Récord de mensajes de odio lanzados contra inmigrantes, latinos y otras minorías
Los grupos supremacistas blanco han aumentado desde que Trump llegó a la Casa Blanca
WASHINGTON— Los grupos supremacistas blancos no solo han florecido durante la presidencia de Donald Trump, sino que han aumentado más del doble su propaganda de odio contra las minorías, a veces arropada en su supuesto patriotismo, según ha advertido un informe de a organización Anti-Difamation League (ADL, en inglés).
El informe indica que, en 2019, los grupos supremacistas batieron su propio récord anual respecto a la difusión de propaganda de odio contra los judíos, los homosexuales y otras minorías étnicas en el país, a través de mensajes en las redes sociales, folletos, afiches, mantas, y calcomanías.
The data is unmistakable. White supremacists are doubling down on their efforts to promote messages of hate and recruit new members. To stop this, we must understand how it’s happening on the ground. Dive into the data.https://t.co/AyiUNBp42k pic.twitter.com/V690VmbhzR
— ADL (@ADL) February 12, 2020
Estos grupos distribuyeron su propaganda en 433 recintos universitarios en 43 estados y en diversos sitios públicos, con un total de 2,713 casos reportados, o un promedio de más de cuatro incidentes por día.
En 2018, la cifra fue de 1,214, según ADL.
Se trata así del mayor número de incidentes de este tipo que haya jamás registrado ADL, un grupo creado originalmente en 1913 para combatir el odio antisemita.
La propaganda se concentró en los estados de California, Texas, Nueva York, Massachusetts, Nueva Jersey, Ohio, Virginia, Kentucky, Washington, y Florida, que cuentan con grandes poblaciones de inmigrantes y minorías.
En particular, el grupo Patriot Front, formado en 2017 por antiguos miembros de otro grupo supremacista, Vanguard America, distribuyó cerca de dos tercios de la propaganda denunciada en el informe de ADL.
En enero pasado, Patriot Front, con sede en Texas, había distribuido 20 mantas con un llamado a la “libertad colectiva” en Nueva York y otros 12 estados, según indicó en su página web.
Estos grupos supremacistas, además, se escudan detrás de su propaganda para incrementar su cobertura mediática y librarse de riesgos a nivel individual, arrestos o el rechazo del público, como suele ocurrir con eventos públicos, según ADL.
Protección para las minorías
Si bien la Primera Enmienda de la Constitución consagra el derecho a la libertad de expresión, expertos y activistas consultados hoy por Noticias Telemundo coincidieron en que existe una línea entre el derecho y la retórica que incite a actos de violencia contra las minorías.
Además, las minorías también tienen derechos y protección equitativa bajo las leyes.
“Los líderes de los derechos civiles deben recordarle a la nación que la supremacía blanca no fue tolerada durante su auge hace más de medio siglo, y no debe ser tolerada ahora, aunque las protestas y el activismos no serán suficientes”, dijo Estuardo Rodríguez, analista del grupo Raben.
“Contrario a la década de 1960, ahora tenemos legislaturas estatales que pueden y deben debatir leyes que aumenten las sanciones para crímenes motivados por el odio y para organizaciones que lo promueven. Tenemos fiscales generales que pueden presentar cargos contra esos grupos y hacer cumplir las leyes contra delitos de odio”, enfatizó Rodríguez.
Las minorías ahora “tenemos aliados y herramientas para defendernos y encerrar a la supremacía blanca a la caja de Pandora que el presidente, Donald Trump, ha abierto intencionalmente”, puntualizó.
En ese sentido, Héctor Sánchez Barba, director ejecutivo de “Mi Familia Vota”, dijo que Trump lanzó su campaña presidencial en 2015 atacando a los latinos e inmigrantes y, bajo su Administración, “hemos sido testigos de una respuesta estructural contra los hispanos”.
A su juicio, hay una “correlación directa”, por ejemplo, entre el tiroteo en El Paso (Texas) en agosto de 2019, y la retórica incendiaria de Trump, que “ha promovido el odio y la violencia contra nosotros desde la Casa Blanca”.
El antídoto, según Sánchez Barba, es que los grupos prolatinos, como Mi Familia Vota, aumenten el poder político de los latinos, promoviendo campañas de naturalización y empadronamiento, y alentando a candidatos hispanos en todos los niveles del gobierno.
Arturo Vargas, director ejecutivo de la Asociación Nacional de Funcionarios Latinos Elegidos (NALEO, por su sigla en inglés), calificó el auge del nacionalismo blanco como un fenómeno “profundamente inquietante y peligroso para el país”.
Al igual que Rodríguez, Vargas hizo hincapié en la urgencia del activismo de grupos cívicos en las calles, las cortes y la movilización de la sociedad civil, aunque “la verdadera respuesta debe venir de todos los estadounidenses de conciencia, que deben reconocer que este fenómeno contraviene los valores fundacionales” de Estados Unidos.
¿Licencia para el odio y el racismo?
Por su parte, Carlos Indacochea, analista y sociólogo de la Universidad de George Washington, explicó que un vistazo a la historia de Estados Unidos revela que “no hay ninguna libertad que no esté regulada”.
“Tengo libertad de circulación, pero eso no me autoriza a pasarme el semáforo en rojo, o a conducir en sentido contrario al tráfico. Tengo libertad de circulación muy amplia, pero regulada y con los límites que permiten a otros convivir”, explicó Indacochea, a manera de ejemplo.
El experto tachó de “hipocresía” el hecho de que en Estados Unidos ha habido épocas “en que se ha regulado muy fuerte y arbitrariamente” la libertad de expresión, como ocurrió con la ola anticomunista del senador Joe McCarthy entre 1940 y 1950.
“Cualquiera que expresara una opinión ligeramente de izquierda era acusado de ser miembro del Partido Comunista, de ser prosoviético, y se le sancionaba de muchas maneras formales e informales”, recordó.
El peligro de “normalizar el patriotismo de la extrema derecha” yace, precisamente, en proponer que Estados Unidos es un país “sólo para descendientes de europeos, algo que el país había superado hace mucho”, enfatizó Indacochea.
La incitación del odio, agregó, se puede regular fácilmente, sin dar paso a la impunidad de grupos supremacistas blancos que fomenten la presunta inferioridad de otros seres humanos.
En ese sentido, el sociólogo consideró que Trump no inventó el racismo pero sí tiene parte de responsabilidad en aplacarlo.
Antes de Trump, “el país había progresado de manera que tal que ser racista no era admisible en buena sociedad, en público, en muchos marcos institucionales. Trump ha debilitado y transgredido eso, con expresiones que fácilmente pueden calificarse de racistas… crea un clima que legitima estos prejuicios arcaicos que vuelven a la palestra”, observó.
Por María Peña