tener de su lado”, advierte Campbell.
De hecho, ya se reportaron movimientos reservados de otros republicanos, incluido el vicepresidente Mike Pence, que pueden ser vistos como señales de interés en ser candidatos en 2020, aunque ellos lo nieguen.
Trump no ha logrado establecer una relación fructífera con miembros de su partido en el Congreso y los roces podrían crecer si los republicanos sufren un revés en las elecciones legislativas de 2018.
“Las probabilidades de una lucha primaria (entre republicanos para las presidenciales de 2020) aumentarán a medida que continúe el conflicto actual entre Trump y el Congreso”, vaticinó recientemente Chris Stirewalt, editor político en la cadena de noticias Fox.
No marcar bien el límite entre la presidencia y la campaña podría incluso desatar desafíos legales para Trump, ya que hay normas para impedir que ambas actividades se mezclen.
Pese a estos riesgos, a que ya es el estadounidense de mayor edad en asumir la presidencia y a que aún tiene que decir formalmente si buscará su reelección en 2020 (con 74 años), por ahora Trump parece mucho más interesado en esto que en volver a Nueva York a dirigir su imperio empresarial.