Despedir a un ser querido duele más en tiempos del coronavirus

Las restricciones impuestas en hospitales y servicios funerarios hacen mas duro el trance de la muerte

Muchas familias deciden cremar los restos de sus seres queridos y llevarlos a sus casas en espera de un funeral cuando acabe la pandemia. (Foto cortesía Imelda Beltrán)

Muchas familias deciden cremar los restos de sus seres queridos y llevarlos a sus casas en espera de un funeral cuando acabe la pandemia. (Foto cortesía Imelda Beltrán) Crédito: Imelda Beltran | Cortesía

Muchas familias que han perdido a sus seres queridos a causa del coronavirus, se han sentido muy abatidas porque debido a las restricciones impuestas para evitar la propagación, no han podido estar cerca de ellos en sus últimos momentos de vida, ni ofrecerles servicios funerarios para honrar su memoria.

Imelda Beltrán perdió a su suegra el 9 de abril, a causa del COVID-19.

Es mucha la frustración. Estamos en espera de que la pandemia termine para ofrecerle una misa, y llevar sus cenizas a esparcir en las montañas de Yellowstone como era su deseo; y para ofrecerle un servicio funerario digno como ella se lo merece”, dice.

Mary Ruth Rodríguez, la suegra de Imelda, había nacido en México en 1941. Pero desde muy niña, fue traída del estado mexicano de Sonora a vivir a Los Ángeles.

“Me siento muy triste. A lo mejor mucha gente podrá decir que ya era mayor, que había vivido su vida, pero ella era muy activa y siempre estaba llena de energía. A su edad, todavía se dedicaba a las bienes raíces y a la tapicería. No debería estar muerta”, comparte Imelda.

Mary Ruth Rodríguez perdió la vida el pasado mes de abril a causa de la pandemia. (Cortesía Imelda Beltrán).

Su suegra comenzó a sentirse mal a finales de marzo. Le daban escalofríos, se sentía adolorida del cuerpo y atarantada.

El 29 de marzo fue a ver al doctor. La diagnosticaron con neumonía viral, y aún así la mandaron a su casa.

Como Merry siguió sintiéndose mal, regresó al médico el 31 de marzo. Fue entonces cuando le dijeron que era coronavirus, y la internaron. Ya no salió del hospital.

Imelda dice que los tres hijos de Mary, no pudieron visitarla, debido a las restricciones impuestas por la contingencia sanitaria.

Sin embargo, el 8 de abril, a William, su hijo mayor, le entró la desesperación y se presentó al hospital donde estaba internada su madre. Llevaba días peleando por verla. Tras mostrarle al médico, un comprobante de que se había hecho el examen del coronavirus y salió negativo, le autorizaron a verla a través de un vidrio. “Mi suegra se miraba muy mal”, dice Imelda.

Mary murió un día después, el 9 de abril.

“A la funeraria le entregaron el cuerpo de mi suegra en una bolsa de plástico. Para sacarla, y que la pudiéramos ver, nos quería cobrar más porque tenían que ponerle un tratamiento a base de químicos. Decidimos que no era necesario. Además solo podríamos entrar a verla por turnos de cuatro personas”, platica Imelda.

La familia de Mary Ruth Rodríguez espera celebrarle una misa y un funeral cuando termine el crisis sanitaria. (Foto cortesía Imelda Beltrán)

Al final, la familia decidió cremarla. “Mi esposo y yo, nos llevamos sus cenizas a la casa. Le hice un pequeño altar donde coloqué la urna. A los días comencé a sentirme mal. Organicé un rosario con la familia y rezamos por Zoom”.

A raíz de la pandemia, el Centro de Control y Prevención de Enfermedades (CDC) puso en marcha una serie de reglas para los servicios funerarios durante la crisis de salud. Cuando una persona ha muerto de coronavirus, se prohíbe tocar el cuerpo,  besarlo, amortajarlo y lavarlo.

