Guerra Rusia-Ucrania: qué pasó con el convoy militar de 56 km que Moscú envió al inicio de la guerra para tomar Kyiv
Hace un año, un enorme convoy ruso que se dirigía a Kyiv daba inicio al plan del presidente Putin de tomar la capital y derrocar el gobierno. Pero, en vez de una rápida victoria, el convoy se atascó y pareció desaparecer de un día para otro. ¿Qué pasó con esa colosal fuerza?
A tres días de empezada la invasión de Rusia a Ucrania, hace un año, un enorme convoy de vehículos blindados que medía 15.5 km de largo fue detectado por satélite.
Esa misma mañana en Bucha, al norte de Kyiv, Volodymyr Scherbynyn, un ucraniano de 67 años, estaba parado frente a su supermercado local cuando más de cien vehículos militares rusos entraron rodando al pueblo.
Tanto Volodymyr como el satélite fueron testigos del comienzo del plan del presidente Vladimir Putin de tomar la capital de Ucrania y derrocar el gobierno. En términos militares era un ataque de decapitación.
48 horas después, el 28 de febrero de 2022, el convoy había crecido a un tamaño colosal de 56 km (casi 35 millas) de longitud. Pero en lugar de lograr una victoria rápida, quedó varado durante semanas. Después, pareció esfumarse de la noche a la mañana.
¿Qué ocurrió? ¿Por qué semejante fuerza descomunal fracasó en llegar hasta Kyiv?
Un equipo de la BBC conversó con decenas de testigos, incluyendo personal militar, servicios de inteligencia nacionales e internacionales, civiles, veteranos y la defensa territorial. todos entraron en contacto con el convoy.
El equipo también tuvo acceso a mapas y documentos rusos que arrojaron luz sobre los planes que tenía el convoy y por qué fracasó tan espectacularmente.
La historia empieza en la frontera norte de Ucrania con Bielorrusia.
Cuando salió a fumar un cigarrillo ese día, Vladyslav, un recluta de 23 años de la 80a. Brigada de Asalto Aérea de Ucrania, vio una ráfaga de luces brillantes en el cielo nocturno.
“Recuerdo ver las luces emerger del bosque. Al comienzo pensé que eran los focos de automóviles. Pero luego me di cuenta de que eran Grads [sistema múltiple de lanzamiento de cohetes]. Nos estaban disparando“.
Acampados bien adentro del bosque de la zona de exclusión de Chernóbil, la unidad de Vladyslav estaba de patrulla cuando los primeros vehículos rusos cruzaron a Ucrania.
“Toda la tierra temblaba. ¿Has estado algunas vez en un tanque? Nada suena igual. Es algo poderoso”.
Como lo tenían planeado en caso de un ataque, Vladyslav y el resto de la 80a. Brigada volaron el puente que conectaba Chernóbil con el próximo pueblo grande, Ivankiv.
Los rusos se verían así forzados a perder el tiempo construyendo un puente flotante de reemplazo, permitiendo que Vladyslav y su unidad tuvieran tiempo para replegarse hasta Kyiv.
“Al principio me sorprendió. ¿Por qué no los frenamos allí en Chernóbil? Pero necesitábamos conocer a nuestro enemigo. Así que eso hicimos”.
Tan cerca de la frontera con Bielorrusia, los ucranianos no se podían dar el lujo de abrir fuego y arriesgarse a iniciar otro conflicto. La prioridad era entender el plan de batalla de Rusia antes de enviar sus tropas a la línea de fuego.
El plan maestro de Putin
Contrario a muchos informes en los medios en ese momento, la columna de 56 km comprendía en realidad diez unidades separadas de batallones tácticos rusos, según las Fuerzas Armadas de Ucrania.
Un documento ruso, visto por la BBC, muestra el cronograma del ataque. Después de que el primer batallón cruzara a Ucrania a las 04:00 am del 24 de febrero, sus órdenes eran avanzar directamente a Kyiv para llegar allí a las 14:55.
El asalto dependía fuertemente de dos elementos: secreto y rapidez.
