Ferrari se queda sin cabeza tras la muerte de Marchionne
Su figura le devolvió el protagonismo al equipo en la Fórmula Uno tras años de oscuridad
La muerte de Sergio Marchionne, expresidente de Ferrari fallecido este miércoles a los 66 años, deja a la casa automovilística italiana sin un líder clave que, con su trabajo, logró devolver opciones de título mundial de Fórmula Uno a su escudería.
Marchionne falleció este miércoles tras estar ingresado durante algunas semanas en una clínica de Zúrich, en Suiza, a causa de unas complicaciones médicas surgidas después de una operación en un hombro que le dejaron en estado irreversible.
Nacido en la céntrica ciudad italiana de Chieti (Abruzos) en 1952 y emigrado junto a su familia a Canadá cuando tenía catorce años, Marcionne consiguió tres grados en Norteamérica y se convirtió en uno de los dirigentes más exitosos e internacionalmente respetados.
En su larga carrera, Marchionne ocupó el cargo de consejero delegado de Fiat Chrysler Automobiles (FCA) durante catorce años y logró sacar a la empresa de la profunda crisis en la que se hundió a principios del siglo XXI.
Siempre muy apasionado por los coches y la velocidad, el dirigente italiano tomó el mando de Ferrari en 2014 y puso fin a trece años de presidencia de su compatriota Luca Cordero di Montezemolo.
La escudería italiana había vivido una época gloriosa de su historia entre 2000 y 2007, cuando fue capaz de conquistar cinco títulos mundiales consecutivos de Fórmula Uno gracias al alemán Michael Schumacher (2000-2004) y otro por medio del finlandés Kimi Raikkonen (2007).
A ellos se sumaron además ocho títulos de constructores: seis seguidos entre 1999 y 2004 y otros dos encadenados en las temporadas 2007 y 2008.
Sin embargo, tras ese brillante período, Ferrari entró en una crisis de resultados que parecía no tener fin y que tuvo su momento más bajo precisamente en la temporada 2014, en el último año de la dirección Montezemolo.
La “Rossa” no pudo ganar una carrera en todo el Mundial y apenas consiguió dos podios, ambos gracias al piloto español Fernando Alonso, quien llegó tercero en el GP de China y segundo en el de Hungría.
Así, el 13 de octubre de 2014, Marchionne tomó el mando de Ferrari con un reto de máxima dificultad por delante: convertir a los monoplazas de la escudería de Maranello (Módena, norte) en unos serios candidatos al título.
Fue un proyecto complejo en el que la escudería presidida por Marchionne tuvo que competir con una Mercedes más preparada y más moderna, que llevó a su sede de Brackley (Reino Unido) los últimos cuatro títulos mundiales.
Sin embargo, los números de Ferrari desde que el dirigente italiano se hizo cargo de su gestión mejoraron notablemente y de manera constante: las “Rosse” sellaron 12 victorias y alcanzaron el podio en 59 ocasiones.
Si en el primer año de la dirección de Marchionne Vettel se clasificó tercero, separado por hasta 103 puntos del campeón, el británico Lewis Hamilton, en 2017 Ferrari consiguió pelear a la par con Merecedes hasta la mitad de la temporada.
Vettel acabó finalmente segundo en ese Mundial, a 46 puntos de Hamilton, pero ese año dejó sensaciones muy positivas en la escudería italiana, que afrontó 2018 con la ambición de luchar hasta el final por el título.
Unas sensaciones que se confirmaron en el presente Mundial. Ferrari se presentó con un monoplaza capaz de tutear a Mercedes y, pese al último GP de Alemania, que fue negativo para Ferrari, Vettel está en plena lucha con Hamilton para ganar el Mundial.
La muerte este miércoles de Marchionne deja a Ferrari sin el líder de estas mejoras. El cargo de presidente fue otorgado a John Elkann, de la familia Agnelli, mientras que el nuevo consejero delegado es Louis Camilleri.
Le toca ahora a la casa de Maranello seguir por el camino marcado por Marchionne, con el sueño de volver a conquistar un título Mundial de Fórmula Uno que le falta desde hace once años.