Lo repatriaron y… ¡ahora enlaza a pequeños productores mexicanos con Dubái!
La historia de un mexicano que de pasar por una deportación de Estados Unidos, ahora exporta café de Guerrero México a Dubai.
MEXICO. – Sir Deaquino Abarca sabe de agricultura y Miguel Ángel Suárez conoce de exportaciones a Medio Oriente. Que se conocieran para que el café sembrado en el pequeño municipio de Iliatengo, Guerrero, llegara a Dubái es casi un milagro, una obra del destino que pasó por eventos convulsivos como una deportación de Estados Unidos a México y mucho tesón.
Porque mientras Sir Deaquino estudiaba una ingeniería en agronomía en la Universidad Autónoma de Guerrero, una de las instituciones más subversivas del país; Miguel Ángel Suárez hacía un trabajo similar en Los Gatos California, donde conoció a su primer socio, el ucraniano Boris Kotelnikov, con quien creó la empresa Rumec con el objetivo de meterse en el mundo de la construcción.
El guerrerense, a miles de kilómetros al sur, hacía su propia labor para sacar adelante sus cosechas de café con las dificultades de encontrarse en una región alejada, en las profundidades de la montaña; Rumec, en tanto, picaba piedra para formar un sindicato en busca de derechos para los constructores en California, muchos indocumentados sin derechos mínimos.
“Nos dimos cuenta de que lo más importante como sindicato era educar a los agremiados”, recuerda Miguel Ángel Suárez. “Si aprendían cosas técnicas de la construcción como leer los planos, les pagaría más”.
El descubrimiento de Sir Deaquino Abarca, en cambio, fue el futuro por lo orgánico. Si quería hacer crecer sus cafetales saludables debía eliminar los insecticidas, herbicidas y fertilizantes con químicos y cambiar a lo natural, a técnicas ancestrales, al abono con plantas en descomposición y excremento de chivo.
“Cortamos toda la yerba con machete”, precisa.
Rumec cortaba, en tanto, viejas prácticas contra los trabajadores de la construcción y comenzó a inmiscuirse en la política con protestas callejeras a lado de las Panteras Negras y, al envolverse más en el activismo con los líderes de ésta, Miguel Ángel terminó por ser deportado en el año 2013. Desde entonces comenzó a recorrer México.
Poco a poco, Sir Deaquino Abarca combinó su trabajo de agricultor con la académica como catedrático universitario. En Itiatenco su familia lo apoya con la producción de 300 toneladas anuales de grano rojo; en Chilpancingo, él enseña a sus estudiantes todo lo aprendido en las aulas de antaño y en la práctica del día a día con sus asuntos de café.
El papá del ingeniero hizo un estudio de calidad en cierta ocasión, en la Universidad Nacional Autónoma de México, donde le dijeron que su producto era casi perfecto, excepto porque le faltaba un poco de acidez. Café Pili, la marca, siguió vendiendo en la región con la fama del mejor, pero aún sin exportar.
Miguel Ángel Suárez descubrió en el recorrido por la agroindustria de México que había algunas limitantes que impedía a los pequeños productores a crecer, que muchas cosechas que se echaban a perder, que las empresas que acaparan “están dispuestos a matar” para mantener muy bajos los precios.
“A mi me intentaron secuestrar en la costa chica porque yo les pagaba a cuatro pesos el kilo de mango y Jumex a 80 centavos”.
Con ese aprendizaje de la desigualdad entre la súper industria y los pequeños productores, llegó a una conclusión de lo que sería su trabajo a través de Rumec: detectaría cosechas de calidad y desarrollarán marcas independientes para ayudarlos a exportar a nuevos mercados y no sólo a Estados Unidos, sino a Medio Oriente.
Miguel Ángel Suárez hizo contactos en Dubái a través de amistades en Estados Unidos, éstas lo contactaron con posibles clientes que le pidieron pruebas de los productos. Para enviarlas, debería convencer a los agricultores de animarse a exportar y que sus productos tuvieran una certificación local (Halal) y permisos fitosanitarios. De todos se encargó.
Sir de Aquino Abarca cuenta que conoció a Miguel Ángel a través de un amigo que los conocía ambos. Así su Café Pili llegó hasta Dubái. Fueron tres toneladas nada más, pero para él fue un gran logro porque perdió el miedo a salir al extranjero, ganó el doble y le dio mucha seguridad. De no ser porque la pandemia complicó la transportación, hubiera seguido con uno o más envíos.
“Queremos volverlo a hacer pronto”, cuenta en entrevista con este diario.
Rumec ha ayudado a exportar a otras empresas además de Café de Atoyac a Dubái, mango deshidratado, rambután de Chiapas, pescado y maíz de diferentes estados y chocolate de Tabasco.
Este proyecto de apoyo a las pequeñas y medianas empresas llamó la atención de la Asociación Mexicana de Empresarios por la Cuarta Transformación Nacional (E4T) con la cual firmó un convenio para promover e impulsar las exportaciones a Emiratos Árabes. El pasado 10 de mayo iniciaron un seminario web de capacitación empresarial que llevó el nombre ‘Cómo exportar a Dubai; Guía y experiencia práctica de emprendedor social’.
Para lograr exportar, Rumec se apoya en otras empresas mexicanas como Lual Cargo para la logística de exportación. José Lomelí García dice que el reto con Rumec es lograr que los productos perecederos conserven la calidad. Miguel Ángel Suárez, precisa que los enlaces de trabajo deben tener una característica: las empresas deben ser mexicanas.
Y algo más: deben creer en el desarrollo comunitario.
Los otros brazos
Rumec es una plataforma de negocios inteligentes con impacto social. Está registrada como cooperativa internacional y cuenta con 18 socios. Miguel Ángel Suárez es el director de la cooperativa en México.
Se apoya en siete brazos de trabajo: la construcción, los agroalimentos, agencias, servicios; arte y cultura; agencias y servicios y patrocinadores. Las dos primeras áreas, sostienen al resto económicamente.
En la construcción se especializan en proyectos de impacto social. En México tienen un modelo enfocado en lograr que recursos gubernamentales logren llegar a municipios marginados. En 2020 obtuvieron alrededor de cinco millones de dólares para los municipios de Zacatepec, Tepoztlán y Cuernavaca, en el estado de Morelos; en Taxco, Guerrero y en la capital de Aguascalientes.
En arte y cultura sostienen al Sindicato Nacional del Rap y tienen alianzas con cantantes como Roco, de Maldita Vecindad y algunos productores de teatro.
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