De acuerdo al Royal United Services Insititute (RUSI), un centro de análisis británico de defensa y seguridad, mantener en secreto los planes de ataque contra la capital permitiría a los soldados rusos superar en número a las fuerzas ucranianas en una proporción de 12:1 en el norte de Kyiv.
Sin embargo, el secretismo de Putin tuvo un costo. Su engaño fue tan exitoso que la mayoría de sus comandantes no recibieron sus órdenes hasta 24 horas antes de la invasión.
Esto los dejó vulnerables a nivel táctico. Les hacía falta comida, combustible y mapas. Tampoco tenían las herramientas de comunicación apropiadas. No contaban con suficientes municiones. Estaban hasta mal preparados para el clima invernal.
Equipados con el tipo equivocado de neumáticos y rodeados de nieve, los rusos terminaron metidos en un baño de lodo. Los civiles cerca de Ivankik describen a los soldados rusos pidiéndoles a los agricultores ucranianos que les ayudaran a desenterrar sus tanques del fango.
Los vehículos rusos necesitaban carreteras pavimentadas para rodar, evitando el piso blando, lo que forzó a miles de estos a formar una sola fila.
Pero con una comunicación limitada entre los batallones, empezaron casi inmediatamente a converger en una enorme congestión de tránsito.
Así fue como un experto militar en el terreno comentó: “Uno nunca entra en un territorio hostil con un convoy en una fila larga. Nunca”.
Basados en los testimonios de testigos de la inteligencia del ejército ucraniano, pudimos mapear el terreno que el convoy recorrió entre el 24 de febrero hasta final de marzo. Por evitar tener que atravesar campos abiertos, terminó rodando por la mayoría de las carreteras principales al norte de Kyiv.
Para cuando la columna llegó a medir 56 km, incluía hasta 1,000 tanques, 2,400 vehículos mecanizados de infantería y 10,000 personas, así como decenas de camiones de suministro con alimentos, combustible, aceite y municiones.
Una resistencia unida
Varados al norte Kyiv y faltos de comida y combustible, los rusos también habían subestimado a sus adversarios.
A lo largo de tres días, Volodymyr Scherbynyn y sus camaradas voluntarios, la mayoría de ellos jubilados, se habían estado preparando para la llegada del convoy en su pueblo natal de Bucha.
Con sólo una ametralladora para doce combatientes, los residentes locales quitaron todas las señalizaciones de tránsito, construyeron puestos de control y prepararon cientos de bombas molotov.
Hasta que finalmente, un domingo en la mañana, los tanques rusos entraron en el pueblo.
Durante casi treinta minutos, Volodymyr y su unidad básica atacaron los tanques con lo poco que tenían.
“Prendimos fuego a dos de los vehículos y ralentizamos todo el convoy”, dice Volodymyr.
Pero luego vino la represalia.
“Cuando nos vieron arrojando botellas abrieron fuego”, cuenta Maksym Shkoropar, de 30 años. “Yo era un barman. No tenía entrenamiento militar”.
Al final de esa media hora, todos los del grupo de Volodymyr habían recibido disparos y fueron evacuados al hospital.
Pero incluso desde la enfermería, Vlolodymyr continuó combatiendo. Recibía y comparaba avistamientos del convoy de parte de civiles en toda la provincia de Kyiv Oblast y pasaba la información telefónicamente a las autoridades ucranianas.
Al otro extremo de la comunicación estaba el vicegobernador de Irpín, Roman Pohorilyl, de 23 años.
“No dormimos en tres días. Mis colegas y yo estábamos a cargo de la línea directa en la oficina del consejo”.
“Tomando llamadas de la columna, así como de saboteadores, personas que pintaban señales en el piso para que el convoy las siguiera”.
El concejal Roman también es un experto en inteligencia de fuente abierta. Cofundador del respetado sitio web DeepState, agrupa y coordina informes de redes sociales y de inteligencia. Les fija una posición geográfica y los vuelve a publicar en su sitio web.
“En su camino a Kyiv, los rusos estaban publicando videos en redes sociales. Nosotros republicamos esos videos para divulgar sus movimientos. Ellos sólo estaban fanfarroneando, pero al hacerlo, se delataron”.
Pero lo más importante durante el asalto a Kyiv, dice Roman, fue el sentido de una Ucrania unida.
