Un astronauta mexicano en las aulas de su país
MÉXICO – El auditorio del Colegio México Bachillerato, una escuela privada al sur de la capital mexicana, calló: alrededor de seiscientos estudiantes de entre 10 y 15 años contuvieron su naturaleza inquieta de adolescentes.
Ninguno soltó risas hilarantes, ni picó las costillas al compañero; no cuchicheó, ni miró el celular o hizo alguna broma a costa de algún profesor. Por unos minutos se volvieron perfectos escuchas de la biografía de Rodolfo Neri Vela.
Neri (Chilpancingo, 1952) fue el primer astronauta latinoamericano que voló al espacio en una misión de la NASA. Orbitó la tierra 109 veces a bordo del trasbordador Atlantis en 1985, colaboró también con la Agencia Espacial Europea y ha escrito 15 libros de divulgación científica, pero lo que hace estallar los primero gritos de emoción en la mega aula es otro dato.
“Hace tres años la empresa Disney Pixar lo invitó a ser la voz institucional del Instituto de la Vida Marina en la película animada Buscando a Dory”, detalló Leticia Juárez, la profesora de español que hizo la presentación
—Ohhh, ohhh, ohhh, ohhh… — se escuchó a la par de aplausos y risas festivas.
Entonces entró un Neri triunfante: el que sabía que no hay mejor introducción a la ciencia dura, a las matemáticas y la física tan necesarias en el espacio, que la enseñanza interactiva y lo sabe porque cuando estudiaba ingeniería en Comunicaciones y Electrónica en la Universidad Nacional Autónoma de México, daba clases en una secundaria para sostener sus estudios.
En realidad, lo suyo es dar clases. Después de estudiar una maestría en Telecomunicadiones y un doctorado en electromagnetismo en Inglaterra; después de terminar su misión en la NASA volvió a la academia en la UNAM hasta su jubilación ,y desde entonces da conferencias para empujar la ciencia: suma 1,500 a bachilleres, universitarios y hasta empresarios.
En medio del auditorio del Colegio México piensa que las escuelas públicas y privadas deberían acercar más a científicos y jóvenes, que el gobierno debería hacer festivales culturales que no sólo tengan música sino formas de aterricen los números en la tierra…
—¿Cómo creen que van al baño los astronautas si no hay gravedad? — suelta mientras camina por los pasillos en busca de despertar la curiosidad escatológica de los muchachos que lo filmaban con sus celulares —. Si no lo saben,se los dejo de tarea.
—No, no, díganos cómo— responden a diestra y siniestra.
Rodolfo Neri tiene una página web donde cuenta a profundidad la historia de cómo llegó al espacio y otros vericuetos de la ciencia. Por ello, lo que cuenta a los niños son anécdotas cortas para despertar su interés. “Si quieren explorar más vayan a la pagina”, dice. Todos aplauden.
Se extiende en temas que refuerzan conceptos como la importancia de prepararse para las oportunidades, vencer miedos, definir prioridades o hacer sacrificios. “Yo no pensaba ser astronauta, pero cuando hubo un concurso para que un mexicano participara en un proyecto de la NASA yo estaba preparado, me inscribí y sacrifiqué fiestas, diversión, para estudiar más”.
Finalmente fue elegido entre 800 candidatos. Así supo lo que era salir de la Tierra (aclara que no fue a la luna como muchas veces se dijo: desde 1972, la NASA ya no ha hecho exploraciones lunares); y tuvo la responsabilidad de poner en órbita el satélite mexicano Morelos II y otro asunto importante: llevar al exterior a las tortillas.
— ¡Ehhh!…
Al final de la presentación Neri podía estar seguro de que convenció a más de uno. Samuel Santa María, de 14 años, dice que “quiere recorrer el mismo camino” y ¿por qué no? Algún día tocar Marte aunque se le debiliten los huesos, las piernas se le pongan flacas y pierda algunos litros de sangre como explicó el astronauta mexicano que ocurría por la falta de gravedad más allá de la Tierra, más allá de las aulas.