Colombia reafirma su buen balance
El Gobierno de Colombia reafirmó ayer su buen balance sobre la celebración de la VI Cumbre de las Américas
CARTAGENA, Colombia (EFE).- El Gobierno de Colombia reafirmó ayer su buen balance sobre la celebración de la VI Cumbre de las Américas que culminó el domingo en Cartagena de Indias y que presume atraerá al país nuevos inversores y más turismo.
La canciller de Colombia, María Ángela Holguín, ofreció ayer en la ciudad caribeña una rueda de prensa en la que repasó los acuerdos políticos, avanzó que el presupuesto no llegó a 25 millones de dólares y celebró los réditos que dejará la Cumbre en Colombia.
Holguín consideró que durante la semana pasada el país anfitrión quedó ante el mundo como “una Colombia segura en la que se puede invertir con tranquilidad y que tiene un potencial humano inmenso”.
Unos ocho mil actores sociales, empresarios y las delegaciones de una treintena de países participantes en la Cumbre, liderados por sus presidentes o primeros ministros, vivieron durante una semana una Cartagena en la que el habitual bullicio y tráfico brillaron por su ausencia.
Además, las coloridas fachadas del “corralito de piedra”, como se llama al centro histórico de la ciudad, lucían como recién pintadas y casi 19 mil integrantes de las fuerzas especiales del Ejército y la Policía colombianos velaron por una impecable seguridad.
Ante la buena imagen proyectada, la canciller colombiana auguró que esta ciudad y el resto del país tendrán “mucho más turismo” que permitirá acabar con la idea de “la Colombia del conflicto y la violencia”.
Aunque en la Cumbre no se logró firmar una declaración por las diferencias en temas espinosos como la inclusión de Cuba en las próximas cumbres y el apoyo a la soberanía argentina sobre las islas Malvinas, Holguín destacó que sí hubo consenso en los ejes temáticos oficiales.
Estos son la lucha contra la pobreza, el combate al crimen organizado y la inseguridad, la interconexión física, la prevención de los desastres naturales y la extensión de las nuevas tecnologías por el continente, y quedaron resumidos en 47 mandatos.
Un rasgo de esta cumbre fue la ausencia de relevantes mandatarios regionales como el de Venezuela, Hugo Chávez, quien no pudo asistir por recomendación médica, al igual que su colega haitiano, Michel Martelly.
Tampoco compareció el presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, por razones desconocidas, ni Rafael Correa, de Ecuador, el único que había anunciado su ausencia de antemano al declinar la invitación en señal de protesta por la exclusión de Cuba en la cumbre.
Mientras que el Gobierno colombiano sostiene que la cumbre fue un éxito con el respaldo de países amigos como México, medios cubanos han calificado la cumbre como un “foro agónico”.
La estatal Agencia de Información Nacional (AIN) cubana resaltó ayer que la reunión “no fue capaz de aprobar una declaración final en medio de severas contradicciones entre la mayoría de los países latinoamericanos y caribeños, y el coloso del Norte [Estados Unidos] más las autoridades de Canadá”.
Por su lado, la prensa estadounidense ha centrado su atención en un escándalo protagonizado por agentes del servicio secreto que contrataron servicios de prostitución durante su estancia en Cartagena, dejando a un lado los temas clave de la Cumbre.
El presupuesto asignado por el Gobierno colombiano en la organización de este encuentro ha sido también cuestionado, pero esta vez desde el interior del país.
El expresidente colombiano Álvaro Uribe escribió ayer en su perfil de Twitter: “Opulencia en país pobre con damnificados de inundaciones: ¿será verdad? ‘La última cumbre costó cinco millones de dólares, esta va en 96′”, sin precisar el origen de esa afirmación.
Cuestionada por este asunto, Holguín aseguró durante la rueda de prensa que es “la cuarta parte de lo que se está diciendo”.
Además, aclaró que todavía se están haciendo las cuentas y la Cancillería, responsable de la organización de la Cumbre, tiene previsto informar sobre el presupuesto dedicado a la misma en las próximas semanas.
Cartagena regresó ayer a la normalidad tras la disolución de los férreos anillos de seguridad.