“Todo el mundo hacía algo. Reconozco que fue muy agitado en esos primeros días. Pero había veteranos ayudando a civiles. Todos querían defender su ciudad”.
En pueblos y aldeas por toda la región de Kyiv se realizaron cientos de ataques contra el convoy. Desde civiles armados con armas caseras hasta infantería mecanizada y artillería.
Tácticas anticuadas
En un crudo contraste con los ucranianos, las fuerzas rusas repetidamente dejaron al descubierto su incapacidad de tomar decisiones dinámicas en el terreno.
“Todos los rusos cargaban grandes cajas de metal marcadas con la señal de ‘secreto'”, cuenta Vladyslav, de la 80a. Brigada. “Capturamos una durante una emboscada. Encontramos mapas que marcaban toda la ruta. Después de eso conocíamos toda su estrategia”.
El secretismo de Putin significó que los comandantes rusos en el terreno no tenían un sentido claro del plan de batalla más amplio.
Sus herramientas de navegación también estaban anticuadas.
Durante este año de la invasión, la BBC ha continuado encontrando mapas abandonados por las tropas rusas que se remontan a los años 60 y 70. Hoy en día existen pueblos enteros que no estaban en los mapas que usaban para guiarse.
También encontramos banderas de señales de semáforo, una manera casi obsoleta de comunicarse entre unidades.
Una táctica exitosa de la resistencia ucraniana fue volar los puentes y presas delante del convoy, lo que forzaba a los rusos a desviarse. Dependientes de mapas anticuados y limitadas comunicaciones con su alto comando, los rusos frecuentemente quedaban paralizados por la indecisión.
Varias imágenes satelitales muestran a los vehículos rusos literalmente moviéndose una y otra vez en círculos.
Ocupación
Bajo presión de los ataques aéreos y la artillería de Ucrania, el convoy ruso finalmente quedó paralizado en las afueras del perímetro de la ciudad. Para los miles de civiles que vivían cerca de las tropas varadas, la experiencia fue horrorosa.
“Robaron todo de todas partes”, dice Vladyslav. “También usaron a los civiles como escudos humanos”.
Lo sucedido en muchos pueblos y aldeas al norte y occidente de Kyiv sigue siendo investigado por diversas autoridades, incluyendo el Tribunal Penal Internacional, en busca de evidencia de crímenes de guerra.
“Cuando estaba en un puesto de control, desde detrás de sus filas [las fuerzas rusas] nos empezaron a disparar. Los civiles quedaron atrapados en medio de la batalla. Fue horrible”, afirma Vladyslav.
Después de cuatro largas semanas, los rusos finalmente empezaron a retirarse.
Dos de los principales batallones que quedaban fueron derrotados cerca del aeropuerto de Hostomel. Otros 370 camiones militares con toldos, aparentemente abandonados en la aldea de Zdvizhivka, fueron destruidos.
El ejército ucraniano continuó repeliendo al convoy hasta el 19 de marzo, después de los cual los rusos se retiraron completamente de la región de Kyiv Oblast.
A pesar de la especulación de que ahora haya un renovado ataque contra Kyiv, la mayoría de los expertos concuerdan en que es improbable, ya que no se ha visto un desplazamiento a gran escala de tropas rusas en la frontera con Bielorrusia.
Rusia continúa forzando la avanzada en la zona industrial oriental de Donbás, con ataques en el sur, en la dirección de las regiones de Jersón, Melitópol y Zaporizhzhya.
Pero en el norte, todavía están los reclutas ucranianos vigilando con drones de reconocimiento cerca de la frontera.
“Siempre recordaré esa noche en Chernobyl”, dice Vladyslav. “Salimos a fumar con mi amigo. Para cuando terminé mi cigarrillo la guerra ya había empezado“.
“Mi amigo y yo tenemos este sueño: que estaremos de turno, tal como estábamos aquel día, y que a medida que fumamos otro cigarrillo escucharemos que la guerra ha terminado. Y que ganamos”.
Agradecimientos especiales a Slava Shramovych, Marcus Buckley, Michael Whelan, Alastair Thompson, Ben Allen y Tim Coey.
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