Niños inmigrantes sufren los estragos de la explotación laboral en varios estados de los Estados Unidos
Decenas de niños, todos ellos inmigrantes, trabajan 12 horas al día en fábricas bien establecidas, pero que violan las leyes del trabajo infantil; la mayoría de los infantes llegaron a Estados Unidos sin sus padres
¿Se imaginan a un niño de no más de 15 años trabajando 12 horas al día en una fábrica donde pueden perder un dedo o el cuero cabelludo por un descuido? Dejen de imaginar esta historia, porque es real y se vive a diario en los Estados Unidos.
The New York Times dio a conocer la escalofriante historia de una niña de 15 años de Guatemala de nombre Carolina Yoc que llegó sola al país de las barras y las estrellas con el único fin de generar dinero para poder ayudar a su familia y todos los días trabaja en una fábrica en Grand Rapis, Michigan, empaquetando bolsas de cereal.
De acuerdo con el medio antes citado, Yoc empaqueta cada 10 segundos una bolsa de cereal de plástico sellada en un cartón amarillo, lo que en inicio parece un trabajo fácil, sin embargo, está expuesta a máquinas con poleas y engranes que se mueve rápidamente “y que le habrían arrancado dedos o desgarrado el cuero cabelludo”, sin olvidar el agotamiento que esto les provoca “a veces me canso y me siento mal”, estado que no sabía reconocer si era por falta de sueño o por un problema de salud.
Yoc no es la única niña en la fábrica, a su lado hay decenas de menores de edad que se la pasan “inclinados sobre máquenos peligros, violando las leyes de trabajo infantil“.
Esta fábrica no es la única que explota a los niños inmigrantes que cruzaron solos la frontera sur, también existen otras donde se encargan de manejar hornos gigantes para fabricar barritas de cereales “Chewy y Nature Valley”, así como otras donde empaquetan bolsas de “Lucky Charms” y “Cheetos”.
NYT reporta que existen menores de 12 años trabajando en Florida y Tennessee, así como decenas de niños en mataderos de Delaware, Mississippi y Carolina del Norte, así como niños aserrando tablones de madera en turnos nocturnos en Dakota del Sur.
Si bien la mano de obra infantil no es nueva, estos últimos años (derribado de la pandemia) creció drásticamente y los sistemas destinados a protegerlo brillan por su ausencia.
La necesidad de generar dinero para pagar el espacio donde viven, que normalmente es con un familiar, así como la presión por enviar dinero a su familia ha provocado que decenas de infantes tomen sus clases “a prisa” para llegar a tiempo a sus empleos.
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