María Teresa Villarreal: más de tres décadas formando a profesionales latinas en el mundo de la belleza
Ha mantenido una lucha porque más latinos aún sin estatus migratorio conozcan que pueden obtener una licencia profesional como estilistas y barberos; y acceder al programa de aprendices de California
Desde que era niña a María Teresa Villarreal siempre le gustó cortar el pelo y maquillar a sus familiares, por eso en cuanto tuvo la oportunidad, se inscribió para estudiar estética, y desde el primer día, tuvo muy claro que quería ser maestra en el mundo de la belleza.
Tres décadas después, María Teresa no tiene una sino varias escuelas de belleza en la ciudad y una asociación de estilistas latinos en la que también capacitan sobre lo último de las tendencias en el campo de la estética.
La maestra María Teresa nació en el estado de Michoacán, México, pero cuando tenía un año de edad, su familia fue a vivir a Tijuana, donde creció, como la más pequeña de sus 12 hermanos.
“Mi hermano se había venido de bracero a Estados Unidos, y mi madre quiso irse a Tijuana para estar más cerca de su hijo”.
Más tarde, su madre, María Navarro de Ceja, quien ahora tiene 100 años, partió a laborar a los campos de Oxnard.
“Me tocó verla trabajar, y mirar como mucha gente del rancho El Platanar en Michoacán, de donde somos, comenzó a emigrar a Estados Unidos con el sueño de una vida mejor”.
Esas ganas de superarse de su familia y de la comunidad que veía llegar al país, marcaron su niñez.
“Yo vine a Los Ángeles a los 15 años. Me enamoré y me casé muy joven a los 16 años y ya no regresé a Tijuana”.
El convertirse en ama de casa y madre, no apagaron su vocación por la estética.
“Cuando me enteré que en una iglesia de la ciudad de Gardena, daban una clase de cómo cortar el pelo, me apunté. Me encantó tanto que me quedé como asistente de la maestra en todas las clases que se daban en las iglesias de alrededor”.
Y en cuanto pudo dejar a su hija Julie (Landeros) en la guardería, se puso a buscar una escuela para estudiar belleza.
“No fue fácil dejar a los hijos, pero agarré un horario basado en mis necesidades como madre de familia”.
Y recuerda que lo primero que preguntó al inscribirse en la academia de belleza Cynthia’s, fue qué necesitaba para ser maestra de belleza.
“Cuando terminé la academia, ya estaba preparándome para ser instructora”.
Al graduarse, dice, que se sintió muy orgullosa de descubrir que tenía en sus propia manos las herramientas y las alas para volar.
“Descubrí que era una profesión muy bella y bendecida, pero también que nos hacía falta sentirnos orgullosos”.
Eso la llevó en 1994 a crear la primera Asociación de Estilistas Latinos de Estados Unidos con la misión de dar valor a la profesión y preparar a las estilistas en las nuevas técnicas de la industria. También buscaba que los estilistas latinos pudieran trabajar en las grandes compañías y plataformas de belleza.
“Ahí empezamos las primeras clases y conocí a Jack Polen, un estadounidense que creyó en mi proyecto de la asociación y me apoyó para vender membresías. En una semana vendí más de 200, andando de salón en salón. ¡Fue impactante! llegamos a tener 20,000 miembros”.
Incluimos – dice – clases para que los latinos conocieran todas las regulaciones que debían seguir como dueño de su propio salón de belleza, que es un gran negocio.
Desde la Asociación de Estilistas Latinos creó en 1996, la escuela Cosmética Latina en la ciudad de Downey.
Uno de los momentos más emocionantes de su carrera fue cuando descubrió el programa de aprendices del Departamento de Relaciones Industriales de California, que permite que los estudiantes de belleza puedan trabajar en un salón y recibir un sueldo por parte de los empleadores.
“Ha sido algo muy bueno, y es el secreto mejor guardado de California. Yo batallé mucho para estudiar. Me costó $15,000 ir a la academia; y la carrera dura dos años. Ahora con el programa de aprendices de California puedes trabajar y recibir un salario, y con las horas que hacen en el salón, se acreditan para sacar su licencia profesional”.
