Los dos estaban condenados a pena de muerte por asesinar a mujeres. Pero se salvarán. ¿Por qué?
Timothy Allen secuestró, intentó violar y asesinó a Sandra Phillips, una joven de 17 años. Seis años después, Robert Fry mató de una paliza a Betty Lee, una mujer con cinco hijos. Ninguno de los dos morirá por ello (aunque la decisión no fue unánime)
En 1994, Timothy Allen secuestró, intentó violar y asesinó a Sandra Phillips, una joven de 17 años. Seis años después, Robert Fry mató de una paliza a Betty Lee, una mujer con cinco hijos. Ambos fueron condenados a muerte. Pero se salvarán de la pena capital.
La Corte Suprema de Nuevo México anuló este viernes la condena a muerte de estos reclusos, los últimos dos a la espera de la ejecución en el Estado. Los jueces concluyeron que las sentencias establecidas eran “ilegalmente desproporcionadas” en comparación con sanciones similares impuestas en casos de homicidio.
La decisión no fue unánime. Tres jueces estuvieron a favor de anular la condena a muerte para Allen y Fry, pero dos votaron en contra. Por ello, los dos casos han sido devueltos al Tribunal de Distrito en el condado de San Juan, para que evalúe si impone sentencias de por vida.
En cualquier caso, estos dos reclusos no lo tendrán fácil para salir de la cárcel. El primero, de 56 años de edad, se enfrenta a 25 años adicionales de prisión. El segundo, de 45 años, está condenado a cadena perpetua por otros tres asesinatos cometidos entre 1996 y 1998 en el condado de San Juán.
Bajo una sentencia de por vida, Allen y Fry podrían obtener la libertad condicional al transcurrir 30 años en la cárcel. Pero cuando se cumpla ese plazo, inmediatamente comenzarán las otras penas a las que están condenados.
Nuevo México revocó la pena capital en 2009. Pero Allen y Fry permanecieron en el corredor de la muerte porque sus condenas fueron dictaminadas anteriormente. El estatuto de este estado sobre la pena de muerte prohíbe las que son excesivas y desproporcionadas.
La mayoría de la Corte estableció que, al comparar estos dos casos con otros igualmente “horrendos”, pero en los que los acusados no fueron condenados a muerte, no hay diferencias significativas que justifiquen la imposición de la pena capital a Fry y Allen, según un escrito de la jueza Bárbara J. Vigil
“La ausencia de tal distinción hace que la pena de muerte definitiva sea contraria al mandato del pueblo de que la sentencia sea proporcional a las sanciones impuestas en casos similares”, reza el documento.
La jueza Judith Nakamura no estuvo de acuerdo con esa valoración. “La mayoría interpreta erróneamente la ley vigente, y ha hecho lo que nuestra legislación no haría: derogar la pena de muerte en su totalidad”, dijo.
El juez jubilado Charles Davis, que votó a favor de anular la condena a muerte, opinó que “los crímenes de un asesino reflejan quién es él”, mientras que “lo que le hacemos al asesino refleja lo que somos”.
La Corte Suprema confirmó previamente como constitucionalmente admisibles las condenas a muerte dictadas antes de la derogación de la pena capital por parte del estado.
En 2013, acordó considerar nuevas apelaciones de Fry y Allen y estuvo dudando durante años sobre las reglas básicas para establecer si la pena de muerte puede ser proporcional a los delitos cometidos cuando se comparan con otros casos.
La única persona ejecutada en Nuevo México en más de 50 años ha sido Terry Clark, en 2001. Esta ejecución se produjo después de que el condenado retirara todas las apelaciones relativas a su sentencia de muerte.
- Por Francesco Rodella