Golpe de Estado en Myanmar: de qué acusan a Aung San Suu Kyi los militares que tomaron el poder
La líder civil electa, Aung San Suu Kyi, fue detenida el lunes y permanecerá en prisión preventiva hasta el 15 de febrero.
Tras el golpe militar del lunes en Myanmar, también conocida como Birmania, la policía presentó varios cargos contra la líder civil electa, Aung San Suu Kyi.
Aung San Suu Kyi, galardonada con el Premio Noble de la Paz en 1991, fue detenida el lunes y permanecerá en prisión preventiva hasta el 15 de febrero, según muestran los documentos policiales.
Los cargos incluyen el incumplimiento de las leyes de importación y exportación, y la posesión de dispositivos de comunicación ilegales.
Pasados tres días desde su arresto, seguía sin estar claro su paradero, pero se informó que estaba detenida en su residencia de la capital, Nay Pyi Taw.
El depuesto presidente Win Myint también fue acusado y, según muestran los documentos, en su caso por violar las reglas que prohíben las reuniones durante la pandemia de covid-19.
También permanecerá en prisión preventiva durante dos semanas.
El golpe, encabezado por el jefe de las fuerzas armadas, Min Aung Hlaing, condujo a la instalación de una junta de 11 miembros que gobierna tras imponer un estado de emergencia de un año.
Los militares intentaron justificar su acción alegando fraude en las elecciones de noviembre pasado, que la Liga Nacional para la Democracia (NLD), que lidera, Suu Kyi, ganó de manera decisiva.
¿Cuáles son los detalles de los cargos?
Las acusaciones fueron presentadas a tribunal en un documento policial llamado Primer Informe Inicial.
El documento alega que Suu Kyi importó y utilizó ilegalmente equipos de comunicaciones (walkie-talkies) que se encuentran en su casa en Nay Pyi Taw.
Y justifica la prisión preventiva “para interrogar a testigos, solicitar pruebas y buscar asesoría legal después de interrogar a la acusada”.
Por su parte, Win Myint fue acusado bajo la Ley Nacional de Gestión de Desastres de reunirse con simpatizantes en una caravana de 220 vehículos durante la campaña electoral, en violación de las restricciones de covid, establece el documento.
Análisis
Jonathan Head, corresponsal de la BBC en el Sureste Asiático
Dada la gravedad de la toma de poder por parte de los militares, alegando que la unidad nacional de Myanmar estaba en juego, y la tormenta de condena internacional que siguió, estos cargos parecen cómicamente triviales.
Pero pueden ser suficientes para asegurar el objetivo militar de excluir a Aung San Suu Kyi de un cargo político, ya que los miembros del parlamento no pueden tener condenas penales.
Durante 32 años los generales han intentado, sin éxito, neutralizar la amenaza que representa la perdurable popularidad de Aung San Suu Kyi. Ha ganado todas las elecciones en las que le han permitido participar por un amplio margen.
La única elección que no ganó fue una celebrada por el gobierno militar hace 10 años.
En ese entonces, también se le impidió participar por una extraña condena penal que se le impuso después de que un hombre estadounidense logró nadar a través de un lago en Yangon hacia su casa, donde estaba detenida bajo arresto domiciliario.
¿Hay oposición al golpe?
El ambiente es de indignación latente por la represión de la breve democracia de Myanmar.
Los activistas lanzaron un llamamiento a la desobediencia civil. Muchos médicos de los hospitales decidieron dejar de trabajar o hacerlo con gestos simbólicos de desafío, como lazos rojos o negros, también se fotografían dando el saludo de tres dedos conocido por las películas de “Los juegos del hambre” y utilizado por los manifestantes el año pasado en Tailandia.
En internet muchos cambiaron sus fotos de perfil en las redes sociales a una que presenta solo el color rojo.
“Ahora los jóvenes en Myanmar… tienen poder digital, tenemos dispositivos digitales y tenemos espacio digital, así que esta es la única plataforma para nosotros”, dijo a la AFP el fundador de la Red de Jóvenes de Yangon, Thinzar Shunlei.
“Así que hemos estado usando esto desde el primer día, desde las primeras horas en que nos oponemos a la junta militar”.
También se creó un grupo de Facebook para coordinar la campaña de desobediencia.
Pero ha habido pocas señales de protestas importantes.
El martes por la noche, los conductores tocaron las bocinas en la ciudad principal, Yangon (también conocida como Rangún), y se oyeron caceloradas.
Pero Myanmar ha estado principalmente en calma después del golpe, con tropas en patrulla y un toque de queda nocturno en vigor.
También ha habido manifestaciones en apoyo de las fuerzas armadas: una atrajo a 3.000 personas, según informa la agencia de noticias AP.
Los militares también detuvieron a cientos de parlamentarios, pero el martes les dijeron que podían salir de las casas donde se alojan en la capital.
Entre ellos se encuentra Zin Mar Aung, una parlamentaria de la LND que pasó 11 años en la cárcel por delitos políticos que le dijo al servicio brimano de la BBC que ahora le habían dado 24 horas para salir del complejo donde viven los parlamentarios.
“Actualmente la situación es muy difícil y desafiante”, indicó. “Bajo el golpe militar es muy peligroso si hablamos sobre cuáles serán nuestros próximos pasos… lo único que puedo decir es que los miembros del parlamento apoyarán a nuestro pueblo y votarán”.
¿Cómo están reaccionando otros países a la toma de poder?
El grupo del G7, que reúne a algunas de las principales potencias económicas del mundo, se mostró “profundamente preocupado” por el golpe y pidió el regreso de la democracia.
“Hacemos un llamado a los militares para que pongan fin de inmediato al estado de emergencia, restauren el poder al gobierno elegido democráticamente, liberen a todos los detenidos injustamente y respeten los derechos humanos”, indicó un comunicado del grupo que comprende a Canadá, Francia, Alemania, Italia, Japón, Reino Unido y Estados Unidos.
Pero los esfuerzos del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas para llegar a una posición común fracasaron por la oposición de China, uno de los cinco miembros permanentes con derecho a veto.
China ha estado advirtiendo desde el golpe que las sanciones o la presión internacional solo empeorarían las cosas en Myanmar.
Pekín ha desempeñado durante mucho tiempo el papel de proteger al país del escrutinio internacional.
Considera que el país es económicamente importante y es uno de los aliados más cercanos de Myanmar.
Junto a Rusia, ha protegido repetidamente a Myanmar de las críticas de la ONU por la represión militar de la minoría musulmana de los rohingya.
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