La fusión de supermercados llega en un mal momento
Esta fusión lastimará severamente a nuestras comunidades en el peor de los momentos
Mientras altas temperaturas no vistas desde hace décadas calientan el Sur de California, algo similar sucede con los ánimos de los trabajadores de supermercados y clientes que se oponen a la propuesta megafusión de los gigantes de tiendas Kroger y Albertsons ya que resultará en la desaparición de supermercados, acceso reducido a alimentos nutritivos al alcance de los bolsillos y la pérdida de miles de empleos. Y durante estos tiempos de inflación histórica y creciente aumento en los precios de la comida, el negocio de $25 mil millones de dólares llega en el peor de los momentos en una convergencia de malos momentos.
Por si fuera poco, en marzo pasado fueron cancelados los apoyos de emergencia depositados a las cuentas de las personas que reciben CalFresh (SNAP o Programa de Asistencia Nutricional Suplementaria). El hogar promedio que recibe CalFresh ha perdido $82 dólares en beneficios mensuales para comprar comida. Los hogares de una persona con un ocupante que es un adulto mayor o con discapacidad vio su beneficio mensual caer de $281, al mínimo estatal de $23. A nivel estatal, 500 millones de dólares al mes serán perdidos para las personas de más bajos ingresos y las poblaciones más vulnerables colectivamente. Esta situación ha sido descrita como “el desfiladero de CalFresh” o “el desfiladero del hambre”.
Esto llega en medio de una alta inflación de la comida y en medio de protecciones a inquilinos que se están acabando, por lo que la posibilidad de que la gente pueda comprar comida disminuirá aún más por la propuesta fusión de $24.6 mil millones de dólares de Kroger y Albertsons, si esta operación continúa en marcha.
El Director Ejecutivo de Kroger Rodney McMullen, quien tiene una compensación de más de 600 veces más de lo que paga a su empleado promedio, nos asegura que los precios no subirán, que no van a cerrar tiendas y que los trabajadores no van a quedarse sin trabajo pero la historia reciente nos muestra que las fusiones corporativas tienen consecuencias devastadoras. Las tiendas de supermercado no se unen por un bien del público: alguien ya ha determinado que se tiene que lograr una ganancia. Las consideraciones sobre si una tienda sirve a la comunidad, ocupa un segundo lugar frente al primordial deseo de más ganancias. A largo plazo, todos los que compramos comida seremos lastimados por este mega negocio.
La exclusión en la industria de los supermercados es un hecho. Kroger y Albertsons ya han estado cerrando tiendas en áreas de bajos ingresos y de minorías. Estas tiendas son vitales para la población local. Sin embargo, Kroger y Albertsons no sirven a esas áreas con la misma prioridad con la que sirven a las áreas más adineradas y blancas. La pérdida de tiendas obliga a los locales a viajar más lejos, gastar más dinero en gasolina y transporte público y pagar precios más altos por la comida. Las personas que se transportan en autobús tienen que hacer viajes más frecuentes porque no pueden cargar tanto.
El cierre de tiendas también significa la pérdida de trabajos de Unión con beneficios médicos de alta calidad y sueldos más altos en nuestras comunidades más vulnerables. Esto afecta a todos los trabajadores de supermercado a quienes se les pagará menos cuando una compañía grande controle el mercado laboral y la cadena de alimentos completa.
Kroger opera en dos mundos, uno donde los trabajadores de Food4Less ganan menos y los consumidores adquieren menos que sus contrapartes de Ralphs. ¿Porqué querríamos que Kroger tenga más poder para dividir a nuestras comunidades en dos diferentes mundos en base al ingreso y la composición racial de esos vecindarios?
Las personas que se ofenden ante la sugerencia de que existe el racismo en la industria de los supermercados sólo tienen que voltear a ver las promesas hechas después de los disturbios civiles de 1992, cuando se prometieron supermercados en las áreas de bajos ingresos. Con el tiempo, esas áreas han visto una pérdida neta de tiendas, con un par de ellas asentándose y otras saliéndose. Nada ha cambiado.
El punto de fondo es: pérdida de empleo e ingresos, pérdida de tiendas de vecindarios que puedan satisfacer las necesidades de la comunidad, más viajes frecuentes de larga distancia para comprar abarrotes y comida más cara, con beneficios de asistencia reducidos y con menos valor debido a la inflación preexistente. Esta fusión lastimará severamente a nuestras comunidades en el peor de los momentos.
(*) Sobre los autores: Frank Tamborello es Director de Hunger Action LA; Miesha Smith trabaja en una tienda Ralphs de Los Angeles; Guadalupe Rodriguez trabaja en Food4Less en el Este de Los Ángeles y Kathleen Scott trabaja en Albertsons de LA.