Demasiado poco y demasiado tarde para Eduardo Enrique, una persona sin hogar
Es indispensable tener un sistema establecido para proveer asistencia informada y rápida para personas en situaciones de calle
Hace poco se dio a conocer que una persona sin hogar al que un grupo de vecinos había ayudado por espacio de un año había fallecido. El joven murió sólo, bajo un puente, en el nacimiento del Río Los Ángeles, al norte de la ciudad.
La víctima era conocida como Eduardo Enrique, un inmigrante de 41 años de edad, originario del Perú. Lo triste, es que el joven aunque vivía tiempos difíciles, tenía la esperanza normalizar su vida.
Caminantes y Espectadores del Río Los Ángeles (L.A. River Walkers and Watchers, por sus siglas en inglés) es un grupo de vecinos que realiza trabajo voluntario para limpiar el río en su nacimiento y la ciclovía anexa.
Este grupo se reúne mensualmente para limpiar la zona, pero en cada ocasión se encuentra con personas en situación de calle. La mayor preocupación y temor desde el momento en que el grupo conoció a Eduardo Enrique, era que un día apareciera en el Río Los Ángeles sin vida. Y ese temor se cumplió.
Eduardo Enrique sufría de una severa incontinencia, diabetes y adicción a las drogas, entre otras aflicciones. Casi no podía moverse, estaba solo sufriendo, pero no hubo un sistema de apoyo para poder ayudarle a salir adelante.
Nada había funcionado ni salido bien para él. Desde hace un año, Eduardo Enrique había renunciado a su deseo de vivir y dijo que estaba esperando su muerte en la ciclovía, al lado del río. Había dicho que moriría ahí y, tristemente, estaba en lo cierto.
Como el grupo lo visitaba con cierta frecuencia, él había contado que alguna vez había sido diseñador gráfico y era algo que le gustaría volver a hacer. El atesoraba las pocas herramientas que aún conservaba para trabajar, y mostraba una serie de bellos dibujos que había hecho. Además, enfatizaba una y otra vez que quería ver a su pequeña hija, quien vivía cerca de ese lugar.
Gracias a un trabajo continuo de concientización, los esfuerzos colectivos le pudieron ayudar a ingresar a una cabaña comunitaria. El grupo de voluntarios había hablado sobre patrocinarlo para conseguirle suministros de arte y lo que él necesitara.
Unos meses después, el grupo lo vio y se veía bien, sin embargo, la adicción fue más fuerte que el progreso que estaba alcanzando. Dejó la cabaña por motivos personales y se regresó al río en condiciones de miseria y sin poder dejar drogas.
Unas semanas antes de su muerte, el grupo lo visitó durante las mensuales labores de limpieza. Para entonces, los voluntarios se dieron cuenta de que Eduardo Enrique había perdido la esperanza de vivir. Estaba consumido, desgastado, viviendo en condiciones deplorables y con una salud precaria.
Eduardo Enrique mencionó que las personas iban al río a morir.
También le contó al grupo que era el lugar más bajo al que las personas en su condición podían acudir. El grupo y él acordaron seguir en contacto para encontrar una posible salida a sus problemas, sin embargo, lo que temían sucedió.
Es indispensable tener un sistema establecido para proveer asistencia informada y rápida para traumas como el de Eduardo Enrique; de esa forma, comunidades y grupos solidarios sabrán qué hacer y a quién recurrir para evitar más tragedias.
En el transcurso de cinco años, se ha manifestado una preocupación continua acerca de esta área, la cual en su gran mayoría está “fuera de la vista y de la mente” de la Autoridad del Servicio para los Desamparados del Condado de Los Ángeles (L.A. Homeless Service Authority o LAHSA, en inglés), de los equipos de ayuda comunitaria y de todos aquellos a quienes se les ha otorgado la responsabilidad de preocuparse por los desamparados.
El recorrido de 48 millas del Río Los Ángeles pasa por varias jurisdicciones. Ningún equipo de ayuda comunitaria está específicamente asignado al nacimiento del Río en esta área. Aunque la sección de la naciente del río alberga menos personas sin vivienda que algunas áreas río abajo, la necesidad sigue siendo urgente.
A nivel local, se ha hecho del Río una prioridad y cada voluntario ha limpiado el área y ayudado a las personas que se albergan ahí. No obstante, la salud mental, la salud pública y los tratamientos debido al uso de sustancias, así como el apoyo que las personas necesitan, están más allá de la capacidad de los vecinos y concejales de la ciudad.
Los profesionales dedicados y capacitados son necesarios para tratar el trauma y las necesidades de salud únicas de las personas que llaman al Río Los Ángeles su hogar.
Todos deseaban lo mejor para Eduardo-Enrique, un lugar seguro donde pudiera vivir y donde pudiera recibir el apoyo necesario para prosperar.
La cabaña fue un comienzo pero no fue suficiente. Se necesita un equipo dedicado y comprometido para proveer ayuda a las personas como Eduardo Enrique.
Creemos que mientras el Condado de Los Ángeles controle los fondos para los programas de salud, adicción a las drogas y salud mental, el problema será mayor de lo que el Condado pueda gestionar.
En el 2022, un nuevo Equipo Multidisciplinario del Condado y del Centro de Salud Mental y Comunitario del Valle de San Fernando comenzará a trabajar en el Tercer Distrito para proveer ayuda a las personas que la necesiten. Cada uno de estos equipos de forma realista puede enfocarse en unas cuantas personas simultáneamente, debido a que sirven un área completa de diez millas de ancho a lo largo del río.
Tristemente, hay demasiados Eduardo Enriques allá afuera. El nacimiento del río se ha tornado en un área donde las drogas se venden, se traen, se consumen y donde las personas sin hogar mueren. Todo fuera del alcance de la vista y de la mente de las autoridades. No se puede continuar culpando a otros, eludiendo la responsabilidad de lo que sucede en la naciente del río. Se requieren más soluciones inmediatas.
Que descanse en paz, Eduardo Enrique.
(*) Evelyn Alemán es una defensora comunitaria que reside en Reseda y es miembro del grupo voluntario Caminantes y Espectadores del Río Los Ángeles.
(*) Bob Blumenfield es miembro del Concejo de la Ciudad de Los Ángeles, representa a las comunidades del oeste del Valle de San Fernando: Canoga Park, Reseda, Tarzana, Winnetka y Woodland Hills.