Cubanos sin fronteras

Será Estados Unidos ahora, si no otorga las visas, quien quede como el "malo de la película"

Una mujer muestra su pasaporte y el de su hijo al salir de la oficina de inmigración en La Habana.

Una mujer muestra su pasaporte y el de su hijo al salir de la oficina de inmigración en La Habana. Crédito: AP

Cuba

Entró en vigor la ley que permite a los cubanos viajar al extranjero sin restricciones.

Se elimina el permiso de salida (una especie de visa para viajar al extranjero), el permiso de entrada (para reingresar al país) y la carta de invitación(para cada viaje, que sale del lugar de destino).

Se amplía de 11 a 24 meses el permiso de estancia legal en el extranjero. Si la persona agota los 24 meses y regresa, podrá volver a salir y disfrutar de otros 24 meses cuando quiera. Tal medida representa un salto sin precedentes frente a la “partida sin retorno”, antes vigente.

Aunque el pasaporte costará un poco más, el cubano que desee viajar por cualquier motivo ya podrá experimentar el beneficio de la disminución del costo de los trámites de viaje.

El aspecto financiero beneficia a una parte mayoritaria de la ciudadanía y a ciertos sectores de la población, por su todavía limitada presencia entre los emigrados (población negra y mestiza), receptora de menos remesas y de menos familiares en el exterior de los cuales recibir apoyo.

A pesar de que la nueva normativa permitirá viajar a todos los que obtengan pasaporte y visa del país de destino, las expectativas de algunos cubanos están limitadas, ya que al anunciar la reforma migratoria el gobierno aclaró que se tomarían medidas para defenderse del “robo de cerebros” formados por la Revolución. Sobre todo en relación con el alto número de científicos, médicos, técnicos de salud que tiene Cuba, así como con los deportistas, profesionales y funcionarios públicos que sean “vitales” para el país. Quienes sean declarados con esa categoría podrán viajar sujetos a permisos especiales.

Otra de las novedades de la reforma es que normaliza la “entrada temporal” a la isla de los balseros y demás emigrantes indocumentados que salieron de Cuba a partir de 1994. En igual caso están los médicos y deportistas de élite que se fueron en forma irregular desde 1990.

Así, los que abandonaron definitivamente el país podrán viajar a la isla y permanecer durante 90 días sin prórrogas, un plazo que se amplía a 180 días si se trata de ciudadanos cubanos que tienen permiso de residencia en el exterior, conocido como “PRE”.

Asimismo, la nueva legislación reconoce por primera vez en más de medio siglo el derecho de los padres a decidir que sus hijos menores viajen al extranjero y regresen a su país.

Estas modificaciones han tenido una positiva acogida en el pueblo y mayoritariamente por la emigración cubana, que desea fortalecer sus lazos con la Patria y la familia en contraposición con las políticas de hostilidad, insidiosas campañas mediáticas y el aliento a la emigración ilegal e insegura.

Más recientemente, el gobierno cubano decidió reducir el monto a pagar por las llamadas telefónicas entre ambos países, lo que beneficiará también la comunicación entre la población cubana y la emigración.

Se estima que aproximadamente, 1.4 millones de cubanos viven en el exterior, la mayoría de ellos (el 85.7%) en Estados Unidos y la mayor parte radicados en La Florida.

Se puede decir, sin temor a equivocaciones, que la reforma migratoria representa no solo una modificación sustancial de las regulaciones hasta ahora vigentes, sino un verdadero cambio histórico de los métodos e instrumentos con que la migración ha sido manejada por Cuba.

Las medidas migratorias representan primero que todo, un desafío inteligente y sustancial al carácter agresivo con que Estados Unidos ha manejado la política migratoria hacia Cuba en los últimos más de cincuenta años.

Las regulaciones migratorias que ahora toman cuerpo en el Decreto —ley No. 302, arrebatan la iniciativa a Washington y desbordan el contexto de la política migratoria norteamericana

Lo cierto es que mientras en Cuba se avanza con la nueva Ley Migratoria hacia la despolitización del tema, permitiendo a la inmensa mayoría de los ciudadanos decidir libremente sus movimientos hacia otros países, Estados Unidos se lo niega a sus propios ciudadanos, sometidos a presiones y multas por visitar a Cuba

Es posible afirmar, por lo tanto, que se ha entrado en un nuevo periodo histórico de las relaciones migratorias, desde la perspectiva cubana.

Porque si hasta ayer era Cuba con su carta de invitación y el permiso de salida, la que aparecía como el obstáculo a vencer. Será Estados Unidos ahora, si no otorga las visas, quien quede como el “malo de la película”.

Ahora la pelota está en la cancha de los países receptores.

Por los acuerdos vigentes, Estados Unidos debe documentar para viajar a por lo menos 20 mil cubanos al año. España expide unos 40 mil visados anuales y México otros 15 mil.

Veamos ahora qué hace Estados Unidos, que por lo pronto, parece que se quedará en el mismo lugar, (ya han advertido que su política migratoria hacia Cuba “no se modificará”). Aunque no parece que les resulte posible.

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