Hispano exonerado de crimen: “Logré lo que parecía imposible”
El sistema de justicia le roba 25 años de su vida al sentenciarlo injustamente
Aunque hubo momentos en los que Arturo Jiménez sintió que no valía la pena luchar por su inocencia y que iba a morir en prisión, nunca se dio por vencido. Este mes logró lo que parecía imposible, que la condena por un asesinato que no cometió, pero que lo mantuvo por 25 años tras las rejas, fuera revertida y los cargos desechados.
“Hoy es un gran día no solo para mi sino para mis padres Francisco y Aurelia. Ellos ya son mayores de edad. Yo soy su único hijo. Siempre pensé que si salía libre, iba a ir a visitarlos a su tumba, pero estoy feliz de verlos con vida”, dice.
Sus padres nunca dudaron de su inocencia, al grado que tomaron una segunda hipoteca en su casa para pagar por su defensa.
“Ellos me apoyaron desde el primer momento hasta pedían prestado para pagar por abogados que nunca hicieron nada por ayudarme”.
Ya desde abril, Arturo había sido puesto bajo libertad condicional, y enviado a un hogar de reinserción a la sociedad, hasta que el 12 de agosto, la Corte Superior del condado de Los Ángeles lo exoneró de todo cargo.
“Ese momento me emocionó mucho. Me recordó cuando fui sentenciado por un sistema que es injusto con las minorías. Cuando estás en una prisión estatal, te das cuenta que solo el 10% de los presos son blancos”.
Condena equivocada
En 1995 cuando tenía 18 años, Arturo fue condenado injustamente por el asesinato de un menor de 14 años, quien encontró la muerte durante un altercado en una estación de gasolina.
Él estaba cerca cuando escuchó los disparos y condujo su automóvil Blazer hacia el lugar para ver si alguien necesitaba ayuda.
Al llegar, unos individuos que estaban ahí se subieron a su vehículo por la ventana abierta del asiento trasero y le dijeron que se fuera.
Arturo vio a una mujer joven en el piso al lado de la víctima, y le gritó que debía llevarlo al hospital. Ella estaba parada junto al muchacho cuando le dispararon, y le dijo a la policía que el conductor del Blazer no era el asesino.
Sin embargo, los detectives tomaron en cuenta la versión de un policía que lo vio dejar la escena de los hechos, pero no incluyeron la declaración de la testigo que indicaba que él no era el tirador.
“Yo me enteré en prisión, años más tarde que el policía que testificó en mi contra estaba involucrado en un caso de corrupción”, dice.
Durante los años que permaneció detenido, Arturo siempre estuvo en busca de ayuda legal, le escribía a abogados, escuelas de leyes y hasta gobernadores y presidentes, pero nadie lo escuchaba.
“Un día en 2012 supe que la abogada Ellen Eggers había logrado que exoneraran de cargos a otros presos, y le escribí. Inicialmente me dijo que no podía tomar mi caso, y que la única opción era encontrar nuevas evidencias”.
Ellen Eggers finalmente aceptó e hizo equipo con el Proyecto Inocente del Norte de California, Morrison and Foerster para presentar el caso en la Corte Superior del Condado de Los Ángeles y la Oficina del Fiscal del Condado de Los Ángeles. Les tomó siete años aproximadamente demostrar la inocencia de Arturo.
“Ellos estuvieron de acuerdo en que durante el juicio, se falló en presentar las evidencias de su inocencia porque su condena se basó en la identificación de un solo testigo, una joven mujer que iba en el asiento trasero de un vehículo que vio al tirador por un solo momento”, dice la abogada Paige Kaneb del Proyecto Inocente del Norte de California
A través del trabajo de investigación probono de la abogada Ellen Eggers, esta testigo única reveló que inculpó a Arturo bajo presión policiaca.
Además de acuerdo al Proyecto Inocente, la persona que en verdad disparó, y que ahora está muerta, confesó a mucha gente que él había cometido el asesinato por él que se encarceló a Arturo.
El abogado que representó a Arturo en el juicio que falló en presentar al jurado la información que lo exoneraba, fue inhabilitado para ejercer leyes.
El Proyecto Inocente logró probar que debido a la incompetencia del abogado en el juicio, el jurado nunca escuchó a la principal testigo que dijo que el conductor del auto Blazer no era el tirador.
Tampoco tomaron en cuenta que ninguno de los testigos lo identificó como quien disparó. Incluso uno de ellos, señaló varias veces que el verdadero tirador lucía diferente al de la fotografía de Arturo.
“Es una verdadera tragedia que no hayan tomado en cuenta evidencias tan claras, y que pasaran más de 20 años para escuchar a Arturo”, dice la abogada Kaneb.
Añade que este es uno de esos casos que muestran qué alarmantemente fácil es ser condenado de manera injusta a pasar 25 años en prisión. “Aún cuando la evidencia de un inocente es conocida por la policía y está en sus reportes”.
Hijo de humildes inmigrantes de Jalisco, México, Arturo afirma que fue muy difícil para él crecer en una cultura donde en su casa solo se hablaba español, y en la escuela, inglés. “Mis padres y yo no nos entendíamos. Me sentía sin ayuda y me junté con malas compañías. Vivíamos en el sur de Los Ángeles, en un barrio plagado de pandillas”.
Pero esas circunstancias – dice- no lo convertían en un criminal.
Arturo no oculta su felicidad porque pudo demostrar su inocencia, pero a la vez le duele el tiempo perdido en la detención que jamás podrá recuperar.
“Desde abril, he estado trabajando como repartidor de yerba mate. Ha sido muy difícil porque ahora todo se hace por un teléfono. Todo es digital. Es como volver a comenzar de cero”, cuenta.
El fin de semana, a sus 44 años de edad, regresó a vivir a la casa de sus padres, pero su sueño es ser independiente, estudiar, casarse, formar una familia y tener hijos.
“Todo lo que quiero es una vida normal y un hogar”, confiesa.
Desde que abrieron sus puertas en 2001, el Proyecto Inocente para el Norte de California, un programa sin fines de lucro de la Escuela de Leyes de la Universidad de Santa Clara, han recibido 16,000 peticiones y han ayudado a liberar a 31 hombres y mujeres que eran inocentes, y que juntos pasaron 453 años encarcelados por delitos que no cometieron.
El año pasado, recibieron 1,574 solicitudes de asistencia.