El obispo auxiliar Marc Trudeau de la Arquidiócesis de Los Angeles celebró el 28 de abril una misa para los difuntos debido al COVID-19 en el Cementerio y Funeraria de Todas las Almas (All Souls) en Long Beach. (Arquidiócesis de Los Ángeles)

Servicios limitados

Rocío Valles Báez de la funeraria Palacios de Los Ángeles, dice que están trabajando bajo muchas restricciones. “A los servicios solo pueden asistir ocho personas”, precisa.

A pesar de las limitaciones, estima que el 50% de los dolientes, prefieren llevar a cabo un servicio fúnebre; y el otro 50%, decide cremar el cuerpo y esperar a que pase la pandemia para celebrar las pompas fúnebres.

El otro problema que estamos viendo, es que antes los documentos que necesitábamos para trasladar un cuerpo a México, se tardaban semana y medio. Con el coronavirus, se toma un mes y medio”.

En el contexto de la pandemia mundial por el COVID-19, la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) de México dio a conocer una guía para el traslado de restos o cenizas de personas mexicanas que fallecen en el extranjero.

“El Gobierno de México, mediante la Secretaría de Salud, ha señalado que la disposición final del cadáver debe ser preferiblemente mediante cremación puesto que las cenizas representan un menor riesgo en términos sanitarios y también un costo financiero menor”, indican.

En caso de que la familia opte por la inhumación en México, la funeraria en el país donde ocurrió el deceso debe cumplir con los lineamientos de manejo general y masivo de cadáveres por COVID-19 en México, señalan.

A partir del 2 de abril, la Arquidiócesis de Los Ángeles anunció que todos sus cementerios y funerarias, se cerraron para visitas regulares y otros asuntos no esenciales.

Se estableció un límite de dos personas por familia para organizar un funeral y hacer arreglos en un cementerio, y todos los servicios quedaron limitados a un máximo de diez personas.

Morfología del coronavirus
Las personas que mueren por COVID-19 van directo a la cremación (cortesía).

Sin servicios para infectados

Carolina Díaz, directora de la funeraria Latinoamericana en Los Ángeles, afirma que en su caso, cuando una persona muere de causas no relacionadas con el coronavirus, permiten cremaciones y sepulturas con servicios religiosos por dos horas, y la presencia de diez familiares inmediatos.

“Tienen que venir con mascarillas y guantes. No pueden ofrecer café, pan, ni llevar niños”, dice.

Cuando alguien muere de coronavirus, no hay servicios fúnebres. “La cremación y la sepultura es directa”.

Aclara que ellos no autorizan grabaciones en video, ni transmisiones en vivo de los funerales y entierros.

Y lamenta que debido a la paralización de actividades, provocada por el COVID-19, el traslado de cuerpos a México, se tome un mes.

“Es muy duro para las familias porque están pasando por una situación financiera difícil, están encerradas en su casa, y luego tienen que pasar por la pérdida de un ser querido, y esperar para sepultarlo porque el Consulado y la Secretaría de Salud no están trabajando”.

Carolina pide a la gente, tomar conciencia de que el coronavirus es algo real. “Muchos piensan que es política, pero esto es real. Yo lo veo a diario”.

Mary Ruth Rodríguez no pudo ser despedida por sus hijos. (Cortesía Imelda Beltrán)

Sin poder decir adiós

William Rodríguez, el hijo mayor de Mary, dice que no poder estar con su madre en sus últimos días de su vida, lo hizo sentirse inútil, angustiado y con mucho dolor.

“En febrero, murió mi prima de cáncer, y yo estuve con ella todos los días hasta que se fue”.

Pero no poder acompañar a la persona más importante de su vida, por el virus, le ha afectado mucho.

Yo entiendo perfectamente que no quieren que se contagie más gente; pero aún estoy pensando, por qué mi madre se tuvo que ir de este mundo así solita, sin compañía”.

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