Su felicidad fue mayor cuando en 2015, entró en vigor la ley SB 1159 que autoriza las licencias profesionales a los trabajadores indocumentados en más de 40 profesiones y oficios.
“Esto permitió que los estudiantes indocumentados puedan obtener una licencia para ejercer en California, si estudian y se certifican. Fue una noticia muy buena. Por qué cuántos salones estaban llenos de personas sin licencia para trabajar. Yo tenía alumnos que se cambiaban de nombre cada año para evitar que los multaran y arrestaran”.
La nueva ley fue una especie de boom porque empezaron a llegar estudiantes de Ventura, Bakersfield, y hasta de la isla Catalina.
“El programa de aprendices junto con la ley de licencias profesionales les abrieron sus vidas a muchos inmigrantes, y les hicieron albergar esperanzas de un futuro mejor. Ya tenemos a miles trabajando con su licencia profesional. Ha sido increíble y conmovedor ver como el dueño de un salón sin papeles, pero con su licencia profesional, da empleo a personas ciudadanas de Estados Unidos”.
Para el Departamento de Barbería y Cosmetología de California, basta con un número de seguro social o ITIN para darte una licencia profesional, si pasas los exámenes; y el Departamento de Relaciones Industriales, te permite acceder al programa de aprendices con tu número ITIN.
La maestra Villarreal dice que una de sus prioridades ha sido siempre, educar sobre todas las oportunidades laborales que ofrece la industria de la belleza.
“Un día me llegó un señor diciéndome, traje a mi hijo a la escuela para que aprenda barbería porque no quiso estudiar. Y eso pasa mucho, pero cuando le explico que pueden ser desde dueños de salón hasta maquillar difuntos, trabajar en compañías de belleza, ser manicuristas, dedicarse al cuidado de la piel, al masaje y hasta instructores en el Distrito Escolar Unificado de Los Ángeles, se quedan impactados”.
Es más, dice que las horas que hacen en la escuela de belleza, se las acreditan si quieren después ser enfermeras. “Nosotros estudiamos mucho de bacteriología”.
La maestra María Teresa admite que sigue tan entusiasmada de su profesión como el primer día.
“Sigo aprendiendo que cada día tengo que continuar aprendiendo. Siempre hay que estar a la vanguardia, y tengo esa responsabilidad conmigo misma”.
La emociona además ver cómo sus hijos y nietos se han interesado en el mundo de la belleza.
“Mi hija Julie es socia. Mi hija mayor, es empresaria. Y me siento muy orgullosa del equipo que hemos formado porque todos tenemos la misma visión y compromiso de ayudar”.
En 2011 fue diagnosticada con cáncer de seno. “Lo vi como una oportunidad de aprender, y de decirme a mí misma, qué vas a hacer con eso. Se lo solté a Dios con el pensamiento de que mientras pueda respirar, la vida continúa”.
Sobreviviente de cáncer y satisfecha de vivir cada día su sueño de dedicarse a la belleza como lo quiso desde niña, dice que siente una gran paz como mujer y persona.
“Mi recomendación para los inmigrantes es no tener miedo. Como directora, he mirado alumnos, que cuando ya están a punto de terminar, les entra el temor. Se preguntan si la van a hacer o no. El miedo te paraliza y te pone barreras. Siempre he dicho, no hay fracasos, siempre es aprender”.
En 1994, la maestra María Teresa fundó la Asociación de Estilistas Latinos en USA; en 2002, la Escuela Cosmética Latina; en 2005 creó Cosmética, el programa de aprendices aprobado por el Departamento de Relaciones Industriales; en 2016 creó la Academia de Belleza y Barbería Cosmética; y en 2022 recibió la aprobación de la Secretaría de Educación de México para otorgar la doble certificación en estudios vocacionales; y desde 2001, es miembro del Comité Mexicano Cívico Patriótico, encargado de conservar las tradiciones de México en Los Ángeles.