Caos ‘pudo’ evitarse
Pese a la autorización del Gobierno, las encuestas apuntan a que más del 50 por ciento de la población nipona rechaza la reapertura de las centrales
TOKIO, Japón.- El accidente en la central nuclear de Fukushima fue un desastre causado por errores humanos que pudo haberse evitado, según un duro informe que culpa de lo ocurrido al Gobierno, las instituciones reguladoras y la eléctrica TEPCO.
“El accidente en la planta de Fukushima Daiichi no se puede contemplar como un desastre natural. Fue un desastre hecho por el hombre que podría haberse previsto y evitado”, afirma con rotundidad el informe, resultado de seis meses de investigaciones de un grupo independiente de expertos creado a instancias del Parlamento nipón.
Los 10 académicos y expertos del sector privado que integran el comité entrevistaron a mil 167 personas relacionadas con la crisis, entre ellos el ex primer ministro Naoto Kan, y concluyeron que el desastre fue resultado de “la connivencia entre el Gobierno, los reguladores y TEPCO”.
Los organismos públicos de seguridad nuclear y TEPCO, propietaria de la central, “eran conscientes desde 2006 del riesgo de un apagón total en Fukushima Daiichi si un tsunami alcanzara el lugar” y de la posibilidad de daños en el núcleo de los reactores, afirman.
“Hubo muchas oportunidades de tomar medidas preventivas antes del 11 de marzo. El accidente ocurrió porque TEPCO no las tomó” y los reguladores públicos “lo dejaron pasar”, según el comité, que acusa a la eléctrica de actuar “por interés propio” sin tener en cuenta la seguridad pública.
También denuncia que TEPCO descartó “demasiado rápidamente” que el terremoto afectara a los reactores, que en teoría estaban preparados para resistir temblores- “Cabe la posibilidad de que el seísmo dañara los equipos para mantener la seguridad”, se dice en el documento, en el que se piden más pesquisas sobre este tema.
Problemas de organización y formación en el seno de TEPCO, operarios obligados a trabajar “en la oscuridad con linternas como única fuente de luz”, desconfianza del Gobierno hacia la eléctrica y una “respuesta lenta” son también mencionados en la investigación.
Algunos factores -como la rapidez de los subcontratados que limpiaron los escombros- impidieron que la situación fuera todavía más grave en los reactores 2 y 3, pero “una vez se produjo el corte total de electricidad, fue imposible cambiar el curso de los acontecimientos”, revela el informe.
Los investigadores, entre los que se encuentra el Premio Nobel de Química en 2002 Koichi Tanaka, subrayan el deficiente sistema de gestión de crisis por parte del Gobierno, “lento” y poco claro a la hora de informar a las autoridades municipales, lo que se tradujo en “confusión” sobre las órdenes de evacuación.
“Algunos residentes fueron evacuados a áreas con altos niveles (de radiación) porque no se había facilitado información de control de radiactividad”, denuncian.
Y advierten de los residentes de la zona afectada, donde hay aún unos 80.000 evacuados, “todavía luchan contra los efectos del accidente”, desde las consecuencias de la radiación hasta la contaminación, separación de familias y medios de vida truncados.
En medio de este panorama, el Gobierno “no está totalmente comprometido con la protección de la salud pública”, aseguran los expertos.
A la luz de la lección que supuso Fukushima, se piden “reformas profundas” en las agencias nucleares, las leyes relacionadas con la energía nuclear y en el propio TEPCO. “Sustituir a gente o cambiar el nombre a los organismos no va a solucionar los problemas. Hay que resolver las causas de raíz”, avisan.
La publicación de este exhaustivo informe tiene lugar el mismo día en que Japón recuperó el suministro de energía nuclear, después de dos meses sin ella por el apagón gradual de los 50 reactores comerciales del país por seguridad.
Recientemente el Gobierno dio la luz verde a la reactivación de dos reactores en la central de Oi (oeste) al considerar que son seguros y la turbina del primero de ellos fue conectada hoy para generar y transmitir electricidad.
Pese a la autorización del Gobierno, las encuestas apuntan a que más del 50 por ciento de la población nipona rechaza la reapertura de las centrales, que antes de Fukushima suministraban el 30 por ciento de la energía utilizada por los 127 millones de habitantes de Japón.