El cambio de Hollande
El presidente de Francia es uno de esos extraños seres que se toman el bienestar del país en serio
Todo empezó con una pregunta, parte central de una carta de Luis Gonzalo Barrios, amable lector, de Santa Bárbara.
La pregunta, casi perdida en el texto es: “¿Por qué está usted en contra de los políticos?”.
Por dos días le he dado vueltas y leído viejas Burbujas y solo encontré que el rechazo existe y se ha ido agravando con el tiempo por una combinación de factores: su egolatría fuera de foco, un amor al poder que consideran suyo y la abierta enemistad a todos y todo lo que no les convenga en lo personal; más su “derecho” a caminar siempre sobre la alfombra roja arrastrando sus privilegios y en ocasiones su ignorancia y poca honestidad.
Además, ya en el análisis me preocupó el alto costo “de ser gobernados” y la hipocresía de querer ahorrar a costillas de otros y no de ellos.
En Estados Unidos hay 50 gobernadores con salarios y prestaciones altísimas. Cada uno de ellos tiene su gabinete, con salarios muy altos, cada estado tiene su Congreso con representantes y senadores y un incontable número de presidentes municipales, con su “bonche” de ejecutivos.
Y faltan los tres poderes del Gobierno federal; con pagarles, a todos esos que nos hacen el favor de gobernarnos, la mitad y reducir sus prestaciones, nivelaríamos el presupuesto.
¿Qué no se puede? Ahí viene la segunda parte de esta historia:
Guillermo Rocha, amigo mío de toda la vida, que vive en Miami, me escribió, el mismo día, que el Sr. Barrios. Su carta fue la respuesta que buscaba.
Esto es lo que ha hecho Hollande, presidente de Francia en 56 días en el cargo:
Ha suprimido 100% de los coches oficiales y los ha subastado; y lo recaudado va al Fondo de Bienestar para ser distribuido a las regiones con el mayor número de centros urbanos con los suburbios ruinosos.
Ha enviado un documento (12 líneas) a todos los organismos estatales dependientes de la administración central en el cual les comunicaba la abolición de los “vehículos de empresa”, desafiando de manera provocativa e insultando a los altos funcionarios con frases como “si un ejecutivo que gana 650 mil euros al año, no puede permitirse el lujo de comprar un buen coche con sus ingresos del trabajo, quiere decir que es demasiado ambicioso, que es estúpido, o que es deshonesto. La nación no necesita ninguna de estas tres figuras”.
Touchè. Fuera los Peugeot y los Citroen, 345 millones de euros salvados de inmediato, y trasladados a crear 175 institutos de investigación científica avanzada de alta tecnología, asumiendo la contratación de 2560 jóvenes científicos desempleados “para aumentar la competitividad y la productividad de la nación”.
Ha abolido el concepto de paraíso fiscal, definido “socialmente inmoral”. Promulgó un decreto presidencial de urgencia estableciendo un 75% de aumento en la tributación para todas las familias que, netos, ganan más de 5 millones de euros al año. Con ese dinero (manteniendo así el pacto fiscal) sin que ello afecte un euro al presupuesto, ha contratado a 59,870 graduados desempleados, de los cuales 6,900 desde el 1 de julio de 2012, y luego otros 12,500 el 1 de septiembre como profesores en la educación pública.
Ha privado a la Iglesia de subsidios estatales por valor de 2.3 millones de euros que financiaban exclusivos colegios privados. Así ha puesto en marcha (con ese dinero) un plan para construir 4,500 jardines de infancia y 3,700 escuelas primarias, en un plan de recuperación de la inversión en la infraestructura nacional.
Ha establecido el “bono-cultura” presidencial, un mecanismo que permite a cualquiera pagar cero impuestos si se constituye como cooperativa y abre una librería independiente contratando al menos dos graduados de la lista de desempleados. Esto con el fin de ahorrar dinero del gasto público y hacer una contribución mínima al empleo y al relanzamiento de nuevas posiciones sociales.
Ha abolido todos los subsidios gubernamentales a las revistas, fundaciones y editoriales, sustituyéndolos por comités de “emprendedores estatales” que financian acciones culturales sobre la base de la presentación de planes de negocio relacionados con estrategias de mercado avanzadas.
Ha puesto en marcha un procedimiento muy complejo en el que ofrece a los bancos una elección (sin impuestos): Quien proporcione préstamos blandos a empresas francesas que produzcan bienes recibe beneficios fiscales, quien ofrece instrumentos financieros paga una tarifa adicional: lo tomas o lo dejas.
Ha reducido en 25% el sueldo de todos los funcionarios del Gobierno, el 32% de los diputados y el 40% de s los funcionarios estatales de alto nivel que ganan más de 800 mil euros por año. Con esa cantidad (alrededor de 4,000 millones de euros) ha establecido un fondo que ofrece garantías de bienestar a las “madres solteras” en condiciones financieras difíciles. Les da un salario mensual por un período de cinco años, hasta que el niño vaya a la primaria, y tres años si el niño es mayor. Todo ello sin modificar el equilibrio del presupuesto.
Resultado: qué sorpresa, la inflación no ha aumentado. La competitividad de la productividad nacional se ha incrementado en el mes de junio por primera vez en tres años.
¿Es Hollande un genio?
No. Es uno de esos extraños seres que se toman el bienestar del país en serio y el país siempre son sus habitantes.
¿Y aquí?