El virus del Covid-19 permanece hasta dos años en el cuerpo, según radiografías

Un estudio revela que el Covid prolongado tiene causas biológicas, mostrando daños persistentes del SARS-CoV-2 que afectan el sistema inmunológico y múltiples órganos

El virus del Covid-19 permanece hasta dos años en el cuerpo según radiografías

Las autopsias han mostrado que el Covid-19 puede persistir en diversas partes del cuerpo, incluyendo el colon, el tórax, los músculos, los nervios, el tracto reproductivo y los ojos. Crédito: Komsan Loonprom | Shutterstock

Un nuevo estudio ha revelado que el COVID prolongado, una condición debilitante que afecta a miles de personas alrededor del mundo, tiene un origen biológico y no es simplemente una manifestación psicosomática.

Investigadores de la Universidad de California en San Francisco, junto con CellSight Technologies y el Centro Médico Kaiser Permanente del Sur de San Francisco, han descubierto que el SARS-CoV-2 causa un daño persistente al sistema inmunológico que es evidente y generalizado.

En la investigación publicada en Science Translational Medicine, se realizaron escáneres corporales completos mediante tomografía por emisión de positrones (PET) en 24 pacientes que habían pasado la fase aguda de la COVID-19.

Las imágenes mostraban actividad anormal de las células T en diversas partes del cuerpo, incluyendo el tronco encefálico, la médula espinal, la médula ósea, la nariz, la garganta, algunos ganglios linfáticos, el tejido cardíaco y pulmonar, y la pared del intestino. Este patrón de actividad anormal se observó tanto en pacientes con síntomas prolongados como en aquellos que se habían recuperado completamente.

La activación de las células T fue especialmente marcada en los pacientes que continuaban presentando síntomas prolongados, en comparación con aquellos que se habían recuperado. Por ejemplo, los pacientes con problemas respiratorios persistentes mostraron una mayor captación del trazador PET en los pulmones y las paredes de las arterias pulmonares.

Sin embargo, incluso los pacientes sin síntomas prolongados mostraron cambios persistentes en la actividad de las células T en comparación con controles prepandémicos, lo que sugiere que la infección por SARS-CoV-2 puede tener efectos a largo plazo en la inmunidad del cuerpo.

“En algunas personas, esta actividad inmunitaria anormal puede persistir durante años después de la infección inicial por COVID-19, asociándose con cambios sistémicos y la presencia continua de síntomas”, explicaron los investigadores de la UCSF. Este estudio proporciona evidencia convincente de que la COVID prolongada está relacionada con la persistencia del virus en el cuerpo y con una actividad inmunitaria anormal.

Qué debemos saber sobre el covid prolongado

La definición actual de COVID prolongado incluye una variedad de síntomas que pueden durar meses o incluso años después de la infección inicial por SARS-CoV-2. Estos síntomas, que superan los 200, pueden ser difíciles de diagnosticar ya que a menudo se superponen con otras enfermedades.

Entre ellos se encuentran la “niebla mental”, el malestar posterior al esfuerzo, la fatiga, la pérdida de memoria y la diarrea. Los estudios indican que la COVID prolongada puede afectar múltiples órganos, incluyendo el corazón, el cerebro, los pulmones, la piel, los riñones, el hígado, el bazo, el intestino, la tiroides y los ovarios.

Una de las explicaciones de este efecto generalizado es la actividad persistente del sistema inmunológico. Los investigadores han encontrado biomarcadores de inflamación y activación inmunitaria en la sangre de los pacientes después de la fase aguda de la infección.

Además, las autopsias han mostrado que el virus puede persistir en diversas partes del cuerpo, incluyendo el colon, el tórax, los músculos, los nervios, el tracto reproductivo y los ojos. En algunos casos, restos del virus han sido detectados en el cerebro hasta 230 días después de los primeros síntomas.

El estudio también sugiere que la infección por SARS-CoV-2 puede reactivar otros virus latentes en el cuerpo, como el virus de Epstein-Barr, que está asociado con el síndrome de fatiga crónica/encefalomielitis miálgica (SFC/EM). Esta reactivación podría explicar algunos de los síntomas persistentes que experimentan los pacientes con COVID prolongada.

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