Un jardinero inspira futuros universitarios
Catalino Tapia ha ayudado a más de 100 jóvenes a estudiar en la universidad
SAN FRANCISCO.- El mexicano Catalino Tapia llegó muy joven a California e inició un negocio de servicios de jardinería, pero consciente de la importancia de la educación fundó una organización para ayudar a los hijos de otros jardineros a tener una carrera universitaria.
“Crucé la frontera en 1964, cuando tenía 20 años, habiendo estudiado solo hasta sexto de educación básica, sin conocer a nadie y con seis dólares de capital”, dijo Tapia en entrevista con Efe.
“Mi primer empleo fue de panadero y ganando 45 centavos por hora”, recordó el inmigrante originario de Arteaga, Michoacán.
Como tantos otros inmigrantes, Tapia se desempeñó en diferentes empleos, lavando platos, autos, y “ayudando en negocios de flores y jardinería de los japoneses que en ese tiempo tenían mucho desarrollo”.
Posteriormente trabajó como tornero en una fábrica de cajas fuertes y cuando la empresa cerró en 1982, Catalino, que trabajaba los fines de semana en jardinería, inició su propio negocio.
A su esposa Margarita la conoció ayudando un amigo. “Ella era hermana de un amigo y la conocí mientras los ayudaba a mudarse de una vivienda otra, y como yo estaba solo me dije ‘bueno aquí hay más que una mudanza'”, dijo sobre sus 46 años de matrimonio.
Desde el principio él y su esposa fueron muy conscientes de la importancia de ahorrar para la educación superior de los hijos.
“Comenzamos a ahorrar lo poco que podíamos desde cuando ellos estaban pequeños”, señaló al referirse a sus dos hijos, Adel y Noel.
Aunque el mayor no quiso seguir estudiando y prefirió dedicarse a los negocios, el menor continuó sus estudios y se graduó como abogado en la Universidad de Berkeley.
“Al ser testigo de la graduación de uno de mis hijos de una universidad tan prestigiosa, uno piensa- ‘yo nunca hubiera esperado ni siquiera soñar que uno de mis hijos fuera alcanzar esa clase de educación'”, explicó Tapia.
Pero también le llamó la atención ver que “sólo se graduaba un puñado de latinos “y uno piensa- ‘¿por qué, si somos tantos, sólo se gradúan tan pocos?'”.
Así surgió la idea de crear una fundación para ayudar a jóvenes hispanos necesitados.
En el año 2002, su hijo Noel y otros dos abogados, Maribel Medina y Miguel Márquez, le proporcionaron toda la ayuda legal para crear la Fundación Jardineros del Área de la Bahía (BAGF, en inglés), cuya meta inicial era ayudar a los hijos de los jardineros para que pudieran estudiar en la universidad.
Hasta la fecha la fundación ha ayudado a 112 de jóvenes de bajos recursos con becas de 1,500 dólares.
A los cinco primeros jóvenes que recibieron las becas “los invité a mi casa y les platiqué un poco sobre mi historia”. “Luego les pedí que también ellos me contaran algo de su vida. Todos empezaron a hablar y cuando llegamos a la quinta persona, Ana Carranza, ella estaba bañada en llanto y no pudo ni hablar de la emoción”.
Unas semanas después un periódico local sacó un artículo sobre Carranza en el que ella contaba su historia y la ayuda recibida. Dos meses más tarde, la escuela donde estudiaba Ana recibió una llamada de un donante anónimo que se ofreció a pagarle cuatro años de estudios en la Universidad de Santa Cruz.
Con esa donación, Ana pudo terminar enfermería. Ahora, ya graduada de maestría, es una de las personas que asistirá a la gala de celebración de los 10 años de la fundación a realizarse en el Hotel Crowne Plaza de Foster City, sobre la Bahía de San Francisco.
A la ceremonia, en la que 20 jóvenes recibirán sus becas, asistirán los líderes hispanos Dolores Huerta y Rosalío Muñoz y “es una oportunidad para que los donantes y la comunidad vean los frutos del esfuerzo conjunto”, anotó Tapia.
Por su trabajo para ayudar a jóvenes hispanos de bajos recursos, este tornero convertido en jardinero ha recibido varios reconocimientos importantes, “humildemente porque yo no he buscado los premios, ellos me han buscado mi”.
Así ha ganado, entre otros, la distinción Civic Mentor de Purpose Prize por 100,000 dólares y el Premio Nacional Jefferson.
“Aunque el premio Civic Mentor era un reconocimiento personal, con mi esposa decidimos donar ese dinero a la fundación para fortalecerla hacia el futuro”, explicó Tapia.
Por ello su mensaje a los jóvenes es que “nunca aprendan que no se puede; estamos en el país de las oportunidades y aquí el único que no triunfa es el que no quiere”, concluyó.